Una temporada llena de altibajos para Ferrari y Alonso
- Empezó como líder y ha llegado a ser quinto a 47 puntos
- Ha ganado cinco carreras, tres en los últimos seis grandes premios
- Ver también: Especial Fórmula 1
La trayectoria de Alonso en el Mundial de F1 ha estado plagada de altibajos. Es una frase que se puede aplicar a su carrera, que brilló poderosísimamente en sus dos primeros títulos en Renault, en 2005 y 2006, cuando rompía récords de precocidad y talento. Sin embargo, sufrió un bache con la competencia 'desleal' que vivió en McLaren cuando quiso medrar en la temporada siguiente, vivió una travesía en el desierto con Renault de dos años.
Y en esta temporada de la vuelta a la elite, el año en que unió su camino con un caballo ganador, el de Ferrari, ha vuelto a tocar el cielo, pero su prometido final glorioso se ha visto truncado en los últimos trescientos kilómetros, en la última carrera. Como las grandes historias épicas, pero sin final feliz.
Con un comienzo espectacular tras vencer en Bahrein y ser cuarto en Australia, los entusiastas del asturiano se frotaban las manos pensando que esto iba a ser pan comido para el español de Ferrari, que tras las dos primeras carreras era el líder del campeonato [Clasificación del Mundial de F1].
Poco duraron las alegrias para la escudería del 'cavallino rampante', que vio como en las siguientes pruebas el F-10 no oponía resistencia alguna a sus rivales. Hasta tal punto llegó el desastre que Alonso salió de la décima prueba, el Gran Premio de Gran Bretaña, con una desventaja de 47 puntos respecto al entonces líder, un Lewis Hamilton que iba lanzado.
La verdad es que el bicampeón español pasó con más pena con gloria las carreras de Malasia (abandono), China (cuarto), Mónaco (sexto), Turquía (octavo), Europa (octavo) y Gran Bretaña (decimocuarto), a excepción del podio conseguido en el Gran Premio de España donde fue segundo y de Canadá, donde acabó tercero.
Pero en la siguientes siete carreras Fernando Alonso logró una remontada en la que poco creían nada más acabar el 11 de julio la carrera de Silverstone. Una fe ciega en sus posibilidades y en las de su equipo, sostenidas por su talento y sangre fría al volante y por una mejora en el rendimiento de los motores, le llevaron a ganar cuatro de esas siete pruebas (Alemania, Italia, Singapur y Corea), ser segundo en otra (Hungría), tercero en Japón y a retirarse desafortunadamente en Bélgica.
En el penúltimo gran premio de la temporada, disputado en Brasil, el bicampeón español consiguió un meritorio tercer puesto y solo perder tres puntos con respecto a Webber, que fue segundo. Pero sobre todo, el compañero de equipo del australiano, el alemán Sebastian Vettel, le echó una mano al asturiano al ganar la carrera en Interlagos, poniendo de manifiesto una de las mayores virtudes y a la vez cargas del equipo Red Bull: la renuncia a las órdenes de equipo.
La evolución del F10 llegó a tiempo, pero no bastó
¿Y cuál fue la clave de esta espectacular remontada? La clave no es otra que la evolución del F10. Perdidos en el desarrollo a mitad de campeonato. En Maranello supieron resurgir para hacer un coche competitivo para luchar por el título gracias a pequeñas modificaciones para mejorar su monoplaza. Esto unido a la mala suerte de Hamilton, que tuvo que abandonar en Italia y Singapur.
Pero este Mundial se recordará sobre todo por las órdenes de equipo. Las que se dejaron oír de manera palmaria en el GP de Alemania para que Felipe Massa dejara pasar a Fernando Alonso y consiguiera un triunfo trascendental. Los 100.000 euros de multa fueron a la postre una sanción agradable, a pesar de la polémica.
Y también las órdenes de equipo que no se dieron, la falta de un pronunciamiento en Red Bull entre un piloto joven, prometedor, talentoso y pura imagen de marca andante de las bebidas energéticas del toro rojo, Vettel, y un veterano piloto australiano que durante buena parte del campeonato fue más fiable, Webber.
Los Red Bull, de largo los mejores monoplazas de la parrilla, han estado siempre en la pomada por la lucha del Mundial, y a punto han estado de pagar también una irregular temporada que ha contribuido a dar emoción al Mundial y no dejarlo muerto y enterrado hace ya dos meses.
Han sido los dominadores absolutos de la parrilla a la hora de la salida, pero no lo han rentabilizado igualmente en victorias (diez poles para Vettel, cuatro victorias; mejor para Webber, más regular, con cinco primeras plazas y cuatro victorias).
Han sido capaces de lo mejor (cinco triunfos para Vettel, cuatro para Webber) y de lo peor, con el accidente entre ellos en Turquía, el accidente de Webber en el polémico GP de Europa, y el abandono doble en Corea, que permitió a Alonso ponerse líder del Mundial, o el favor que le hizo Vettel a Alonso llevándose la victoria en el penúltimo GP del Mundial, en Brasil, poniéndose en situación de dar un jaque al liderato, pero sin ningún miramiento por las aspiraciones al título de su compañero de equipo.
La jugada, plena de riesgo, ha dado a la escudería austriaca un merecido triunfo y dejado un poso agridulce en la sidra con la que querían brindar los aficionados asturianos y de toda España. Sin embargo, Alonso ha vuelto a ganarse el favor de los aficionados españoles, y aunque no ha podido sumar su título mundial al indiscutible éxito del motor español en 2010 con el triplete en MotoGP, la marea roja Ferrari y azul Asturias le seguirá adonde vaya el próximo año.