Violencia y fútbol en el cercano Este
- Grecia, Kazajistán y República Checa reflejan los mayores índices de violencia
- Como media, en un partido dos jugadores sufren algún tipo de violencia
- Uno de cada tres futbolistas en Grecia ha sufrido alguna forma de intimidación
Futbolistas agredidos por policías y aficionados, vejaciones racistas desde las gradas, acosos laborales y amenazas de los clubes... y las federaciones nacionales de paises como Rusia, Kazajistán, Grecia, República Checa, Serbia o Bulgaria no solo miran hacia otro lado sino que llegan a amonestar a los deportistas.
La violencia en el fútbol de los países del este aparece detalladamente descrita en el demoledor informe FIFpro Black Book Eastern Europe -Libro negro del fútbol en la Europa del este- con el que la federación internacional de futbolistas profesionales (FIFpro) denuncia ante FIFA, UEFA, EUROPOL (policía de la Unión Europea) y federaciones nacionales los insostenibles actos violentos que tanto abundan en la Europa oriental.
Tras una encuesta a 3.133 jugadores de 12 paises un 11,7% declara haber sufrido algún acto violento, el 10,2% haber sufrido acoso laboral o amenazas y el 9,6% ha sido ofendido con actos racistas. Estos porcentajes significan que en todos los partidos con 22 jugadores dos de ellos han sufrido algún tipo de violencia.
Una descarga eléctrica a cambio de una camiseta
Curiosamente en Rusia la encuesta refiere un solo caso de racismo pero en el informe se citan situaciones que asustan: el 18 de junio de 2011, Danko Lazovic, internacional serbio, fue agredido por un policía con una descarga eléctrica cuando intentaba lanzar su camiseta a los seguidores de su equipo, el Zenit San Petersburgo.
La agresión le provocó quemaduras de primer grado pero las autoridades policiales declinaron abrir investigaciones al estimar que no existió ningún acto criminal y el presidente de la federación rusa, Sergei Fursenko, recriminó al jugador por "dedicarse a provocar a los seguidores en lugar de a hacer su trabajo".
Más conocida fue la decisión del exmadridista Roberto Carlos, capitán del Anzhi Makhakchala, de abandonar el partido que jugaba contra el FC Kriliya cuando le arrojaron un plátano desde la grada. Tres meses antes, en marzo de 2011, había soportado otro incidente racista cuando un seguidor del Zenit le ofreció una banana a medio pelar.
“Roberto Carlos: No tuve ningún deseo de continuar en el campo“
"No solo me ofenden a mí, también al resto de jugadores y a todo el fútbol ruso. Estos hechos no deberían ocurrir en un país civilizado. No tuve ningún deseo de continuar en el campo. Créanme, hubiera hecho lo mismo con cualquier marcador" , declaró el campeón mundial brasileño.
Ninguna de las dos acciones fueron sancionadas, ni por la justicia deportiva ni por la ordinaria, y la federación de futbolistas rusos se pregunta qué les tiene que ocurrir a los jugadores para que las autoridades comiencen a respetar sus 'derechos fundamentales'.
Policías y aficionados le rompen la cara
Y espeluznante fue también el caso del capitán del FC Krasnodar, Spartak Gogniev. Fue expulsado con doble amarilla por discutir con el árbitro en el partido en casa del Terek Grozny B el 4 de noviembre de 2011. Al retirarse apartó de un empujón al colegiado mientras iba discutiendo con los jugadores locales.
Al llegar a la banda fue agredido por un grupo de aficionados, consiguió zafarse y al entrar en el túnel de vesturios donde fue golpeado con porras por unos hombres que llevaban uniforme de policías.
Gogniev sufrió varias fracturas de costillas, conmoción cerebral, la nariz rota y severos traumatismos. El jugador de 30 años necesitó ser intervenido quirúrgicamente. El comité de disciplina ruso sancionó al futbolista con seis partidos de suspensión y una multa de 1.200 euros, al club Terek Grozny con una multa de 12.000 euros y el entrenador y el administrador fueron apartados durante 12 meses. El Grozny fue sancionado con dos partidos fuera de casa.
FIFpro ha enviado el vídeo del ataque a los Comités Ejecutivos de FIFA y UEFA, de quienes reclaman un posicionamiento contundente en favor de los derechos de los futbolistas profesionales y en contra de las normas sancionadoras de la federación rusa.
La crisis griega
La República Checa, Kazajistán y Grecia elevan la media con porcentajes que rondan el 30%, uno de cada tres jugadores encuestados declara haber sufrido algún acto violento.
“Durante seis meses ha sido una guerra, sin límites. El fútbol deja de ser fútbol cuando amenazan a tu familia e hijos“
"Durante seis meses ha sido una guerra, sin límites. El fútbol deja de ser fútbol cuando amenazan a tu familia e hijos", son las palabras que Ilias Kotsios pudo decir antes de estallar en lágrimas en la rueda de prensa posterior al partido que su equipo, el PAS Ioannina, jugó en mayo de 2011 y que perdió por 4-1 en el campo del OFI. .
El jugador griego estuvo recibiendo amenazas telefónicas durante medio año. Su equipo se jugaba con el OFI, club que abandonó en 2004, el ascenso a la primera división griega y los seguidores del OFI nunca lo perdonaron.
"La situación está fuera de control y no cambiará. Nuestras vidas están en peligro y es muy doloroso hablar sobre esto", son las palabras del portero de la selección griega y del Panathinaikos, Alexandros Tzorvas.
“Tzorvas, portero de la selección griega: "Nuestras vidas están en peligro"“
En febrero de 2011 se jugó un polémico Olympiakos 2 - Panathinaikos 1. Con el pitido final se produjo una invasión del campo por aficionados locales con la intención de agredir a los jugadores visitantes. Tzorvas y tres compañeros más no pudieron escapar y fueron golpeados.
"Este partido es una clara muestra de la falta de seguridad que hay en los estadios griegos. Fui golpeado y estoy seguro que volverá a pasar" relató el portero internacional que muestra también la galería de objetos con los que son 'obsequiados' desde las gradas: "Desde móviles hasta botellas de cristal. Lo extraño es que hemos crecido acostumbrados a esta realidad".
Las invasiones son demasiado frecuentes en los campos helénicos y Alexandros Tzorvas recuerda que "nuestro país está atravesando un periodo de gran dificultad económica y la gente busca vías de escape. Esta podría ser una de las muchas razones que expliquen esta situación".
En el Libro Negro se relatan acciones de seguidores griegos contra equipos rivales y hacia sus propios jugadores, tales como impedirles tomar el autobús del club cuando el resultado ha sido adverso o impedir al equipo visitante acceder a los vestuarios durante el descanso.
Un sentimiento general traspasa la piel de los futbolistas griegos, el mismo que declara Tzorvas: "Estoy aterrado".