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Guardiola se doctoró como domador de leones

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El Barça sobrevive en el infierno

Por eliminatorias como esta, merece la pena la Copa del Rey. El resultado de empate a cero de la ida convirtió a 'La Catedral del fútbol', San Mamés, en un infierno del que tan solo este FC Barcelona es capaz de salir airoso.

Joaquín Caparrós enseñó sus cartas desde el inicio de partido al contrario que Pep Guardiola que reservó a Iniesta y a Puyol en el banquillo, sorprendiendo a propios y extraños.

El choque se desarrolló como se esperaba, del mismo modo que se desarrollan casi todos los partidos que enfrentan a los dos 'reyes coperos': balón dominado por los culés mientras que 'los leones' esperan su oportunidad para dar el zarpazo.

Tal era la presión en defensa de los jugadores vascos y la del público que al 'todopoderoso Barça' se le vio por momentos desconcertado en la primera parte. De hecho, un remate franco marrado por Susaeta podría haber cambiado y mucho el guión de la eliminatoria al mismo tiempo que San Mamés se hubiera venido abajo.

Es destacable, por lo raro del registro, que al término de la primera parte, el Athletic había llegado al área contraria siete veces y el Barça tan solo seis.

La clave estaba en ver si los pupilos de Caparrós serían capaces de dos cosas: la primera el mantener ese derroche físico que propiciaba una defensa impecable sobre los hombres clave como Xavi, Messi o Pedrito; y la segunda, el ser capaces de dar un paso más en ataque para generar ocasiones y miedo en los azulgranas.

La resistencia física se mantuvo, gracias al orgullo y gracias principalmente al empuje de una afición que desde el día anterior había hecho creer a los suyos que la clasificación era posible, desde el campo de entrenamiento al hotel y de ahí al estadio.

La segunda premisa la abortó Guardiola con la entrada en el campo de Iniesta (con pitada incluída) en sustitución del lateral izquierdo, Adriano. El cambio hizo que Busquets se trasladara al centro de la defensa (aporte de músculo a la línea de defensa), que Abidal ocupara el carril zurdo (ya lo había bordado como central) y que el equipo recibiera una inyección de aire fresco en el medio del campo.

Las opciones bilbaínas pasaban por aguantar su portería a cero y se mantuvieron intactas hasta el minuto 75'. Precisamente por la izquierda fue por donde llegó el gol culé, obra de Abidal, y el equipo estaba preparado en esos momentos para aguantar las embestidas vascas en forma de balones aéreos con defensas de gran estatura. Por si era poco, el técnico de Santpedor dio entrada a Puyol en el césped para apuntalar mejor la zaga.

Estos cambios tácticos hicieron que ni el gol de Llorente en el 84' ni todo San Mamés volcado sirvieran para romper la racha de Guardiola: diez partidos frente al Athletic, ocho victorias y dos empates. Números sin duda de un auténtico domador de 'leones' que según dicen, estaría encantado de entrenar al Athletic en un futuro.