Guardiola vuelve a ganar por sexta vez la partida táctica a Mourinho en Liga
- El Barça y Guardiola encadenan su sexta visita sin conocer la derrota
- Mourinho sigue sin dar con la tecla para torcer su suerte ante el Barça
- El entrenador portugués no logra remontar y lamenta la "mala suerte"
- Así ha sido el Real Madrid 1-3 Barcelona
Con la satisfacción del deber cumplido, el Barça pone tierra de por medio tras su nueva victoria en el Santiago Bernabéu, rumbo al lejano Oriente en pos del Mundial de Clubes, el que podría ser su quinto título de la temporada en este 2011 -tras la Liga, la Champions, la Supercopa de España y la de Europa-. Como si tal cosa. Como si los noventa minutos ante el Real Madrid fueran un trámite burocrático, como si ganar 1-3 en el Bernabéu fuera tan corriente como lavarse los dientes después de cenar.
Es la fuerza de la costumbre, parece, desde que Pep Guardiola se sienta en el banquillo visitante en el estadio del eterno rival, en aquel que recordaba que apareció por primera vez como perro de presa de Butragueño. No hay récord que valga. A las estadísticas del Real Madrid, con una ventaja inédita en los últimos tres años en el clásico, con una racha impoluta de 15 victoria consecutivas, sin perder en el Bernabéu desde el año pasado ante el Sporting.
A ello responde el equipo azulgrana, dubitativo hasta la fecha fuera de casa, con la contundencia de su fútbol, la superioridad del toque, la genialidad de sus 'bajitos', el valor añadido de los nuevos... Una película ya vista, pero no por ello menos sorprendente, una pesadilla que agacha la cerviz de la autoestima blanca, una tiranía que no cesa.
Lo dijo Rosell tras el partido olvidando toda prudencia: "No es políticamente correcto, pero creo que nuestros jugadores han dado un baño y hay que estar orgullosísimo de este equipo, de este entrenador y del trabajo que han hecho en este campo".
Una manera poco diplomática de constatar que la victoria de este 10 de diciembre de 2011 en el Santiago Bernabéu supone la sexta visita consecutiva del conjunto azulgrana al feudo madridista sin conocer la derrota, media docena de partidos que coinciden con el tiempo que lleva Pep Guardiola al frente del equipo, que presenta unos espectaculares números en sus visitas al campo del eterno rival, cuatro victorias en seis encuentros.
La última vez que los 'culés' salieron del estadio madridista sin puntuar fue en la jornada 36 de la temporada 2007-2008, partido que acabó con 4-1 y que pasó a la historia por el pasillo que los pupilos de Frank Rijkaard le hicieron a sus rivales, que se habían proclamado campeones de Liga una semana antes ante Osasuna. Desde entonces, un histórico 2-6 a Juande Ramos, un 0-2 a Pellegrini, un 1-1 a Mourinho, y ahora un 1-3 de nuevo al portugués, en el campeonato nacional.
El inicio de la actual temporada no ha provocado un cambio de ciclo, como se quería esperar a este lado del Manzanares, ni siquiera respecto a lo visto en la ida de la Supercopa hace apenas cuatro meses (2-2 en la ida jugada en el Bernabéu).
El Madrid no supo gestionar la ventaja
No ha hecho falta que marque Messi, protagonista habitual y autor de siete goles a Casillas en los clásicos. No ha bastado un gol de ventaja, tan tempranero y con un error garrafal de un Víctor Valdés que no se quitó el susto del cuerpo en todo el partido. El Barça se le ha enquistado a Mourinho, al que le salió mal la apuesta por Özil, y no dejó de lamentarlo en la rueda de prensa posterior. "Esperaba más de él", afirmó.
