La Copa del Mundo se queda sin dueño en Sudáfrica
- Tras el fracaso francés, Italia protagoniza otro batacazo al perder 3-2
- Eslovaquia, que debuta en un Mundial, en octavos como segunda de grupo
- Los dos finalistas de Alemania 2006 están fuera de Sudáfrica 2010
Así lo hemos contado | Estadísticas | Así queda el Grupo F
Un Mundial es para esto, para ver cómo las selecciones grandes pueden quedarse fuera a las primeras de cambio y cómo las selecciones debutantes pueden dejar fuera al vigente campeón. Italia no ha sabido poner sus barbas a remojar tras ver el fracaso de Francia y no ha podido ganar a una selección eslovaca que merecidamente ha hecho historia. Ahora mismo, las dos finalistas del último Mundial dejan huérfana a la misma copa que se disputaron en Berlín. [Así lo hemos contado] [Estadísticas]
El partido disputado en el Ellis Park va a ser recordado en Italia como el último partido de la generación de futbolistas transalpinos que en 2006 levantaron la Copa del Mundo. El entrenador, Marcelo Lippi, junto a jugadores como Cannavaro o Gattuso han vestido por última vez la 'maglia azzurra' en el peor partido que hubieran deseado para su despedida.
Una primera parte de olvidar pudo dar paso a una segunda parte, y sobre todo, un final vibrante. Basta con decir que se anunciaron cuatro minutos de tiempo añadido en la segunda parte y se llegó casi a los ocho.
Italia entera y especialmente Lippi llevaba una semana entera suplicando por la recuperación de Andrea Pirlo. Aún sin estar al cien por cien, se especulaba con la participación del centrocampista del Milan de inicio o por lo menos durante el partido. No pudo llegar, o Lippi no se quiso arriesgar, y el centro del campo transalpino titular lo compusieron Montolivo, De Rossi y un Gattuso que está muy lejos de ser el que era.
Con esta dirección de orquesta salió Italia obligada a ganar y como no podía ser de otra manera, no creó ni tan siquiera una ocasión de peligro durante todos los 45 primeros minutos.
En frente había saltado al campo una selección debutante en una Copa del Mundo plagada de jóvenes talentos que no iban a dejar pasar la oportunidad de ser recordados para siempre por sus compatriotas. La hasta ahora desconocida Eslovaquia, capitaneada por el centrocampista del Nápoles (para más inri) Hamsik, no mostró ningún miedo al rival desde que el árbitro pitó el saque inicial.
En el minuto 24 comenzaba la tragedia para los italianos. Un desconocido De Rossi perdió de manera absurda el balón en la salida que Hamsik supo aprovechar para habilitar al delantero Vittek sólo ante Marchetti. El eslovaco, con temple, ajustó el balón al palo derecho de la portería e inauguaraba el marcador.
Con el gol eslovaco se perdía la posibilidad de haber visto un sorteo que hubiera sido necesario para determinar si Italia o Nueva Zelanda eran los que acompañaran a Paraguay a la siguiente fase, ya que italiano y 'kiwis' se encontraban hasta el minuto 24 empatados a todo.
Se iban al descanso los dos equipos con un 1-0 que desesperaba a Lippi en la banda y le obligaba a reestructurar el equipo en los vestuarios. Como las desgracias no vienen solas, el lateral del Genoa Criscito, uno de los mejores de su equipo en este Mundial, tenía que abandonar el partido por lesión.
Tras la reanudación, se quedaban en el banquillo el citado lateral y un Genaro Gattuso que sólo fue protagonista en la primera parte por la brecha involuntaria que causó en la rodilla del eslovaco Strba. En su lugar entraron los jugadores del Nápoles Quagliarella y Maggio. El primero como puñal por la banda izquierda y el segundo para ocupar el lateral derecho y desplazar a Zambrotta a la izquierda.
Pirlo levantó la mayor ovación con su regreso
Los primeros minutos fueron un calco de la primera parte hasta la sustitución que más aplausos levantó en el Ellis Park. Andrea Pirlo entraba en escena en sustitución del jugador de la Sampdoria Montolivo. La historia era otra, el timón ya lo había cogido el natural de la pequeña localidad de Flero (Brescia).
Poco a poco, con un mayor número de efectivos en la delantera (Pepe, Iaquinta, Di Natale y Quagliarella), los italianos empezaron a arrinconar a los eslovacos. Por su parte los eslovacos, obligados por una situación en la que nunca antes se habían visto, los hombres de Vladimir Weiss se encerraban en su área para esperar salir en alguna contra por sorpresa.
Cuando mejor estaba funcionando la maquinaria 'azzurra', tras una ocasión de Di Natale que por individualista no acabó en gol y justo después de que el defensa eslovaco Skrtel sacara bajo palos un tiro de Quagliarella, una nueva combinación de Hamsik y Vittek en el 73' acababa en gol poniendo el 2 a 0 en el marcador y haciendo saltar todas las alarmas en el país de la bota.
Tocaba épica y en eso si hay una selección experta es Italia. Sólo pasaron siete minutos y un rechace de Mucha a disparo de Quagliarella lo cazó Di Natale en el área para empujar a gol y poner emoción al partido, 2-1. En las mallas de la portería eslovaca, mientras Di Natale era felicitado por sus compañeros, se montaba una trifulca entre el portero Mucha y Quagliarella. El italiano quería el balón para perder el menor tiempo posible y el portero no quería soltarlo. Al final el árbitro inglés Howard Webb se lavó las manos y con una tarjeta para cada uno solucionó el conflicto.
Salvo los aficionados italianos que bastante nerviosismo tendrían encima para pensar en algo, todo el mundo (sin importar el país en el que estuvieran viendo el encuentro) pensaba que éste sería el típico partido que acabaría empatando Italia de jugada polémica o de suerte y que finalmente los campeones llegarían a octavos.
El fútbol se reinventa
El fútbol que hasta ahora conocíamos es diferente, eso se demostró en el minuto 84' y en el 88'. Primero por un gol bien anulado a Italia de ésos que nunca le habían anulado en los diez últimos minutos de un partido mundialista y segundo porque un centro de Maggio que Iaquinta se disponía a meter en la portería fue desviado por Mucha para poder montar una contra que acabaría en gol.
Un recién entrado en el césped, Kopunek, sorprendió a la que Cannavaro llamaba antes de empezar el Mundial "la mejor defensa del mundo" y con una sencilla asistencia de saque de banda se plantó sólo ante Marchetti para colarle de vaselina el Jabulani y hacer el 3-1.
Sin tiempo para celebrar nada Eslovaquia observó como en el 92' Quagliarella volvía a recortar las diferencias con uno de los mejores goles del torneo. Con calidad, desde fuera del área y poniéndo el balón en la escuadra, el jugador que entró como último en la lista de los 23 de Lippi ilusionaba de nuevo a un país acostumbrado a estos finales.
Se jugaban ya dos minutos por encima de los cuatro que el cuarto árbitro había anunciado cuando Italia tuvo la última. Un balón colgado a la olla eslovaca en la que estaban en ese momento mínimo 21 jugadores quedó muerto en los pies de Pepe. El jugador recién fichado por la Juventus de Turín no pudo emular la hazaña de Fabio Grosso en Alemania y su tiro salió desviado. Fue la última. La historia de los mundiales es otra a partir de ahora.