El Barcelona de Guardiola golea hasta en los campos impracticables
- El Barça se impone por 1-4 al Málaga sobre un césped casi impracticable
- La lluvia estuvo a punto de cancelar el encuentro
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El Barcelona se adaptó mejor al campo impracticable de la Rosaleda, prolongó su momento dulce y truncó la buena racha de un Málaga que, después de dos temporadas en Segunda División, volvía a recibir a uno de los grandes.
La lluvia estuvo a punto de cancelar el encuentro pero al final el colegiado Velasco Carballo, junto con los dos equipos, decidió que el enfrentamiento se disputara.
El Barcelona, técnicamente superior, no tardó en marcar. Una falta en la frontal del área de Apoño a Messi, la aprovechó Xavi en el m.5 para colocar el balón en la escuadra.
El Málaga no se amilanó. Empezó a coger el ritmo del encuentro y a pesar de las embestidas del Barcelona, un pase sobre Adrián, el disparo de éste lo detuvo Valdés y el rechace lo recogió el portugués Duda en la frontal del área, buscó camino para el lanzamiento y entró como una exhalación por toda la escuadra. Era el empate en el minuto 12.
La conducción del esférico era mala y también para los jugadores cuando se disponían a despejar cualquier tipo de peligro cerca de su portería. Y el mal despeje del brasileño del Málaga Weligton dentro del área grande le llegó a Leo Messi, que con un tiro raso batió por bajo a Arnau en el minuto 18.
Falta de pegada
El Málaga apostó fuerte tras el descanso y mantuvo los mismos jugadores que iniciaron el partido. Salió muy fuerte pero sin pegada. El Barcelona hizo un cambio, se marchó Iniesta y salió el delantero francés Henry. El galo fue el causante del tercer gol del equipo azulgrana en el minuto 52, al ofrecer un pase con la cabeza a Xavi, que sólo tuvo que empujar el balón. Parecía la sentencia.
El equipo blanquiazul no se esperaba ese tercer gol y bajó su intensidad. También las piernas fallaban porque el esfuerzo físico realizado había sido fuerte por lo pesado del terreno de juego.
Un lanzamiento de falta desde 30 metros de Alvés, tocó el palo derecho de la portería de Arnau y a punto estuvo de llamar a la goleada. El Barcelona, tanteando a su rival, y jugando a congelar el encuentro, hizo el cuarto en una falta lanzada por Alves, que desvió Weligton dentro de su propia portería. Faltaban 10 minutos para el final y el partido murió.