La pista, más dura, y el bote, más alto
- El responsable del mantenimiento de la pista cree que cada vez se asemaja más a tierra
- Las calvas de la pista central se deben al juego de fondo de los tenistas
- Cada día se gastan entre 300 y 400 litros de agua en regar la pista central
Los años no pasan en balde para nadie, ni siquiera para un torneo tan tradicional como Wimbledon, donde los puntos cortos y el binomio saque-volea han dejado paso a largos peloteos desde el fondo de la pista, lo que para algunos ha recortado la distancia entre jugar en hierba y hacerlo en tierra.
El responsable del mantenimiento de las 19 pistas que tiene Wimbledon es Eddie Seagal, un británico que ronda los 60 años y cuya jornada laboral durante el campeonato comienza a las 06.30 horas para cuidar de la seña de identidad de este torneo: la hierba.
Tras casi dos décadas velando por el correcto estado del "tapete" verde, Seagal reconoció que se han producido cambios en la superficie que han alterado el tipo de juego que se desarrollaba en el campeonato londinense hasta hace no muchos años.
"La hierba no ha cambiado la velocidad de la bola, pero la pista es un poco más dura de lo que era antes y el bote es más alto, lo que provoca que se juegue más y que los puntos sean más largos", subrayó Seagal.
Pese a no ser una novedad, han sido frecuentes en las ruedas de prensa posteriores a los partidos las preguntas acerca de si Wimbledon no está perdiendo, cada vez más, su identidad y pareciéndose progresivamente a los torneos de tierra batida, un debate que lleva abierto varios años.
Jugadores como Juan Martín Del Potro señalaron que es cierto que la pista no está tan rápida como antaño y que hay un mayor número de puntos jugados, mientras que el chileno Fernando González subrayó por su parte que el "pasto" estaba "muy duro".
La mejor prueba de que las cosas ya no son como antes son las propias canchas de Wimbledon, con más que evidentes calvas tanto en uno y otro lado justo en el fondo de la pista, muestra de que es ahí desde donde más se juega.
"Eso es porque los jugadores se pasan la mayor parte del tiempo en la línea de fondo. Pero creo que se debe más a la variación del estilo de juego de los tenistas que a los cambios en la pista", resalta.
400 litros de agua diarios para mantener el césped de Wimbledon
Seagal comienza hacia las siete de la mañana su paseo de campo en campo para poder después decidir qué hacer en cada uno de ellos, aunque de media mantener la pista en buen estado supone un consumo "de entre 300 y 400 litros de agua al día". "Aunque en días con tanto calor como éstos también regamos por la noche", explica.
La joya de la corona de Wimbledon, la pista central, inauguró su techo retráctil, una novedad "genial" que según dice Seagal "no hará más fácil" su trabajo pero sí "diferente".
De hecho, varias horas antes de que el estadio albergara el primer partido de la jornada, el que enfrentó a la rusa Dinara Safina y la alemana Sabine Lisicki, el encargado del mantenimiento de los campos ya se había reunido tanto con el responsable arbitral como con los ingenieros para decidir si se comenzaba con él abierto o no.
"Parece que no va a llover, aunque también pensábamos lo mismo ayer", admite Seawal, quien precisa que no suele hablar sobre el estado de la pista con los jugadores -ni antes ni después del partido- aunque a veces sí lo hace con sus entrenadores.
El techo retráctil no ha hecho sino incrementar los comentarios sobre el cambio que se está produciendo en Wimbledon, ya que factores tan influyentes en el juego como el viento o la luz natural quedan prácticamente eliminados, además de incrementar los ecos -no sólo en los gritos y aplausos del público, también en los golpes de los tenistas-.
Al responsable de ésta y de las restantes 18 pistas del complejo, sin embargo, parece no importarle demasiado los cambios. "Yo sólo sé que tienen que estar listas para hoy, para mañana y para el día siguiente también", reflexionó mientras su mirada vuelve hacia el "verde" para cerciorarse, una vez más, de que todo está en orden.