Sete contra Sete
- Gibernau vuelve a la competición para enfrentarse a sí mismo y a los fantasmas del pasado
Tiene 37 años, dos subcampeonatos mundiales de MotoGP y la ilusión de un niño con zapatos nuevos. En estas coordenadas vitales regresa Sete Gibernau al mundial de la categoría reina, al MotoGP. La gran pregunta desde que Sete anunció su retorno es: ¿Qué le ha llevado a volver? Sete no vuelve por el dinero sino para saldar cuentas pendientes consigo mismo; porque no ha conseguido deshacerse de su adicción a la moto; y porque le debe mucho a ciertas personas.
Gibernau siente que le debe algo a su abuelo Paco Bultó por haberle 'motoculturizado', a sus padres por la exquisita educación recibida, a Katoh por lo compartido, a Rainey por la primera oportunidad en un equipo oficial allá por el dos y medio con Yamaha y a él mismo. Porque Sete también se debe mucho a sí mismo, se debe respuestas a unas preguntas que todavía no ha contestado.
Vuelve porque dentro de su cabeza tiene demasiados duendecillos recordándole que Troy Bailyss llegó y venció en Valencia 2006 con la moto que él no pudo hacer ganadora ni tampoco pilotar por lesión en la carrera que cerró aquel mundial que cayó en manos de Hayden. Son los mismos duendes que le machacan diciéndole que Rossi le hundió moralmente después del toque de Jerez 2005; los mismos duendes que hurgan en el motivo que le llevó a retirarse: ¿Fue la clavícula, Rossi, la moto?
Sete se enfrenta ahora a sí mismo y a los fantasmas del pasado con el objetivo de poder escribir con mayúsculas un futuro que todavía tiene las páginas en blanco. Sete merece todo el respeto como persona y deportista porque ha decidido poner en juego la estabilidad de una vida acomodada por batirse el cobre con jovenzuelos que no llegan a los 30. Sete se arriesga a caídas y a hacerse mucho daño en partes de su cuerpo que ya han sufrido mucho en el pasado; se arriesga a una especie de juicio público de quienes se ensañaron con él por no doblegar a Rossi después de Qatar 2004, por caer en las redes de la psicología malintencionada del italiano. Sete se arriesga a muchas cosas. Pero a pesar de todo, correrá. Y no lo hará para pasearse. Demasiado riesgo como para sólo pasar de puntillas.
Partir de cero
En muchos puntos, Sete parte de cero. Por ejemplo: estará relativamente lejos de los focos. Eso bajará su cuota de pantalla a la mitad y, tratando de buscarle lo positivo del caso, eso le liberará de una cierta parte de presión; los ingenieros más cotizados estarán en los boxes oficiales, no en el suyo; las evoluciones de cada componente, así como el material de última generación, llegarán a sus manos con algunas semanas de desfase con respecto a Hayden y Stoner, los pilotos de fábrica; el tiempo ha corrido a favor de los jóvenes y de la electrónica y en contra de expilotos de 500 como él; en dos años fuera de los circuitos las cosas han cambiado mucho: los neumáticos ya no son lo que eran gracias a la evolución tecnológica -que el reglamento monomarca puede que se encargue de desacelerar-.Así que Sete parte de la humildad y sin pensar en el premio final. No hay duda, ése es el mejor planteamiento para llegar a algo. Como dice el reconocido entrenador personal de pilotos de motor, David Pérez: ¿No se trata de ganar por ganar sino de hacer un buen trabajo?.
Ese buen trabajo pasa por enfrentarse a sí mismo, con lo que estamos delante de un Sete contra Sete. El primer obstáculo no ha tardado en llegar: problemas con la nueva placa que le implantaron en la clavícula han hecho que se pierda los entrenamientos nocturnos de Qatar, súperimportantes para él que nunca ha rodado allí de noche y que va a ser esceario de su regreso a la competición. Curioso escenario, el mismo donde consiguió su última victoria hasta la fecha de publicación de este blog. Un reto sin igual para coger el toro por los cuernos desde el principio.
Lucha consigo mismo
Ahora Sete no piensa en ganar, ni tan siquiera en Rossi, Stoner, Lorenzo o Pedrosa. Sete no piensa en ellos porque ahora sólo se preocupa de él mismo, de ganarse en esos campos donde se siente débil, como por ejemplo el planteamiento de base de la competición: qué piloto soy y adónde quiero llegar. Está motivado pero no sabe muy bien por qué, pero tiene ilusión y eso, eso es lo principal.
Sete vuelve y lo hace en inferioridad de condiciones con respecto a los principales favoritos: la moto no es oficial y físicamente está tocado en su clavícula pero le da igual, paso a paso.
Sete vuelve a las carreras en 2009, cuando se cumplen 50 años de la salida a la venta de la primera Bultaco y lo hace con el número 59 en alusión a aquel mágico año en el que Don Paco Bultó descorchó toda una época en el mundo de la moto. Manuel Gibernau Bultó no podía faltar a esa efemérides.