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El Valencia comienza a ver la luz

  • Ha tenido una gestión pésima de su etapa de Sociedad Anónima
  • Los éxitos deportivos enmascararon los errores de sus presidentes
  • La última ampliación de capital ha supuesto un aire nuevo al club

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El presidente del Valencia CF, Manuel Llorente.
El presidente del Valencia CF, Manuel Llorente.

Sin temor a la equivocación, puede afirmarse que el Valencia es la entidad que peor ha llevado la conversión a Sociedad Anónima Deportiva.

A principios de los 90 el alto endeudamiento de los clubes (escasa recaudación en quinielas, resaca del Mundial 82, fichajes caros y poco rentables) obligó a poner en marcha un convenio de saneamiento: la Ley del Deporte, a partir de la cual el erario público asumió buena parte de las deudas. A cambio, los clubes de Primera, Segunda y Liga ACB adoptaron la forma de SAD , quedando exentos Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna, al tener saldo patrimonial neto positivo desde 1985.

El Valencia venía creciendo. El descenso a Segunda en 1986 fue un punto de inflexión en la dirección de la nave valencianista. Tomó las riendas Arturo Tuzón, devolvió al Valencia a Primera y consiguió sanear sus cuentas. Sin embargo, la irrupción de los contratos televisivos, con cifras mareantes, volvió a desatar la locura en el gasto. Así, el equipo de Mestalla no pudo evitar la conversión: de directivos se pasó a consejeros, de asambleas se cambió a juntas de accionistas y los paquetes accionariales comenzaron a ser objeto de deseo de los bolsillos más llenos de la sociedad local. El Valencia CF añadió un apellido a su nombre: SAD.

La acumulación de poder fue evidente y las promesas de reparto justo de acciones entre los aficionados (la tan manida democratización del club) fueron un espejismo. Las disputas internas no tardaron en llegar y los cambios en el Consejo de Administración fueron continuos desde la primera Junta. La incertidumbre se apoderó del entorno y las posturas se distanciaron, una situación extendida hasta la actualidad.

Inmerso en constantes guerras de poder, la inestabilidad social contrastó con el éxito sobre el césped: la etapa más convulsa en los despachos fue la de mayor éxito en los noventa años de historia del club, con dos Ligas, dos Copas del Rey, una Copa de la UEFA, una Supercopa de España y otra de Europa, además de dos finales de Liga de Campeones a principios de siglo XXI. Una serie de éxitos que tuvieron como punto culminante el mes de diciembre de 2004, cuando el Valencia fue coronado como el mejor equipo del mundo.

El Valencia volvió a perder una final

Sin embargo, los presidentes que han dirigido al equipo de Mestalla han sufrido mal de altura. Desde Paco Roig, que vendió una falsa ilusión aprovechando el ansia de títulos de la afición, hasta Juan Soler, que se hipotecó en un proyecto de estadio faraónico que todavía no ve la luz al final del túnel, pasando por Pedro Cortés o Jaime Ortí, los más estables gracias a los éxitos deportivos. Incluso el último en salir, Vicente Soriano, que condicionó su credibilidad a una utópica (y millonaria) venta de los terrenos de Mestalla. Su coletazo final y desesperado, el enigma Dalport, una empresa fantasma que ha terminado por manchar la figura de Soriano entre la afición valencianista.

Manuel Llorente será el próximo dirigente del valencia tras el abandono de Vicente Soriano.

Hoy, después del enésimo verano convulso, el Valencia sale a flote, respira hondo y se acerca a la orilla. La ampliación de capital, bandera de Manuel Llorente desde su llegada al club a principios de junio, se completa con éxito. Se rozan los 18 millones de euros en pequeñas aportaciones de los aficionados valencianistas que, paradójicamente y en tiempos de crisis, comparten sus ahorros con la entidad de sus amores . Los restantes 74 millones (la ampliación se fija en 92) los asume la Fundación del Valencia CF, merced a un préstamo de Bancaja avalado por la Generalitat Valenciana. Una medida salvadora pero que traerá cola cuando clubes como el Villarreal CF o el Levante UD se sientan víctimas de un agravio comparativo.

En cualquier caso, la ampliación de capital puede convertirse en el aire que necesitan las arcas del equipo de Mestalla que además, en un arrebato de orgullo, mantiene esta temporada a sus futbolistas más emblemáticos, para desesperación de los dos grandes de la Liga, embriagados de poder y protagonistas de un despliegue mediático sin igual, que situaba al Valencia CF en liquidación con el objetivo de sacar provecho a precio de saldo.

David Villa se ha referido a su frustrado fichaje por el Real Madrid y por el Barcelona. El Guaje asegura que está contento de quedarse en el Valencia.

El futuro del club es una incógnita conociendo los antecedentes. Pero, por primera vez en casi 20 años, el Valencia CF se atomiza, tratando de alejarse de un modelo de gestión, la Sociedad Anónima Deportiva que ha resultado ser un problema más que una solución.