España-Suiza en la calle: de la euforia al fiasco en menos de dos horas
- Miles de españoles vieron el partido en los bares a pesar de tener que trabajar
- Caras largas entre los aficionados, que aún no se creen la derrota
- Ver también: Mundial 2010 | Selección española
La emoción del debut de España en el Mundial 2010 era palpable minutos antes de las cuatro de la tarde en el corazón financiero de Madrid: Nuevos Ministerios. Allí, ejecutivos con bufandas de la selección buscaban un lugar discreto -fuera del alcance de los jefes- en el que poder ver el partido.
"Vamos a trabajar, no queda otra", aseguraban a RTVE.es. Pero sólo cinco minutos después los podíamos ver en algún bar de la zona. "Es que es España", se justificaban. Y pedían que no les grabáramos. Los jefes, otra vez. Algunos tenían permiso de la empresa para poder ver el choque ante Suiza, pero eran los menos.
"¿Y la reforma laboral que acaba de aprobar el Gobierno?", les preguntábamos. "Hoy no toca, hoy es más importante la selección", nos aseguraban una y otra vez.
"El trabajo para otro día"
A pocos metros, en las afueras del estadio Santiago Bernabéu, miles de personas se concentraban alrededor de dos pantallas gigantes colocadas por uno de los patrocinadores de la Copa del Mundo. El público mayoritario eran jóvenes, bien provistos de alcohol, que iban a disfrutar del partido.
"¿Y el trabajo?", preguntamos de nuevo. "El trabajo para otro día, para otra vida", gritaban mientras comenzaba el encuentro. Los que no tenían más remedio que 'currar', como los taxistas o los conductores de autobús lo escuchaban por la radio. Las Fuerzas de Seguridad lo tenían más fácil. "Lo podemos ver en la pantalla, pero hay que estar atentos a lo que ocurre aquí, que hay mucha gente", nos decía un policía local.
La euforia y los nervios se mezclaban en los bares, terrazas y restaurantes de la Castellana durante la primera parte porque España no marcaba. Y entre "uys" por las ocasiones de la Roja, los teléfonos móviles de algunos ejecutivos comenazaban a sonar: tocaba retirada.
Mientras, en los alrededores, los comercios, casi vacíos, eran un sueño para aquellos a los que no les interesa el fútbol. Y en las calles, menos coches: un 15,7% bajó el tráfico en la capital del país.
Decepción en Sol
Y del corazón financiero de Madrid, al centro mismo de la capital. La Puerta del Sol parecía vivir ajena al choque. Turistas de todas las nacionalidades hacían fotos al Oso y el Madroño y a la fachada de la Comunidad de Madrid. Pero en un rincón el Mundial estaba presente.
Justo en la desembocadura de Preciados a la plaza. Y conforme íbamos llegando, notamos que algo pasaba. Suiza había marcado. Y viéndolo estaba un centenar de personas, arremolinadas ante dos televisores que unos grandes almacenes habían puesto en sus escaparates para que la gente viera el debut de España.
La bulliciosa Puerta del Sol era, en este rincón, silenciosa. La mayor parte de los espectadores eran turistas de diversas nacionalidades. Incluido un chileno que nos decía que no le gustaba el resultado. "Yo quiero que gane España porque luego se tienen que enfrentar a Chile y si pierden irán con más ganas. No es bueno (el 0-1)", aseguraba.
"¿Va perdiendo España? ¡Qué gilipollas!"
Conforme avanzaba el encuentro, el aforo se iba haciendo más grande. Mucha gente se asomaba y se iba al ver el resultado. Otros preguntaban. Una señora, al informarle de que la selección iba perdiendo comentó exaltada: "¿Va perdiendo España? ¡Qué gilipollas!", y se marchó renegando del equipo.
Y los minutos pasaban. Y la gente no se creía la derrota. Las caras de decepción se tornaban en esperanza cuando Villa o Torres llegaban al área. Pero enseguida volvía el desánimo.
Y así, cuando el árbitro pitó el final, el grupo de aficionados se disolvió. "Ya decía Casillas que los partidos había que jugarlos, ¡qué razón tenía!", comentaba una señora a su marido. Y es que el fútbol tiene estas cosas: la euforia se puede convertir en un fiasco en tan sólo dos horas.