El Madrid se acomoda en el tedio
- Los blancos pasan matemáticamente a octavos tras una victoria sin brillo
- Raúl marca su gol número 62 en Liga de Campeones, el primero de la temporada
- Repasa todos los datos del partido
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El Madrid logró imponerse al modesto BATE Borisov bielorruso, logrando así el pase matemático a octavos de final de la Liga de Campeones y con opciones de arrebatar el liderato del grupo a la Juventus de Turín. Además, el capitán Raúl González marco su 62º gol en Champions. Fin de las buenas noticias.
Y es que, pese a lo positivo del resultado, la imagen que ofreció el Madrid ante un conjunto que en España no pasaría de Segunda División (o Segunda B) es preocupante. El conjunto que dirige Bernd Schuster logra su segunda victoria por la mínima ante un rival teóricamente inferior (la anterior fue ante el 'Recre' en la última jornada de Liga) y pasando más apuros de los esperados.
Otra buena noticia que se puede rescatar, viendo el vaso medio lleno, es que Casillas ve por segunda vez las telarañas en su portería, gracias en parte a una buena actuación de la defensa y a la candidez de los delanteros bielorrusos. Al 50%. Segundo paso en la apuesta de la plantilla por las ya famosas primas; quedan cinco todavía hasta el premio final.
El partido se puso de cara a los seis minutos. Una buena combinación entre el trío de centrocampistas -Gago, Guti y Sneijder- finalizó con una internada de Drenthe, uno de los más activos de los merengues. Su centro, en principio inofensivo, terminó en las botas de Raúl gracias al regalo de Yurevich, que no acertó en el despeje. El '7' blanco no perdonó y se apuntó la 62ª muesca en su cuenta de Champions.
Fue lo único reseñable de la primera parte, y de la segunda, y de todo el partido. El Madrid demostraba mayor calidad cuando el balón llegaba a sus botas; lo que no demostraba era ambición.
Ante un rival al que podía golear en circunstancias normales, se limitó a especular, más preocupado de no recibir un gol que de marcar el segundo. Schuster, mientras tanto, se desahogaba a manotazos y patadas con el banquillo ante la impotencia de los suyos
Al final, el BATE llegó incluso a encerrar al Madrid, que miraba el reloj con ansias mientras el público de Minsk espoleaba a los suyos en busca del milagro. El pitido del árbitro les devolvió a la cruda realidad.