El Real Madrid pierde en Sevilla y se hunde a ocho puntos del Barça
- Un gol de Trochowski en el minuto 2 desnuda a un Real Madrid impotente
- El Madrid se deja ocho puntos de diferencia en las primeras cuatro jornadas
- Mourinho no acierta con los cambios y sigue sin alcanzar el nivel que busca
Ficha técnica
1 - Sevilla FC: Palop; Cicinho, Botía, Spahic, Fernando Navarro; Rakitic (Manu del Moral, m.60), Medel, Maduro, Trochowski (Kondogbia, m.82); Jesús Navas y Negredo (Luna, m.70).
0 - Real Madrid: Casillas; Arbeloa (Callejón, m.65), Pepe, Sergio Ramos, Marcelo; Khedira, Xabi Alonso; Di María (Modric, m.46), Özil (Benzemá, m.46), Cristiano Ronaldo; e Higuaín.
Gol: 1-0, M.2: Trochowski.
Árbitro: Alberto Undiano Mallenco (Comité Navarro). Amonestó a los locales Fernando Navarro (m.04), Rakitic (m.44) y Luna (m.88) y a los visitantes Higuaín (m.04), Di María (m.28) y Pepe (m.40).
Incidencias: Partido disputado en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán ante algo más de treinta mil espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones. Antes del encuentro recibieron un homenaje las olímpicas sevillistas en Londres 2012 Marina Alabau, oro en la clase de vela RS:X, y Lorena Miranda, plata en waterpolo femenino.
Un gol de Trochowski en un saque de esquina cuando el público aún no había abierto las bolsas de pipas en el Sánchez Pizjuán ha hecho temblar los cimientos del campeón de Liga del año pasado, un Real Madrid inerme, al que no le funciona el manual de estilo, en el que no fluyen el juego ni el gol y que con esta derrota, segunda en cuatro partidos, ve alejarse al Barça a ocho puntos en Liga antes de poner un solo pie en la Champions [Datos y estadísticas del Sevilla 1-0 Real Madrid] [Sevilla 1-0 Real MadridClasificación de la Liga BBVA
No hay brotes verdes para el Real Madrid, sino una preocupante recesión. Del verde esperanza de la camiseta a la alerta roja. Jugadores en blanco sobre fondo verde. Valgan los juegos de palabras más o menos afortunados para describir la situación de un Real Madrid que no levanta cabeza y que no reúne argumentos para presentarse con la fiereza que le caracterizaba hace bien poco.
"En estos momentos no tengo equipo, ha sido el crudo diagnóstico de Mourinho, que destila culpa propia en esta afirmación. No hay tristeza que valga. Es atonía, es confusión, es insustancialidad contagiada al colectivo pese a los quilates que comparecen en el campo. "Hay cabezas poco comprometidas con el fútbol como prioridad", denuncia Mourinho después del partido, que se designa responsable para encontrar las soluciones.
Entretanto, el Madrid liguero de este arranque de temporada ni se encuentra ni se reconoce en la competición que dominó con mano de hierro hace unos meses, y en la que tras cuatro jornadas divisa con tortícolis a sus rivales, distinguiendo allá a lo lejos, muy lejos, al Barcelona, impoluto sin llegar a estar a pleno rendimiento.
Un Madrid insuficiente que sale peor parado en la comparación con el espejo azulgrana en el que se mira, porque Mourinho, a diferencia de Vilanova, no reservó a nadie y sacó su once de gala en el Sánchez Pizjuán, consciente de los ocho puntos de distancia con los que arrancaba respecto a un Barça otra vez victorioso, pese a tener a la vuelta de la esquina un debut muy complicado en la Champions League.
Las medidas de Mourinho para hacer visible la mejor cara de su equipo, aún ausente de la Liga, no surtieron ni mucho menos efecto y no cambió su discurso respecto al de la última derrota en Getafe, que considera "más que merecida". En el primer minuto, una ocasión doble del Sevilla y un córner. En el minuto dos, el gol en contra en el primer córner que tuvo el Sevilla.
Di María abandonó a Trochowski, que remató de primeras y a placer en un área pequeña despejada para mayor inri cual pista de aterrizaje para el balón.
Los mismos defectos acusados de los últimos tiempos: el equipo no marca territorio y falla en jugadas a balón parado. Causa y efecto.
Gol y toque de corneta
Y pistoletazo de salida para un carrusel indomable desde ese mismo momento. Una tángana en el centro del campo con Higuaín y David Navarro de protagonistas tras una entrada de éste. Ambos se jugaron la expulsión, pero acabaron con amarilla. Cristiano Ronaldo ensayando misiles para perforar la red de Palop, una, dos, tres veces. Higuaín, recibiendo en ventaja de Özil pero mandando el balón a las nubes. Y todo en veinte minutos.
Un partido duro, intenso, frenético y sin freno. El Real Madrid terminaba con una acción de peligro casi todas sus ocasiones, pero donde todo era efectividad el año pasado, no solo en el escenario del Pizjuán, en este curso las oportunidades que terminan con más frecuencia en la red son las que sufre su defensa.
El Sevilla, lejos de dar un paso atrás, buscaba rematar al contraataque y, peleón, no rehuía un solo choque, no regalaba un solo balón ni aflojaba la correa un solo metro. Navas y Cicinho ejecutaban la sociedad ilimitada que han constituido generando llegadas y ocasiones para Negredo, para Trochowski, para quien quisiera recibir sus servicios.
El equipo de Mourinho, con la teoría de la avalancha, no conseguía conectar, jugó de manera plana, volcado en ataque y con pocas ideas inteligentes hacia el gol. Y aún pudo acabar peor si Undiano Mallenco no se apiada de manera inmerecida de un desquiciado Di María que se revolvió y dio un puñetazo a Rakitic, que fue el que se llevó la tarjeta por cambiarse a la lucha libre con el argentino.
Soluciones desesperadas
Por eso, buscando precisamente más inteligencia e intención en los arrestos de remontada, Mourinho dio paso a Modric y Benzema por Özil y Di María, castigados por los kilómetros acumulados con sus selecciones y ofuscados sobre el verde.
Y fue el croata el que tuvo la ocasión más clara para el empate, con un trallazo que desvió con una magnífica estirada Palop, lo justo para que el poste terminar de escupir la pelota. Y Negredo respondió con otra ocasión fallada por cruzar demasiado el disparo, y diez minutos más tarde Sergio Ramos, casi bajo palos, no acertaba a rematar adentro un balón que se fue por encima del larguero. Fin de lo más salvable del viaje blanco a Sevilla.
En el último tramo, el de los movimientos desesperados, Mourinho sacó a Callejón por Arbeloa para ensanchar el campo y recuperar la profundidad de las bandas, pero arriesgando mucho más el partido, a pecho descubierto frente a los contraataques sevillistas, con Khedira de lateral derecho para contener las incursiones de Del Moral y Luna, sustituto de unos Rakitic y Negredo amortizados. Una sacudida de pizarra de las que hace rechinar los dientes de los analistas postpartido y formará parte del inventario de responsabilidades atribuibles al entrenador portugués.
La lectura del choque fue para Míchel mucho más cómoda, lógica y efectiva y permitió a la afición del Sánchez Pizjuán disfrutar de una divertida y placentera noche de fútbol, disfrutando en la poda al Real Madrid y del arte del contraataque, mucho más luminosa para los andaluces que para los madrileños, a los que se les ha ennegrecido el panorama.