Enlaces accesibilidad

Víctor Valdés, el 'Zamora' discreto

  • El mejor guardameta de la Liga ha heredado con calma una portería típicamente convulsa
  • Poco amigo de individualismos, vive a la sombra de la figura nacional de Casillas

Por

Encajar 25 goles en 35 partidos de Liga (0,71 de promedio por encuentro) la temporada en la que tu equipo gana sobrado el campeonato normalmente otorga crédito ilimitado a un portero. Si encima, éste logra hacerlo defendiendo la meta de un 'grande' del fútbol europeo, las puertas de la internacionalidad suelen abrirse de par en par para él.

A Víctor Valdés no le pasó nada de esto cuando en la campaña 2004-05 logró el trofeo 'Zamora' como portero menos goleado de la Liga española. La temporada siguiente incluso conquistó el doblete (Liga y Champions) con el Barça, pero ni siendo el guardameta titular del campeón de Europa ni uno de los principales culpables de que Henry acabara llorando en aquella final de París logró un reconocimiento que se había ganado a pulso él solito.

El puesto de portero, este tipo extraño que siempre está solo y que, al contrario que el resto de sus compañeros puede tocarla con la mano, es a menudo frágil, inestable, incómodo, y en el Camp Nou, además, tiene forma de silla eléctrica.

Desde los tiempos de Andoni Zubizarreta, el mítico portero del 'Dream Team', han sido muchos los que lo han intentado -empezando por Busquets y siguiendo por Lopetegui, Baía, Henke o Dutruel- y han acabado electrocutados. Valdés ha sido el único capaz de desconectar la corriente.

El de L'Hospitalet lleva seis temporadas como titular

A veces criticado, a menudo cuestionado, y excepcionalmente denostado -como casi todos los cancerberos que han vestido la camiseta azulgrana- el catalán está completando su séptima temporada en el primer equipo, la sexta como meta titular.

El mes que viene cumplirá 27 años y hace seis que defiende la portería del Camp Nou sin que ningún otro le tosa. Juan Carlos Unzué, entrenador de metas del primer equipo, tiene fe ciega en él, y tanto Frank Rijkaard como Josep Guardiola jamás han cuestionado con una inoportuna suplencia su jerarquía para lucir el 1 en su camiseta.

Esta temporada, Víctor Valdés, quien ya se ha acostumbrado a vivir a la sombra del madridista Iker Casillas -más mediático y más simpático que él y probablemente el mejor guardameta del mundo- va camino de su segundo Zamora.

El de L'Hospitalet de Llobregat no será, como el meta de Móstoles, el yerno perfecto, pero ha encajado nueve goles en quince partidos (0,6 por encuentro) y está siendo, de nuevo, una de las piezas claves de este otro Barça.

Con el conjunto azulgrana quizá logre este año otro doblete como en la temporada 2005-06, pero dará igual, volverá a ser olvidado por el seleccionador español de turno, se llame Aragonés, Sáez o Del Bosque.

Poco amigo del protagonismo

Víctor, un tipo tranquilo e introvertido, que se transforma cuando se enfunda un par de guantes y se coloca bajo los tres palos, insiste en que los premios individuales no le gustan, en que prefiere pasar a la historia formando parte de los éxitos de un colectivo.

El sábado pasado tres manos suyas salvaron al Barcelona ante el Real Madrid, que habría tenido alguna opción en el clásico si Valdés no hubiera estado tan inspirado, al igual que habría acabado goleado si Casillas no hubiese tenido su noche.

Sea como fuere, Víctor Valdés parece empeñado en enterrar, de una vez por todas, el eterno debate de la portería. Acaba contrato en 2010 y, tras Xavi y Sergi Busquets, será el siguiente en pasar por caja.