¿Se convertirá por fin Djokovic en una alternativa real a Nadal y Federer?
- Australia fue la segunda final de las 23 últimas de un 'major' sin ellos
- El serbio, ganador de dos Open, sólo se dejó un set en su camino hacia la final
El triunfo de Novak Djokovic en el primer Grand Slam del curso, el Abierto de Australia, abre otra vez más el debate sobre si el tenista serbio es una alternativa real a la supremacía establecida por el español Rafael Nadal y el suizo Roger Federer.
Por primera vez desde que en el 2008, en el mismo escenario del Melbourne Park, el balcánico ganó su primer título grande al vencer en la final al francés Jo Wilfried Tsonga, la lucha por el éxito ha dejado al margen al balear y al helvético. Más llamativo es, incluso, el hecho de que ésta fuera la segunda final de las 23 últimas de un 'major' sin Nadal ni Federer entre los aspirantes.
Djokovic y Murray dieron un impulso a sus ambiciones. Fueron, de largo, los que más apostaron por el triunfo desde el principio, los que apenas vieron inquietar su trayecto por el cuadro del torneo. El serbio sólo se dejó un set en su camino hacia la final, en la segunda ronda frente al croata Ivan Dodig. Murray sufrió más, pero en el último tramo. El ucraniano Alexandr Dolgopolov, en cuartos, y el español David Ferrer, en semifinales, llevaron su partido a cuatro mangas.
El triunfo ha consolidado a Djokovic como auténtica alternativa. Inquietante hasta ahora para los que le preceden en el ránking, suma ya dos grandes. Un refuerzo para el serbio, que ha dado por fin el salto esperado a las alturas del circuito.
No es tan claro el caso de Andy Murray, desplazado hacia un lugar secundario tras su tercer intento frustrado. Acumula lastre el escocés, incapaz hasta ahora de enterrar las frustraciones británicas.
Federer se quedó en el camino en semifinales. Su contundente derrota frente al serbio le dejó sin premio alguno en los últimos cuatro grandes. Cerró un ciclo de vacío. Desde que ganó el Abierto de Australia en el 2010, fue incapaz de ampliar su cosecha en Roland Garros, Wimbledon, el Abierto de Estados Unidos y ahora, de nuevo, en Australia. Mantiene su hegemonía con dieciséis grandes.
Nadal, sin embargo, no pudo completar la etapa gloriosa, el 'Rafa Slam'. Se quedó a medio camino de ser el tercer jugador de la historia en lograr los cuatro Grand Slam de forma consecutiva, después del australiano Rod Laver y del estadounidense Bill Tilden, que lo lograron, además, en el mismo año.
Igual que un año atrás, el número uno del mundo se estancó en los cuartos de final, víctima de una lesión. Una rotura fibrilar en los músculos isquiotibiales le dejó en el partido ante David Ferrer malparado y fuera del triunfo.
Su baja y su derrota abrieron el paso a Ferrer, que mantuvo el tipo en el torneo. Logró igualar el alicantino su mejor registro en un Grand Slam, la semifinal. A diferencia de la del Abierto de Estados Unidos del 2007, esta vez, frente a Murray, salió a disputarla. Sin complejos. De tú a tú. Y tuvo sus opciones.
Ferrer salió de Melburne como sexto jugador del mundo. Por delante del checo Tomas Berdych y detrás del sueco Robin Soderling. Ninguno de estos se confirmó como alternativa a corto plazo. Especialmente en el caso del escandinavo, que llegó como cuarto mejor del mundo y que fue superado por el ucraniano Alexandr Dolgopolov, símbolo de la irrupción de las generaciones nuevas que asoman en el tenis y que se dejaron ver por el Melbourne Park. Como el canadiense Milos Raonic o el australiano Bernard Tomic.
El tenis español llegó hasta octavos como un tiro. Empezó el torneo con trece y colocó a cinco de sus raquetas en la cuarta ronda. Un récord que superó a los tres que se metieron en 1997, 2007, 2008, 2009 y 2010. De ahí, sólo Nadal, Ferrer y Tommy Robredo, que insistió en volver tras su mal papel el pasado año.