El Astana, candidato a morir de éxito
- Con cuatro ciclistas entre los seis primeros, el conjunto de Bruyneel domina con descaro
- El equipo parece rodar al ritmo que más conviene a Armstrong, lo que impacienta a Contador
El Astana domina el Tour de Francia y todo el mundo coincide en que su principal enemigo es morir de éxito, romperse en añicos por las ambiciones de sus líderes y dejar nacer una multitud de reinos de Taifas en su seno.
Con cuatro ciclistas entre los seis primeros, entre ellos los dos principales favoritos para la victoria final, Alberto Contador y Lance Armstrong, el conjunto que dirige Johan Bruyneel domina con descaro la carrera.
En lugar de disfrutar de esa hegemonía aplastante, la formación deja traslucir el nerviosismo de sus pugnas internas y un tropel de rumores sobre la pelea intestina jalona la actualidad de la escuadra kazaja.
De puertas para afuera el discurso oficial es de calma absoluta, pero basta con echar una mirada a lo que se ve del equipo para darse cuenta de que el Astana no es un bloque unido.
Contador está acompañado casi de forma permanente por los dos íberos de la formación, el portugués Sergio Paulinho y el español Haimar Zubeldia.
A Armstrong se le ve departiendo con su compatriota Levi Leipheimer y con el ucraniano Yaroslav Popovych, dos de los viejos compañeros de ruta, supervivientes de los años triunfales del tejano.
¿Y Bruyneel? El director no toma partido, esconde sus cartas y asegura que él es el único patrón. Pero las decisiones que ha tomado parecen destinadas a conservar las opciones de Armstrong para sumar su octavo triunfo en los Campos Elíseos y no apostar todo por Contador, que aparece como el más fuerte del pelotón.
La camaradería entre Armstrong y Bruyneel viene de lejos. Juntos sumaron siete victorias en el Tour y, desde que anunció su regreso, el belga se posicionó del lado del tejano.
Tanta confianza es sospechosa y el Astana rueda al ritmo que le interesa al tejano. Un ritmo lento, casi descaradamente tranquilo, en el que el estadounidense se siente tranquilo y Contador un poco impaciente.
Contador comienza a actuar por libre
"No me hubiera importado subir más deprisa el Tourmalet", aseguró el de Pinto al término de la etapa. En Arcalis no tuvo tanta paciencia y se reveló contra el trote somnoliento del grupo de favoritos, lo que le permitió obtener en la meta una renta de 21 segundos que le colocaron en la segunda plaza de la general, a tan sólo seis segundos del líder de paja que es el italiano Rinato Nocentini.
Contador parece haber comenzado a rodar por su cuenta, sin otra estrategia que la de ser el más fuerte y a la espera de que la carretera le permita demostrarlo. Se siente fuerte y no le interesa que se ruede despacio.
Guarda las formas, porque sabe que el equipo le puede venir bien en algún momento, pero su mente ya no piensa en términos colectivos. Está centrada en la victoria que sabe al alcance de sus fuerzas y no quiere que nada le perturbe en la búsqueda de ese fin.
De esta situación el Astana saldrá desgarrado. El equipo alimentado por capital kazajo soporta tantas tensiones internas que parece difícil que salga entero.
Y faltaba Vinokourov
El anuncio de Alexandre Vinokurov de que volverá a competir cuando purgue su pena por haber dado positivo en el pasado Tour no ha hecho más que complicar las cosas. El kazajo no se ve en otro equipo que no sea el que lleva el nombre de la capital de su país, una formación que se formó en torno a él cuando estalló el Liberty, epicentro de la "operación Puerto".
Si el kazako vuelve, es posible que Bruyneel no pueda continuar al frente del equipo que rescató del ostracismo para situarlo en la elite del pelotón.
Y difícilmente Contador querrá repetir la experiencia de correr en una formación en la que tenga que perder sus energías en demostrar que es el jefe de filas. En el Caisse d'Epargne le recibirían con los brazos abiertos.
Armstrong, por su parte, ha acaparado la atención en el Tour de Francia y no tendrá problemas para encontrar escuadra. Su fundación para favorecer la lucha contra el cáncer, Livestrong, ha desembarcado en el Tour con un despliegue que recuerda el de un equipo ciclista, el vigésimo del pelotón a la espera de que, en el futuro, se convierta en una formación de verdad. Y, en tal caso, con Bruyneel al timón.