Luis Fabiano congela el Calderón

• Un gol de falta directa del brasileño da la victoria al Sevilla

Luis Fabiano celebra el gol de la victoria.

Un tanto del brasileño Luis Fabiano de falta directa le bastó al Sevilla para llevarse la victoria del Vicente Calderón ante el Atlético de Madrid en un duelo insulso y aburrido y que supone el primer tropiezo de los locales en su estadio, donde se habían mostrado intratables.

Afrontó el Atlético el encuentro con cuatro bajas importantes. Diego Forlán, Simao Sabrosa, Maniche y John Heitinga, titulares indiscutibles para Javier Aguirre, no fueron de la partida por diferentes lesiones.

Era, por tanto, la ocasión de medir el potencial de una plantilla que este curso quiere poner el punto de mira mucho más alto y que había arrancado la campaña con éxito y ante un rival importante, el primero de los que le esperan en el mes de octubre.

Aguirre quería el balón para su equipo. La mejor manera de anular el peligro rival es la posesión del esférico. Por eso, alineó al argentino Ever Banega junto a Raúl García en el medio centro rojiblanco.

Y el Atlético tuvo la bola en la primera parte, en la que se ofreció Banega, que demostró arrestos para echarse el equipo a su espalda, pero adoleció de profundidad.

Banega pide el cuero, pero lo suelta casi siempre a izquierda o derecha en horizontal. Le faltó al argentino hacer más daño con sus asistencias y el Atlético, que salió con energía, se fue durmiendo con el paso de los minutos.

El Sevilla no es el mismo que asombró a Europa hace dos temporadas. Los de Manolo Jiménez no poseen el ritmo que ofrecían los pupilos de Juande Ramos. Ese que ahogaba al enemigo y en el que Diego Alves, ahora en el Barcelona, era una pieza fundamental.

Vive el Sevilla ahora, en gran parte, de sus puntas. Y eso que en el Calderón el maliense Frederic Kanouté se quedó en el banquillo y fue suplido por el marfileño Ndri Romaric, que actuó de media punta, dejando sólo a Luis Fabiano en tareas ofensivas.

Comenzaron los locales con fuerza y buen juego. Fueron unos primeros minutos prometedores para la grada, que asiste a este inicio de campaña ilusionada y esperanzada.

Falló Agüero

Pudo Agüero anotar el primero en esos momentos de buen hacer rojiblanco, pero el paso de los minutos dejó al descubierto las carencias del equipo de Aguirre.

El Atlético no tenía llegada, ni bandas, donde echaba en falta a Simao en exceso, y el Sevilla supo aprovechar la coyuntura. En el minuto 21, Luis Fabiano se aprovechó de la lentitud del portero francés Gregory Coupet para batirle desde fuera del área de falta directa.

Fue el único disparo entre los tres palos de los visitantes en el primer acto, pero ya habían hecho más que el Atlético, que apenas inquietó a Andrés Palop en ese período.

Encararon los dos equipos la segunda mitad con los mismos vicios. El Atlético con muchos problemas para la llegada, y el Sevilla satisfecho con el resultado y ofreciendo muy poco juego.

Y tiraron de oficio los visitantes. Intuyeron la impaciencia de la grada y se metieron en su parcela con ánimo destructivo. En eso, también han cambiado los sevillistas, que han perdido ambición.

Sin embargo, y casi sin quererlo, el Sevilla se fue sintiendo cómodo sobre el terreno de juego y pudo sentenciar. Lo pudo hacer Luis Fabiano de un espléndido cabezazo que se estrelló en el larguero de Coupet (m. 56) y poco después Diego Capel, que no aprovechó un regalo en forma de cesión del cancerbero atlético (m.63).

El juego no existía y el duelo estaba bronco, constantemente interrumpido por faltas. El Atlético estaba entrando en la maraña sevillista, cada vez más a gusto con los parones y Manolo Jiménez dio entrada a Kanouté en lugar de Luis Fabiano con la clara intención de que el primero diese la puntilla a los rojiblancos.

No hizo falta. Al Sevilla le bastó el tanto de Luis Fabiano en la primera mitad para llevarse los tres puntos de un partido plano y malo, que no respondió a lo esperado y que supone un golpe moral al ánimo rojiblanco, que hoy echó de menos a cuatro de sus puntales y a Sergio Agüero, que no tuvo su noche.