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El Real Madrid fuerza el cuarto partido

Por
Real Madrid 80-67 Caja Laboral

Ficha técnica:

Real Madrid: Prigioni (9), Bullock (3), Velickovic (11), Reyes (11), Tomic (18) --cinco inicial-- Llull (17), Garbajosa (-), Lavrinovic (9), Jaric (-), Vidal (-)

Caja Laboral: Palacio (5), Oleson (4), San Emeterio (6), Teletovic (11), Splitter (17) --cinco inicial-- Huertas (11), Eliyahu (4), English (6), Herrmann (3), Ribas (-).

Parciales: 21-21, 16-17, 21-15, 22-14.

Árbitros: Daniel Hierrezuelo, Miguel Angel Pérez Pérez, Lluís Guirao. Sin eliminados.

Estadio: Palacio Vistalegre. 9.300 espectadores.

El Real Madrid logró forzar el cuarto partido de las semifinales  de la Liga ACB contra el Caja Laboral tras superar al conjunto  vitoriano (80-67) en la llegada de la eliminatoria a Vistalegre, donde de nuevo ambos equipos dieron lugar a una batalla agónica de la que esta vez los blancos salieron victoriosos gracias a la irrupción  de Sergio Llull en el último cuarto.

La garra del base balear le ha convertido en el pulsómetro del  coliseo madridista, en el jugador que tiene en sus manos la mecha que enciende a la grada. En casa y ante su público, cuando parecía que el  Real Madrid acusaba la posibilidad de otro final apretado como los que ya le hicieron claudicar en el Buesa Arena, surgió Llull para anotar dos triples de manera consecutiva que dilapidaron las opciones  baskonistas. Con la grada exigiendo compromiso y sacrificio, el de  Mahón tenía un lugar reservado entre los protagonistas.

Su rebelión noqueó al Caja Laboral, que no encontró solución  posible a la vía de escape abierta por el joven internacional. Como a comienzos de temporada, su buen hacer se vio acompañado por el de Velickovic, resucitado en esta serie, y el de la otra joven perla del equipo blanco, Ante Tomic. Tres baluartes del futuro blanco que, con  el auxilio del capitán Felipe Reyes, hicieron posible el cuarto encuentro de la serie.

Esos fallos que impidieron al equipo blanco arrebatar a su rival  el factor cancha en la eliminatoria obligaban ahora a un esfuerzo  extra, sobre todo por parte de aquellos jugadores que hasta el momento habían pasado más desapercibidos. Uno de ellos era el joven  Ante Tomic, superado por Tiago Splitter en los dos partidos de  Vitoria. Bien errático o bien lastrado por las faltas, el croata  había rayado lejos de sus posibilidades en los choques previos.

Sobre el parquet de Vistalegre, el MVP de la competición volvió a  evidenciar su jerarquía, pero ahora sí obtuvo respuesta. De esa manera, Splitter y Tomic ofrecieron una admirable batalla entre  hombres altos, un diálogo entre 'cincos' de los que cada vez pueden  verse menos. Vistoso a la vez que poco frecuente. La disputa, además, abrió camino para el cuadro blanco, que encontró en la pintura una  buena vía de anotación.

Y es que Lavrinovic dio continuidad de manera exitosa a la buena  labor del joven croata. Tanto más cuando Teletovic tenía que ejercer como 'cinco' impostado. Entre tanto, el Caja Laboral advertía de su  peligro exterior. Peligro efímero, por cuanto la buena defensa y la  mala selección ayudaron a restarle eficacia. Si los 80 minutos anteriores no lo habían dejado claro, la igualdad es parte de esta semifinal.

Y como siempre que las fuerzas son tan parejas con tanto en juego,  hubo costumbres que se mantuvieron. Así, el por momentos desfogado  intercambio de canastas del primer periodo dio paso a una fase de  mayor control. De la presentación de armas del primer cuarto a la  precaución de los siguientes. Por respetarse, se respetó hasta el  papel de agitador de Sergio Llull, tan íntimamente ligado a las  pasiones de la grada madridista.

Las arrancadas del atlético base balear encendieron la mecha de lo  que confirmó sobre la bocina Louis Bullock. Cuando se agotaba el  reloj del tercer cuarto, el sedoso escolta estadounidense rubricó un triple inverosímil que concedió a su equipo la primera ventaja  destacable en el luminoso (60-55). Por respetarse, se respetaron  hasta los miedos que asolaron a los de Messina en los dos últimos  partidos. Pero entonces surgió Llull, y la esperanza se vistió de  blanco.