Pese al anunciado 4-3-3 en la previa, el dibujo volvió más bien al 4-2-3-1 que había llevado a los blancos al liderato. Desactivó el portugués la propuesta que no le había funcionado anteriormente en otros duelos con el Barça, con el trivote, y apostó por la fórmula de la presión intensa y adelantada -con el eufemismo de triángulo de presión alta- que sí había entusiasmado en la ida de la Supercopa. Con efecto instantáneo en el gol de Benzema a los 23 segundos, que ni le dio tiempo a ver al reaparecido Tito Vilanova.
Pero la intensidad, como en ediciones anteriores de la saga del clásico, se diluyó con el paso del tiempo, a medias entre el gasto de energías propias y el ejercicio de orden, control y toque del Barça.
Guardiola sí supo alterar el guión
La batalla táctica la volvió a ganar Guardiola, también fiel a su estilo, renunciando a la defensa de tres, sacando a su equipo de garantías, con un Puyol que en principio parecía una apuesta arriesgada por su escaso concurso esta temporada y que terminó, como casi siempre, como uno de los mejores del equipo.
Pero en cuanto el Real Madrid se puso por delante, Guardiola modificó el libreto, y con acierto. Adelantó a Dani Alves y sacó el máximo rendimiento a sus granados -y caros- fichajes, el chileno Alexis Sánchez y Cesc Fábregas, que se reivindicaron con goles, el quinto y octavo en lo que va de Liga, respectivamente. La defensa fue cosa de Piqué, Abidal y un multiplicado Puyol, magistral en todas sus acciones.
Distinto es el caso de Villa, destinado a la suplencia y a una participación activa, pero marginal, al final del encuentro. La situación del delantero asturiano en el equipo sigue en revisión en Can Barça.
“Mourinho achacó el resultado a la mala suerte en momentos puntuales“
Mourinho tuvo ocasión y algunos motivos para achacar parte del resultado a la mala suerte en algunas ocasiones de sus jugadores, como las que tuvieron Cristiano Ronaldo, Benzema o Kaká, que según el técnico portugués, "no suelen fallar".
"En todos los juegos la suerte juega una parte importante. Con el 1-0, tenemos el 2-0 para hacer que, en circunstancias normales, lo hacemos porque Cristiano normalmente la mete dentro y con 2-0 el partido es diferente".
Se mordió la lengua algo más al mirar hacia el arbitraje, pero no evitó protestar por una posible segunda amarilla para Messi. Quizás el árbitro ve mejor que yo, que está cerca. No quiero hacer crítica sin verlo en televisión, puedo ser injusto y no quiero serlo".
A pesar de ello, el portugués tampoco negó que el partido del Bernabéu se perdió en parte por las mismas razones que en otros encuentros, en goles que ya se han visto, como el técnico portugués admitió en el primer gol del Barça, obra de Alexis tras una gran jugada personal de Messi.
O lo que es más inaprensible, en la mentalidad, en la inferioridad asumida, en la sensación de que en algún momento el talento azulgrana va a hacer de las suyas.
"Ha sido igual a otros goles", mascullaba Mourinho en la sala de prensa. "Yo entiendo que tengan miedo por el pasado de otros partidos con este rival porque te puedes ir con tarjeta, pero no puede pasar lo que ha pasado. Es algo que no pasa si tienes agresividad mental para llegar a ese balón y si tengo que escoger un momento clave es éste", declaró.
Pero más allá de los incidentes de este u otros partidos, a Mourinho se le escapa algo que no termina de reconocer en las ruedas de prensa, un jeroglífico que no acaba de descifrar por más vueltas que le dé a su 'Tactical Board'. Solo dos veces ha podido romper el sistema del Barça, pero nunca en los márgenes de los noventa minutos de un partido: una, en la semifinal de la Liga de Campeones con el Inter; otra, en la final de la Copa del Rey, en la prórroga.
Guardiola sigue ganando la partida a Mourinho. El Barça es un misterio inextricable para la pizarra del portugués, que acabó por darle la mano a todo el mundo y asumir con resignación que su colega, con el que compite por ser el mejor entrenador del mundo en 2011, le ha vuelto a ganar en el juego del mecano. Y la Liga sigue bien viva.