Madrid, contra el "efecto Obama"
- La candidatura de Chicago, ciudad natal de Obama, se ve como la gran amenaza
- El perfeccionismo de Tokio también preocupa
Madrid sudará la camiseta estos cinco días para demostrar a la Comisión de Evaluación del COI que la solidez de su proyecto olímpico puede más que el "efecto Obama" de la candidatura de Chicago, que el perfeccionismo de Tokio o que los beneficios sociales que tendrían para Río los Juegos de 2016.
Un apoyo popular que ronda el 90%, las garantías financieras de las tres administraciones (central, regional y local), la capacidad hotelera, casi el 80% de las instalaciones deportivas concluidas y una reforzada experiencia organizativa son los cinco ejes de una candidatura impecable, Madrid'16.
Para demostrar que es así, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ha asistido a las últimas reuniones de los comités olímpicos en los cinco continentes, la candidatura ha respondido con éxito al cuestionario del COI (la segunda mejor puntuación), ha elaborado un completísimo dossier y hasta el rey Juan Carlos se desplazará posiblemente a Copenhague para que la capital venza el 2 de octubre.
Allí se encontrará con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que previsiblemente acudirá a dar el impulso definitivo a Chicago 2016 y a su proyecto de Juegos en el centro de la ciudad, con instalaciones de primera clase bordeando el lago Michigan.
La opción de Chicago brinda al COI, además, la posibilidad de hacer definitivamente las paces con Estados Unidos, con quien se enfriaron las relaciones tras la deficiente organización de los Juegos de Atlanta, el escándalo de corrupción en torno a Salt Lake City y su hasta hace poco laxa política antidopaje.
La falta de garantías financieras para cubrir imprevistos presupuestarios o el rechazo del 30 por ciento de sus habitantes, reunidos en la plataforma "No Games Chicago", son el talón de aquiles de "la ciudad del viento" en esta competición.
No obstante, la Comisión de Evaluación del COI aseguró sentirse "impresionada" durante su visita a Chicago, la candidata que presenta la propuesta más barata, junto a Tokio, para la realización de esos Juegos.
La impresión de la Comisión sería muy de tener en cuenta si no fuera porque durante su segunda escala, Tokio, emitió la misma opinión.
Técnicamente Tokio es una candidatura perfecta: segura financieramente, compacta y muy ecológica, y por eso obtuvo la mejor puntuación en la primera evaluación del COI, en junio de 2008, con 8,6 puntos, frente a los 8,4 de Madrid, los 7,4 de Chicago y los 6,8 de Río de Janeiro.
Uno de sus puntos más flojos es la falta de entusiasmo -al igual que Chicago, sólo cuenta con el 70% del apoyo popular-, así como las altas temperaturas y el elevado nivel de humedad, de alrededor del 80 por ciento, en verano.
"Rotación continental"
Al igual que Madrid, por Londres 2012, Tokio tiene en su contra la cercanía de los Juegos de 2008 en su vecina Pekín y, como la capital de España, atesora un largo recorrido en la carrera olímpica: fue candidata en 1936, 2004 y 2012 y sede de la Olimpiada de 1964 (les fueron adjudicados en 1940 pero se retrasaron por la Segunda Guerra Mundial).
Diferente es el caso de Río, que cuenta con la ventaja de que Suramérica nunca ha albergado unas Olimpiadas y de que los Juegos podrían suponer una "palanca" para el desarrollo social y urbano de esta zona de Brasil.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, también está volcado con la candidatura y ha pedido al COI que apueste por Río de Janeiro para demostrar que a los sudamericanos se les trata como "ciudadanos de primera clase".
Lula da Silva ha insistido en que "para Europa y Estados Unidos son unos Juegos más, no son una novedad", mientras que para Brasil "representan la cuestión de un país y un pueblo. Para Sudamérica supondría la confirmación".
A pesar del buen resultado de los Juegos Panamericanos de 2007 y del espíritu jovial del pueblo carioca, Río tendrá que demostrar en Copenhague si ha sido capaz de superar sus "puntos débiles" como la escasez de alojamiento, la seguridad o la lejanía entre las instalaciones deportivas y la principal zona hotelera.