La casta de una generación que vale una segunda final olímpica
- La ambición y el coraje de los jugadores españoles les mete en la final
- Solo habían anotado 20 puntos en los dos primeros cuartos del partido
- España afronta su segunda final olímpica consecutiva, otra vez contra EE.UU.
La mejor generación del baloncesto español no merecía un final tan cruel como el que se podía intuir tras los veinte primeros minutos de la semifinal contra Rusia.
Dos cuartos nefastos. Pésimos. Horribles. España estaba desconocida. Más todavía si cabe que en partidos anteriores. Las sensaciones no eran buenas, y las caras de los jugadores españoles estaban igual de blancas que sus camisetas. Parecían de mármol. España estaba haciendo, tal vez, el peor partido de su historia reciente.
Los de Scariolo solo habían anotado 20 puntos antes del descanso. El único consuelo era que Kirilenko y compañía tampoco estaban acertados, frenados por la buena defensa de los españoles, lo que provocó que se llegara al descanso con un marcador más propio de balonmano que de baloncesto: 31-20.
Nadie daba un duro porque España volviera a repetir la proeza de meterse en una final olímpica. Pero entre bambalinas, y sin que nadie los viera, los ‘guerreros’ de esta generación de oro se conjuraron para conseguir una remontada que se antojaba prácticamente imposible.
Remontada épica
Nada más poner un pie en la pista, las sensaciones cambiaron. El aro parecía más grande. La bola circulaba más rápido. Los ataques eran más fluidos y veloces. El banquillo español levantaba los brazos para animar a los suyos. Aparecían las primeras, aunque tímidas, sonrisas que se hicieron más grandes cuando Calderón logró el empate con un triple sobre la bocina al término del tercer cuarto.
A falta de siete minutos, España logró ponerse por delante en el marcador con un nuevo triple del base extremeño. Rusia sintió la canasta como una estocada mortal, y ya no lograron sobreponerse. Ahora sí, llegaron los gritos de ánimos, los abrazos, las arengas y las sonrisas de verdad.
El mismo día que se cumplieron 28 años de la final olímpica de Los Ángeles ’84, los chicos de la ÑBA volvieron a demostrar que a falta de acierto y de una táctica adecuada, la garra, el coraje y la pasión pueden ser determinantes para levantar un partido, aunque tal vez no sea suficiente para ganar la medalla de oro contra el nuevo Dream Team.
Segunda final olímpica consecutiva
Será la segunda final olímpica consecutiva para esta generación de oro. La tercera para el basket español. Y las tres veces contra el mismo rival: Estados Unidos. Hasta ahora, tanto en Pekín como en Los Ángeles, con el mismo resultado, victoria para ellos.
La comparación física entre ambos equipos es ridícula. Nadie salta tanto ni tiene tanta capacidad atlética como los norteamericanos. Si España quiere ganar tendrá que ofrecer su mejor versión, la que todavía no ha sacado durante todos los Juegos, tener un acierto extraordinario en el tiro y presionar para evitar que Lebron, Bryant y compañía puedan correr y tirar con facilidad
Los ÑBA tendrán que demostrar por qué tienen -o han tenido- un hueco en la mejor liga de baloncesto del mundo. Marc, Pau, Sergio, Ibaka, Calderón, Navarro y Rudy, pero también el resto de sus compañeros, lucharán contra el elenco de estrellas estadounidenses que cuentan con 9 All Star entre los 12 jugadores que forman la selección.
Lituania mostró el camino a seguir para poner en aprietos a Estados Unidos. Una defensa agresiva para no dejarles respirar y evitar que muevan el balón con rapidez para conseguir opciones de tiro fáciles.
Pero ganar a Estados Unidos no solo depende de lo bien que esté un equipo para hacerles frente. Al margen del derroche físico para aguantar su ritmo, también hace falta mucho acierto anotador y un poco de fortuna: que el porcentaje de tiros sea muy elevado y que el suyo sea más bajo del habitual, de un equipo que ha promediado casi 120 puntos de media por partido durante todo el torneo olímpico.
De momento, la final está servida. Era la soñada por todos los aficionados al basket. Lejos queda la polémica tras la derrota contra Brasil. Los malos partidos de la fase de grupos. La agonía de la eliminatoria ante Francia. El horrible comienzo ante Rusia. Solo queda un partido, el último paso: la final. El oro olímpico, un sueño todavía por cumplir.