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Mourinho, el "especial", regresa a Londres

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Mourinho regresa a casa

El portugués Jose Mourinho regresa este martes a Stamford Bridge para enfrentarse como técnico del Inter de Milán a su ex equipo, a un Chelsea donde muchos jugadores y casi toda su afición le siguen considerando como un ser "especial".

'Mou' vuelve a Londres

"The Special One" fue como se autodenominó el portugués al comienzo de su exitosa carrera con los "Blues", que arrancó en el verano de 2004 y acabó, en lágrimas, tres años después.

Arrogante para algunos, genial para otros, Mourinho no sólo conquistó a Stamford Bridge con títulos sino también a la feroz prensa británica, que todavía cree en el personaje casi místico que pasea el luso por el universo futbolístico.

De hecho, tras la derrota del Chelsea en el partido de ida de octavos de final de la "Champions" en San Siro (2-1), las portadas hablaron de "embrujo" y de "encantamiento", del ascendente "mágico" que supuestamente todavía tiene sobre su ex equipo.

Más allá del gusto por lo esotérico para explicar sus cualidades como técnico, lo cierto es que "Mou" sacó al Chelsea de la más absoluta mediocridad nada más llegar al dar al "Bridge" su primera liga inglesa en 50 años.

Cierto es también que, aunque el dueño del club, el multimillonario Roman Abramovich, le dio un cheque en blanco para comprar grandes estrellas, llegó a convertir a jugadores como Didier Drogba y Peter Cech en "cracks" mundiales y relanzó las carreras de hombres como Frank Lampard o Joe Cole.

Sus declaraciones lograron crear entre sus hombres una mentalidad de sitiados, de manía persecutoria que se reflejaba en el campo en una agresividad y propósito de unión encomiables, al tiempo que los asilaban de la críticas del exterior por el escudo del técnico.

Extravagancias fuera del banquillo

Y es que, para deleite de los medios, los logros de Mourinho en el terreno de juego se mezclaban con sus extravagancias fuera de ellos.

Notoria era, por ejemplo, su enemistad con el adusto y discreto entrenador del Arsenal, el francés Arséne Wenger, a quien llegó a llamar "voyeur" ("mirón").

En ocasiones, no obstante, parecía incapaz de apartarse de los focos para ceder protagonismo a los futbolistas, como sucedió en el triunfo frente al Liverpool en la Carling Cup (Copa de la Liga) de 2005, cuando mandó callar a la grada con el dedo en los labios para decir después que ese gesto estaba dedicado a su mujer.

Otros episodios fueron, simplemente, surrealistas. En mayo de 2007 fue arrestado por la policía después de negarse a poner a su perro yorkshire terrier, Leya, en cuarentena.

Sea como fuere, su 4-3-3 llevó disfrute a la grada y gloria a las vitrinas del club. Hasta que el Manchester United acabó con una racha de dos ligas consecutivas en 2007 y el juego de los "blues" comenzaba a aburrir a las ovejas.

No es de extrañar, pues, que la relación entre Mourinho y Abramovich se deteriorase inevitablemente, a pesar de que ese año el portugués logró la Copa de Inglaterra frente a los "Red Devils", el último de los seis títulos logrados bajo su mando.

Mientras los jugadores lo celebraban sobre el césped de Wembley, Mourinho alzaba la mano con seis dedos a la vista y repetía en voz alta ese mismo número.

Media docena de copas que no pudo completar con la ansiada liga de campeones, su asignatura pendiente con el Chelsea y objetivo ahora con el Inter de Milán.