La historia de las lágrimas de 'Super Félix'
- Félix Sánchez dedicó su oro en 400m vallas a su abuela, fallecida hace 4 años
- Se enteró de su muerte poco antes de competir en los Juegos de Pekín
- Es un superviviente del deporte y tiene una fundación para ayudar a niños
Nada más cruzar la línea de meta, el dominicano Félix Sánchez, nuevo campeón olímpico de 400 metros vallas en Londres 2012, profirió un grito sordo, que se tornó en mar de lágrimas al subirse al podio. La razón la llevaba en el pecho, prendida con un imperdible a su dorsal. Era una foto, la de su abuela, que había muerto cuatro años antes mientras él calentaba en la pista de pruebas de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Besó la foto encogido en el suelo, exhausto. El calvario de cuatro años había acabado en oro.
La historia de 'Super Félix', como le conocen en República Domincana, el país al que representa desde 1999, cuando se vió fuera de la clasificación de Estados Unidos para competir en los Mundiales de Sevilla, es la de un superviviente.
Nacido en Nueva York, hace casi 35 años, no le dolieron prendas para 'cambiar'de colores y poder seguir creciendo en el atletismo. Tomó como suyos los de República Domincana, la tierra de nacimiento de sus padres, un país para él desconocido.
Su primer intento por alcanzar una final olímpica resultó infructuoso y cayó en la semifinal de Sidney. Entonces, Félix Sánchez se prometió no quitarse la pulsera que la organización de los Juegos dio en la clausura de 2000, para motivarse de cara a la siguiente cita olímpica. Y vaya si funcionó. En Atenas, la cuna del olimpismo, obtuvo en 2004 la primera medalla de oro en unos Juegos para su país de adopción. Para honrarle, pocos meses después, el Gobierno dominicano bautizó el estadio del país como Estadio Olímpico Félix Sánchez.
...Y vuelta a empezar
Una lesión en en el muslo pocos meses después le frustró su carrera en busca del Gran Premio de la Golden League, dotado con un millón de dólares. Pero 'Super Felix' supo que tenía que volver a empezar, como había hecho de pequeño, cuando soñaba con convertirse en jugador profesional de béisbol. Tras romperse la muñeca, volvió a empezar... con el atletismo. Quizás por eso, para ayudar a niños a recomponer sueños rotos, creó una fundación con su nombre para facilitar que muchachos con problemas brillen en el deporte.
De su actuación en Pekín ya está todo contado. Salió a la pista descompuesto, dolorido, sin fuerza. Hizo un tiempo de 51.10, de sus peores registros en años. Fue descalificado en primera ronda.
"Mi abuela se llamaba Lilian Peña, murió cuando corrí la primera ronda en los Juegos de Pekín 2008, pero ahora está aquí. Así la llamaba, abuela y nada más; en mi habitación de la villa tengo una foto de nosotros dos juntos y su recuerdo me hace correr más rápido", dijo tras las eliminatorias de Londres.
En la final de 2012, lidió con el papel de 'vieja gloria'. No contaba en las apuestas. Pero no importaba, tenía una 'carta' en el pecho, prendida con un alfiler, que le 'ayudó' a hacer la mejor marca del año, 47.63.
Sobre el podio se derrumbó, lloró el mar contenido desde hacía cuatro años, cuando en aquella pista de calentamiento le dijeron que su 'ABUELA' -la misma palabra que lleva escrita en sus zapatillas- había muerto. Esta es la historia de las lágrimas de 'Super Félix', doble campeón olímpico.