El Barça vence, el Madrid convence
- El Real Madrid remontó un 2-0 adverso y le faltó el toque final para pasar
- El Barcelona lució pegada de campeón y terminó pidiendo la hora
- El árbitro Teixeira Vitienes omitió penaltis en las dos áreas
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Distinta historia, el mismo final, el fútbol no tiene por qué recompensar la épica, y el Barça es hoy en día una máquina de absoluta fiabilidad. El Real Madrid jugó -quizá- como nunca en el Camp Nou y terminó como -casi- siempre con un amargo sabor, aunque no fuera el de la derrota. El FC Barcelona está en la carrera para ganar un título más que su rival, el que le arrebató la temporada pasada; desde ahí, lleva siete clásicos sin perder. El Real Madrid es un equipo orgulloso que se marcha satisfecho por morir en la orilla. El areópago digital, Twitter, sentenciaba: #orgullosodesermadridista.
Este clásico lo fue en el resultado final, que volvió a negar la victoria a los blancos, pero muy poco más. El partido de vuelta de cuartos de final de la Copa ha sido lo nunca visto en un clásico Barça-Madrid en esta era Guardiola-Mourinho. El Real Madrid no tenía pegada, el Barça no acaparaba la posesión del balón, Messi veía amarilla por una sucia entrada por detrás a Pepe, las tarjetas amarillas se iban a los jugadores que protestaban en lugar de a los que cometían falta y el Barça acabó pidiendo la hora.
Pero al final, llámese el embrujo, la suerte o el fútbol quisieron que el magnífico tiro de Özil rebotara en larguero, palo y fuera escupido y que el poderoso cañonazo de Alves en el rechace de un córner se colara por la escuadra de Casillas.
Todo era inverosímil hasta que decidió Messi con su jugada de siempre, y como en el partido de ida, atrajo como un imán a tres defensores, repelió la pelota hacia un compañero que pasaba por allí y batía a placer a un portero vendido. Gol de Pedro, y un Madrid superlativo en esfuerzo y concentración se vino abajo en cinco minutos, los que quedaban hasta el descanso y terminaron con otro gol en el 47.
Luego vino el de Alves y su baile de celebración con Abidal, como en la ida, el 'Aih se eu te pego', de moda en ambos 'grandes'. Dos llegadas, dos goles. Este último se lo tuvieron que contar a Mourinho, que ya se había ido al vestuario. Y así, parecía punto y final a un nuevo día de la marmota en una eliminatoria, la tercera que los azulgranas ganan a los blancos en menos de un año.
Porque al final importan los goles, no solo cuántos se marcan, sino cómo y cuándo se consiguen. Porque si este Real Madrid ha marcado ocho goles en estos últimos cinco clásicos, adelantándose en unos y remontando en otros, lo cierto es que el Barça los marca como mazazos, cuando más daño hacen, es un equipo que difícilmente se descompone y siempre tiene una ocasión para ganar a cualquier rival.
Pero el Madrid también pudo hacer lo mismo, dispuesto a sacar todo el rédito de una vez a su elevada inversión en esfuerzo, con una jugada técnica de Cristiano Ronaldo burlando a Pinto, y de Benzema con elegante sombrero a Puyol y genial definición. La recta final de la segunda parte fue para el Madrid, como la primera lo fue para el Barça. El empate fue justo, la ida fue la que dictó sentencia.
Cánticos pro-Mourinho y anti-Pepe
El equipo de Mourinho corrigió su rácano planteamiento de la ida y presentó una nueva cara en el estadio de su eterno rival, de su decidida némesis, y por séptimo partido consecutivo, el equipo blanco regresa de Barcelona sin conocer la victoria. Por eso, irónico, el estadio barcelonés cantaba a su rival: "Nosotros te queremos, Mourinho quédate".
“"Nosotros te queremos, Mourinho quédate" o "Asesino, asesino" a Pepe“
Claro que también demostró menos gusto al corear "asesino, asesino" a Pepe, eso cuando la unánime pitada al central portugués permitía oir algo, y también alabando a Messi cuando entró por detrás al defensa, acción por la que vio la amarilla mientras la grada le animaba a la venganza: "Písalo, písalo".
Un Pepe por lo demás muy asentado en defensa, prácticamente impecable, aplicando también el adjetivo con ironía por el penalti que cometió y no fue visto y el manotazo a Cesc que no fue interpretado como agresión. No ganará el Oscar al mejor actor, porque volvió a simular una agresión en el callejón que le formaron Puyol y Piqué en una jugada. Pero al final, la grada blaugrana se olvidó de abroncar al portugués y bastante tuvo con aguantar la respiración en los últimos 20 minutos de partido.
Mucha polémica arbitral
Suerte en ese aspecto también ha tenido el árbitro Teixeira Vitienes, porque el fútbol ha tapado a ojos de los aficionados, no de los jugadores y de los madridistas, sus muchos errores.
Muchísimas jugadas polémicas, con penaltis dudosos en ambas áreas: una mano de Busquet en el saque de un córner, en el minuto 17, otro de Pepe sobre Alexis en el 34, una mano de Abidal en una chilena de Sergio Ramos. En la segunda parte, una carga de Pepe sobre Alexis y otra a renglón seguido de Puyol atropellando a Benzema.
Por si fuera poco, una segunda amarilla perdonada a Lass antes del descanso en la que Teixeira se fue por la tangente amonestando a Casillas por protestar. Y un gol bien anulado a Ramos, por falta previa a Alves. Al final, el sevillano sería expulsado rigurosamente por un manotazo a Busquets, por mantener otra costumbre: ocho de los nueve expulsados en los últimos clásicos han sido del Real Madrid.
Anécdotas aparte, este clásico debería marcar una época en los Barça-Madrid y viceversa que quedan por delante. Canela fina, un partido para recordar y del que, por fin, hablar para bien de ambos equipos.