20 años del primer Tour de Indurain
- Tal día como hoy en 1991, el navarro ganaba su primer Tour
- Partía como gregario de Perico Delgado en Banesto
- Su llegada a Val Louron junto a Chiapucci marcó una nueva era
- Repasa lo mejor de la historia del Tour de Francia
Miguel Indurain es una leyenda del cicismo, pero en 1991 casi nadie apostaba por él como ganador del Tour de Francia. Su propio equipo, el Banesto, le tenía reservado el papel de gregario del principal favorito, Perico Delgado, pero un chico alto y tímido de Villava (Navarra) estaba destinado a reescribir la historia.
No era en absoluto un desconocido para el mundo del ciclismo, como demostró 'Miguelón' en ediciones anteriores con triunfos de etapa en Cauterets y Luz Ardiden, así como una espectacular subida a Alpe d'Huez en 1990, trabajando para Perico.
Y eso que su complexión no le auguraba buenos papeles en las etapas de montaña. No se caracterizaba por sus arrancadas explosivas, pero sí por imponer ritmos infernales en las subidas.
Donde sí demostro ser fuerte, ya en 1991, fue en las contrarreloj. En la octava etapa se impuso en una lucha contra el crono nada menos que de 73 kilómetros, sacando ocho segundos al norteamericano Greg Lemond, que terminaría líder. Su jefe de filas, Perico Delgado, se perdió a dos minutos.
Al Banesto de Echavarri y Unzue le llovieron muchas críticas por su estrategia para la 12ª etapa, con final en Jaca, donde vieron cómo la escapada de Luc Leblanc, Charly Mottet y Pascal Richard sacudía el pelotón y dejaba al joven Leblanc como sorprendente 'maillot' amarillo.
Pero la sorpresa esperaba al día siguiente, en la etapa con salida en Jaca y final en Val Louron, previo paso por el Tourmalet. El italiano Claudio Chiapucci se escapó en el ascenso y un aguerrido Indurain salió a su caza en el descenso.
Juntos coronaron el último puerto, dejando para la historia una imagen muy frecuente a partir de entonces en el campeón navarro: su generosidad cediendo la victoria de etapa al italiano, mientras él se llevaba el premio de la ventaja en la clasificación general.
Chiapucci no aspiraba a lo mismo, puesto que como confesó posteriormente "estaba convencido de que había hecho un pacto muy favorable para mí, pensando que en las siguientes etapas le quitaría el liderato. ¡Qué equivocado estaba!".
Indurain salió de Val Louron como sorprendente 'maillot' amarillo y después consolidó la alternativa del ciclismo mundial en la mítica subida a Alpe d'Huez, esta vez con Gianni Bugno como improvisado gregario. De nuevo victoria de etapa para el escalador italiano y golpe en la general para el español. Bugno y Chiapucci serían a la postre sus compañeros en el podio de París, confirmando un triunvirato llamado a liderar el ciclismo mundial en los años venideros.
Antes del champán en la capital del Sena, llegó una nueva victoria de etapa para el español en su especialidad, la contrarreloj del penúltimo día entre Lugny y Mâcon, con Bugno y Lemond a su estela. Comenzaba una nueva era.