La violencia vuelve a amenazar al fútbol
- Refuerzo de las medidas de seguridad en torno al Athletic en Bruselas
- Los actos violentos en el fútbol experimentan un repunte
Las imágenes de hinchas del Anderlecht saltando al césped de San Mamés tras el partido contra el Athletic y los actos violentos entre ambas aficiones sobre el césped y fuera del estadio hicieron saltar las alarmas.
Sobre todo quedando aún noventa minutos por jugarse, correspondientes al partido de vuelta en Bruselas. El Anderlecht ha hecho un llamamiento a su afición para que reine la deportividad y, por si acaso, los seguidores vascos llegarán escoltados por la Policía belga.
A pesar del llamamiento, ya se ha producido algún incidente. Dos hinchas del Athletic fueron agredidos en el centro de la ciudad alrededor de las 10 de la noche del miércoles. El suceso quedó en un "incidente aislado" gracias a la "rápida intervención" de los agentes de la Ertzaintza que se han desplazado a Bruselas y de la policía local.
Nada justifica la actitud de provocadores y provocados cuando de violencia se trata, pero resulta significativo que todo empezara con el "Que viva España" de Manolo Escobar cantado por los radicales belgas.
Sólo hay una explicación: los hinchas del Anderlecht conocían de antemano la ideología mayoritaria de los más radicales del Athletic -nacionalistas vascos- y usaron el estribillo de la canción como una provocación, aunque alegaron que su intención era responder al lanzamiento de objetos por parte de los bilbaínos.
Un conocimiento 'técnico' sobre la ideología de los radicales del Athletic que muestra hasta qué punto las ventajas de la sociedad de la información pueden tener efectos contrarios a la formación y la cultura.
La situación recuerda a la vivida no hace mucho, el pasado 3 de diciembre, en campo del Austria de Viena. Entonces los hinchas austriacos contaron con la 'ayuda' de miembros de Ultras Sur y Brigadas Blanquiazules, entre otros grupos de ultraderecha, según pudo constatar la policía austriaca.
En la grada de los radicales austriacos se oyeron vivas a Franco, que le pueden costar una sanción de la UEFA al Austria de Viena.
Aquella demostración de fuerza ultra dejó constancia, además, del uso de las comunicaciones digitales entre los distintos grupos. El empleo de las redes sociales, los foros y demás usos de Internet posibilita las sinergias entre los radicales.
El miedo de Del Nido
Así se explican, por ejemplo, las reticencias del presidente del Sevilla, José María del Nido, a jugar la final de Copa contra el Atlético en el Bernabéu.
No es el hecho de disputarla en la ciudad del rival, aunque no en su estadio, sino el coincidir en la capital con dos grupos radicales como Ultras Sur y Frente Atlético -ultraderecha- que no comulgan con las mismas ideas políticas que los sevillistas de Biris Norte -extrema izquierda-.
El Vicente Calderón, campo del Atlético, fue escenario de cargas policiales contra hinchas del Olympique de Marsella en el encuentro de la fase regular de la pasada Champions League. Conclusión: el Calderón clausurado por dos partidos y un hincha francés, Santos Mirasierra, condenado por agredir a un policía.
Un buen amigo de Del Nido como Joan Laporta, se ha ganado la amenaza constante de los Boixos Nois y se ve obligado a llevar escolta. La razón: haberlos echado del Camp Nou. Uno de sus empleados de seguridad precisamente fue agredido en Múnich la temporada pasada.
Sin embargo, lejos de aminorar su historial delictivo, los radicales culés demuestran constantemente que no cesan en su 'guerra particular' contra todo lo que no entre en su ideario.
A principios de febrero, una actuación de los Mossos d'Esquadra contra la facción 'casuals' de los Boixos, imputados por cargos como homicidio y extorsión. Uno de los detenidos ya había sido condenado, además, por la agresión racista de componentes del equipo Bada Bing contra unos rivales de nacionalidad argentina.
Y pese a no poder hacer gala de su 'fuerza' en el Camp Nou, los Boixos consiguieron entrar en Montjuic en el derbi contra el Espanyol de la temporada pasada, donde protagonizaron incidentes con destrozos y quema de bengalas. Entonces utilizaron su propia web como plataforma convocatoria.
Alarma en Italia
Pero no sólo los grupos y los equipos rivales son objeto de las agresiones e intimidaciones. Testigo de ello es el locutor de la Ser Manolo Lama, agredido frente al pub 'The Cavern' en Liverpool con motivo de la visita del Madrid en la pasada edición de la Champions League.
Aunque no sea un consuelo, cabe decir que este repunte de la violencia en los estadios y alrededores de los mismos no es exclusiva de España.
El seleccionador inglés, Fabio Capello, lamentó en una entrevista hace meses que en Italia, su país de origen, "los ultras hacen lo que quieren".
Precisamente los del Lazio protagonizaron hace días un triste suceso al intentar parar un entrenamiento de su equipo en Fornello como protesta por los malos resultados. Su resultado, valga la redundancia, fue de cinco detenidos y diversos heridos en enfrentamientos con la policía.
Algunos miembros de los ultras laziales -por cierto, grupo que mantiene buenas relaciones con los del Madrid- fueron identificados por la policía austriaca en los incidentes del partido que disputó el Athletic en Viena.
Por no hablar del aficionado francés muerto tras una paliza de otros del Partizan de Belgrado. O los atléticos heridos por hinchas griegos en la visita del club rojiblanco al Panathinaikos. O los problemas ocasionados por la violencia ultra en países de América como Argentina o Chile. La globalización de la irracionalidad.