La sospecha de la recepción por Saiz de medicamentos motivó las detenciones
- El 'Synacthen', medicamento hospitalario, lo enviaban Fuentes y Merino
- La Guardia Civil identifica a Botero, Sevilla, Zaballa y Jaksche como clientes
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La sospecha de que el exdirector deportivo Manuel Saiz iba a recibir de los médicos Eufemiano Fuentes y José Luis Merino unos medicamentos para entregárselos a un ciclista concreto fue lo que desencadenó la detención de estos tres acusados en la Operación Puerto el 23 de mayo de 2006.
Así lo ha asegurado este lunes el teniente de la Sección de Consumo de la Guardia Civil que instruyó el atestado de la investigación, que ha llegado a decir que los supuestos miembros de la trama de dopaje se referían a ese ciclista como "el del huerto" y que la entrega iba a tener lugar durante la concentración que el equipo de Saiz, el Liberty, llevaría a cabo en esas fechas en los Pirineos.
Este dato no figura en el sumario de la Operación Puerto, que no hacía referencia a que el medicamento intervenido a Saiz en el momento de su detención -Synacthen- tuviera como destinatario un corredor en concreto.
Manzano y Heras, en la génesis de la operación
El guardia civil, que ha declarado como testigo en la quinta sesión del juicio de la Operación Puerto, ha señalado que esta se inició a raíz de las declaraciones del excorredor Jesús Manzano al diario As en 2004 denunciando prácticas de dopaje, del positivo de Roberto Heras en la Vuelta a España de 2005 y de unas diligencias abiertas en la Audiencia Nacional.
El miembro del instituto armado ha asegurado que, desde el principio, uno de los puntos de interés fue el laboratorio del médico José Luis Merino en la calle de Zurbano de Madrid, sobre el que se montó un dispositivo de vigilancia que llevó al doctor Eufemiano Fuentes y a los pisos que éste utilizaba como consulta, en las calles de Alonso Cano y de Caídos de la División Azul, también en la capital de España.
Durante las vigilancias, fueron vistos entrando en esos lugares o en hoteles cercanos los ciclistas Santiago Botero, Constantino Zaballa, Óscar Sevilla y Jorg Jaksche.
En los registros practicados posteriormente, ha añadido el testigo, se encontraron bolsas de sangre con fechas de extracción que coinciden con las de sus visitas.
Deuda de Saiz con Merino
Sobre las detenciones practicadas el 23 de mayo de 2006, el guardia civil ha dicho que tenían conocimiento de la cita por las intervenciones telefónicas practicadas y que en ella se iba a tratar de una deuda que Saiz mantenía con Merino, de en torno a 60.000 euros.
El testigo ha añadido que Merino estaba muy enfadado y que ese día llegó a desmontar las máquinas para el tratamiento de la sangre del piso de Alonso Cano, aunque posteriormente volvió a llevarlas allí.
Merino también comentó que, según fuera la cita, iba a dar a Saiz "lo que necesita, o la mitad, o nada".
Durante la cita, que tuvo lugar en la cafetería de un hotel de Madrid, los guardias civiles vieron cómo Fuentes entregó a Saiz una bolsa en la que luego se comprobó que había unos medicamentos -Synacthen- enviados al primero desde Zaragoza por otro de los acusados, el exdirector deportivo del Comunidad Valenciana José Ignacio Labarta.
El Synacthen, ha dicho el guardia civil, no se comercializa en España y los medicamentos similares a él son de prescripción únicamente hospitalaria.
Durante la cita, según el testigo, Saiz no entregó dinero a sus interlocutores, aunque en el momento de la detención llevaba 60.000 euros en efectivo en distintas monedas, cantidad que justificó diciendo que era para hacer frente a diversos gastos de la concentración que su equipo iba a hacer en los Pirineos.
Manejo de sangre sin garantías sanitarias
La Guardia Civil ha subrayado este lunes la falta de garantías sanitarias con la que el médico Eufemiano Fuentes manejaba la sangre que extraía a los ciclistas, ya que en los registros se encontró una nevera común sin indicador de temperatura y documentación "mezclada" y "completamente desordenada".
Así lo ha manifestado el primero de los miembros del instituto armado que ha declarado como testigo en el juicio de la Operación Puerto, el teniente de la Sección de Consumo que instruyó el atestado de la investigación y que participó en los registros practicados en la consulta de Fuentes, en la calle de Alonso Cano, y en una vivienda propiedad de sus padres también en Madrid.
En la cocina del primero de los pisos, que Fuentes había alquilado a su cuñado, los guardias civiles se encontraron con una nevera común sin indicador de temperatura y sin ningún mecanismo alternativo para el caso de que se fuera la luz, en la que se conservaban varias bolsas de sangre identificadas mediante la fecha de extracción, un código numérico y "acrónimos o alias".
El testigo ha insistido en que ni en ese piso ni en el de los padres de Fuentes, en la calle Caídos de la División Azul, se encontró documentación que permitiera relacionar las bolsas de sangre con los donantes o destinatarios de las mismas y que ni Fuentes ni su socio, José Luis Merino, tenían una lista con los nombres y apellidos de los deportistas a los que trataban.
El guardia civil ha seguido contando que en la vivienda de la calle de Caídos de la División Azul había dos arcones frigoríficos, uno de ellos -el que albergaba las bolsas de sangre- "comprado recientemente en El Corte Inglés" y que sí disponía de un indicador de temperatura -marcaba 35 grados bajo cero-, pero ningún mecanismo alternativo en caso de un corte de luz.
Documentación mezclada y desordenada
Durante su declaración la semana pasada, Fuentes no contestó cuando se le preguntó cómo podía garantizar que la sangre se conservara a temperatura estable, pero sí dijo que los arcones estaban conectados a un temporizador que, en caso de que se hubiera ido la luz, les habría indicado esta circunstancia.
El médico añadió que, aunque nunca ocurrió, si hubieran comprobado que los arcones habían estado sin energía durante un tiempo prolongado se habrían deshecho de las muestras de sangre.
El teniente de la guardia civil ha subrayado que tanto el piso de Alonso Cano como el de Caídos de la División Azul pasaban muchos días sin que nadie los visitara, ya que las personas que accedían a ellos -Fuentes, su socio José Luis Merino y el exciclista Alberto León- viajaban frecuentemente.
Además, ha dicho que para alguien ajeno a la trama era imposible identificar a quién pertenecía la sangre de las muestras, porque no existía un registro con los nombres y apellidos de los donantes, sino solo códigos numéricos y alias, y que además no se indicaba de ningún modo si el donante padecía enfermedades infecciosas o cualquier otro tipo de dolencia.
También ha manifestado que la documentación intervenida en los registros estaba "mezclada" y "completamente desordenada" y que no había fichas ni historiales médicos "como los que esperas encontrar en una consulta".
Por último, el miembro del instituto armado ha señalado que durante los traslados que sufrían las bolsas -desde el punto de extracción a Alonso Cano, de allí a Caídos de la División Azul, de vuelta a Alonso Cano y de ahí al punto de reinfusión- no se utilizaban neveras habilitadas para el transporte de muestras biológicas, sino mochilas térmicas.
"Como las que uno se lleva a la playa para conservar frías las bebidas", ha concluido.