El día que Mourinho tuvo que rectificar
- A pesar de la victoria en en Francia (0-1), el juego madridista sembró dudas
- El entrenador portugués eligió el peor día para utilizar su sistema favorito
- El 4-3-3 que hizo campeones a Chelsea e Inter no es compatible con el Madrid
- La entrada en el campo de Özil y Di María aportaron la creatividad necesaria
- Vota aquí si viste apropiado el once que 'Mou' presentó en el Abbé Deschamps
Mal día el elegido por Jose Mourinho para utilizar el sistema de juego que más le gusta. El 4-3-3 en el que atacaban Joe Cole, Drogba y Robben, secundados por el trío Makelele, Lampard y Essien; hizo que el Chelsea volviera a ganar la Premier 50 años después y por partida doble. Ese mismo dibujo, pero interpretado por el trío Pandev, Milito y Eto'o, con Cambiasso, Motta y Sneijder por detrás, llevó la Champions League a las vitrinas del Inter 45 años después. Sin embargo, mucho tiene que cambiar la cosa para que ese planteamiento táctico sea el apropiado en Chamartín. [¿Viste apropiado el planteamiento del Madrid frente al Auxerre?]
La alineación expuesta en el césped lo decía todo: Xabi Alonso, Khedira y Lass dejaban fuera a los Özil, Di María, Granero, etc. (a los que habría que sumar la baja por lesión de Canales y la más que controvertida ausencia de Pedro León). Es decir, que los denominados mediocentros defensivos tenían que convertirse en el Abbé Deschamps en centrocampistas de recuperación, de control, de imaginación y de creación; además de actuar como fieles escuderos del trío Higuaín-Cristiano-Benzema.
Un once al que se le podría llamar 'de músculo' puede ser el mejor recurso y al mismo tiempo estar bien visto en San Siro o en Stamford Bridge pero no puede ser utilizado para tratar de ganar a un Auxerre encerrado en su área que sólo trata de alegrar a su público en su primer partido de Champions en casa.
Además de inapropiado, el esquema resultó ser un riesgo. Aunque Mourinho asegurara que su equipo "nunca perdió el orden en defensa", las primeras ocasiones fueron para el Auxerre y si alguna de ellas hubiera acabado en gol (una mala salida de Casillas a punto estuvo de costar el primer gol), el equipo galo se hubiera cerrado aún más y en los blancos hubiera imperado todavía más la ansiedad.
Para los que no la vieron, la primera parte del equipo merengue fue un calco de lo que se vio en el partido de Liga ante el Levante. La posesión en los primeros 45 minutos fue abrumadoramente favorable al Real Madrid (más del 70%). Que el mejor de los madridistas al descanso fuera Lass Diarra daba que pensar... por lo negativo claro.
Es un hecho que el Madrid, y sobre todo sus delanteros, sufre de ansiedad. El año pasado a estas alturas se acusaba a Pellegrini de carecer de un estilo de juego definido pero la efectividad de sus delanteros eclipsaba todo lo demás. Esta temporada, en la que no olvidemos que los blancos siguen invictos, el equipo necesita demasiadas ocasiones claras para marcar. Sólo en Champions, de 45 remates en los dos partidos, se han conseguido únicamente 3 goles.
La rectificación de Mourinho llegó en la segunda parte y obligada por las circunstancias ("cambios para tratar de ganar el partido", los llamó 'Mou'). La inclusión en el campo de Özil y Di María era el reflejo de la equivocación del portugués, reflejo que brillaba más a medida que pasaban los minutos gracias al criterio que ponía el alemán y al descaro con el que encaraba el argentino.
El gol de Di María le valió a Mourinho para 'matar dos pájaros de un tiro': primero por los tres puntos que colocan al equipo merengue como líder del grupo en solitario y segundo porque así pudo (acto seguido) volver a su querido 'trivote' en el centro del campo con la entrada en el campo de Mahamadou Diarrà en lugar de Higuaín.
Lo dicho, que mucho tiene que cambiar el panorama para que el 'sistema Mourinho' funcione en el Bernabéu de la misma manera que ha funcionado en Londres y en Milán. Mientras tanto, los buenos resultados seguirán justificando cualquier planteamiento que 'the special one' ponga en práctica.