Un fuera de serie dentro y fuera del campo
- Un accidente desde un trampolín estuvo a punto de dejarle parapléjico
- De fuertes convicciones religiosas, quiere ser pastor evangélico cuando se retire
- Las lesiones han sido su calvario en su primera temporada en Madrid
Kaká es un tipo de futbolista atípico. Aficionado a la lectura, al arte, al cine y al teatro, no es habitual verle en fiestas ni discotecas. Poco amigo de la noche y de los excesos, este jugador discreto, disciplinado y familiar, está casado con su novia de toda la vida, Caroline Celico, a la que conoció cuando tenía 19 años.
En el campo destaca por su elegancia y su visión de juego, es rápido y, además, tiene gol. Hay quienes incluso le han llegado a comparar con Zinedine Zidane. "No me incomoda la comparación, es algo normal. No es la primera vez que me pasa. En todos los lugares a los que fui y comencé a jugar me compararon con él", asegura el brasileño.
Además, Kaká es un jugador solidario y comprometido dentro del campo y fuera de él. Le encantan los niños y a los 23 años se convirtió en el embajador más joven de Unicef.
Ricardo Izecson dos Santos Leite, nacido en Brasilia un 22 de abril de 1982, pertenece a una familia acomodada. Su padre, Bosco, es ingeniero civil, y su madre, Simone, maestra. Su hermano menor, incapaz de pronunciar el nombre de Ricardo, lo llamaba Kaká, un apodo de su infancia por el que ahora es conocido en todo el mundo.
Sus inicios no fueron nada fáciles. En primer lugar, porque, a diferencia de otros futbolistas, el físico no le acompañaba. Tenía un retardo en el crecimiento de dos años, por lo que tuvo que seguir un plan específico para desarrollarse.
En octubre de 2000 el nombre de Kaká ya sonaba como una de las promesas del fútbol brasileño. Fue entonces cuando un accidente estuvo a punto de truncar su carrera futbolística. Al saltar desde un trampolín, el jugador sufrió un golpe y se fracturó al espina dorsal. A pesar de que corría el riesgo de quedarse parapléjico, el brasileño logró recuperarse.
"I belong to Jesus"
A raíz de esta milagrosa recuperación, sus convicciones religiosas se hicieron más fuertes, ya que asegura que Dios le libró de quedarse paralítico. Pertenece a la iglesia evangélica, con la que colabora activamente y a la que dona un millón de euros anuales, según los medios brasileños.
Lee la Biblia, asegura hablar con Dios antes de cada partido, y precisamente le dedica a él cada uno de los goles. Además, ya ha anunciado que quiere ser pastor evangélico una vez cuelgue las botas.
Y es que la religión está muy presente en su vida deportiva. En sus botas puede leerse "Dio é fidele" (Dios es fiel). En la final de la 'Champions' del 2007, en la que se impuso el Milan, la imagen de Kaká celebrando la victoria dio la vuelta al mundo: el jugador, arrodillado en el Olímpico de Atenas mientras mostraba una camiseta en la que se podía leer "I belong to Jesus" (pertenezco a Jesús).
De Sao Paulo a Milán
Sus inicios futbolísticos fueron en el Sao Paulo. La diferencia social con sus compañeros era tal, que comenzaron a llamarle `el príncipe'. En 2001 debutó con el primer equipo y en 2003 dio el salto a Europa. Fue el Milán el que se hizo con los servicios del jugador por 8 millones y medio de dólares.
El año 2007 fue el mejor de su carrera deportiva: ganó la Liga de Campeones y el Mundial de Clubes, lo que le llevó a alzarse con el Fifa World Player y con el Balón de Oro.
A partir de entonces, comenzó el declive deportivo del Milán, sobre todo a nivel europeo: en la temporada 2007-2008 cayó en octavos de final de la Champions ante el Arsenal y el año pasado ni siquiera disputó la Liga de Campeones.
El regreso a la 'Champions'
Sin embargo, el jugador ha seguido en el punto de mira de los grandes clubes europeos. Fue el sueño frustado de Ramon Calderón, que prometió ficharlo si accedía a la presidencia del Real Madrid en 2006, y también ha sido uno de los objetivos del Manchester City, que llegó a ofrecer más de 100 millones de euros por el jugador brasileño.
A pesar de la mareante oferta del conjunto inglés, Kaká decidió seguir en el Milán, aunque por poco tiempo. La llegada de Florentino Pérez a la casa blanca precipitó su salida del conjunto italiano. Los 67 millones que pagó el Real Madrid por él le han convertido en el tercer fichaje más caro de la historia del fútbol, por detrás de Cristiano Ronaldo y de Zidane.
Sin embargo, las lesiones han provocado que su nueva etapa haya sido, hasta el momento, un fracaso. Apenas ha rendido a gran nivel y sus problemas en el pubis le han impedido estar al 100%. No obstante, Florentino sigue confiando en el brasileño: "Ha sido capaz de conquistar el mundo del fútbol con un comportamiento impecable y una imagen modélica dentro y fuera del terreno de juego. Representa esos valores esenciales en el madridismo".