Irlanda se inmola ante Escocia en Edimburgo
- El XV del trébol domina el partido pero se hunde por sus fallos a balón parado
- Greig Laidlaw anota los 12 puntos de la selección escocesa
- Escocia conquista el 'Centenary Quaich' contra todo pronóstico
Sin apenas tocar el oval, la selección escocesa de rugby ha derrotado sorprendentemente a una Irlanda tremendamente dominadora, que, no obstante, no supo liquidar a sus rivales en su tercer partido del torneo del Seis Naciones.
Con un larga lista de ausencias, la mayoría ilustres, el técnico irlandés, Declan Kidney, sorprendió con la inclusión en el XV inicial de dos debutantes, el medio apertura Paddy Jackson y el ala Luke Marshall. Jackson tuvo la complicada papeleta de suplir a Jonny Sexton, cuyo recambio natural hubiese sido el veterano Ronan O'Gara, y el joven '10' del Ulster tuvo una actuación desastrosa, con una sola conversión de cuatro intentos.
Sí tuvo la mira afinada el medio melé escocés, Greig Laidlaw, quien anotó los 12 puntos de su equipo para conseguir, por primera vez en una década, dos victorias consecutivas en el torneo y alzarse con el trofeo 'Centenary Quaich', que se disputan estas dos selecciones celtas anualmente dentro del Seis Naciones.
Una Irlanda muy experimental arrolló a Escocia en la primera mitad. Se fue a los vestuarios con solo tres puntos en el marcador, pero con casi un 80 por ciento de posesión y una actitud amenazante, la distancia debería haber sido mucho mayor. De hecho, el descanso podría haberse convertido en una sesión de psicoterapia para los hombres que dirige Declan Kidney si Stuart Hogg hubiese igualado la contienda convirtiendo un penalti con el tiempo cumplido, pero al zaguero le faltaron piernas para anotar desde 51 metros.
Desde el primer minuto, el XV del trébol tomó el control de la situación y cinco después el debutante Jackson descargaba al también novato Luke Marshall, cuya ruptura por el centro llevó a Irlanda hasta línea de gol y a forzar un golpe de castigo. El medio apertura irlandés, quizá nervioso todavía, optó por mandar fuera el oval para perseguir un ensayo que no llegó entonces ni tampoco acto seguido, en otra jugada casi calcada y protagonizada de nuevo por los dos jugadores de Ulster.
Irlanda se destruye a sí misma
Otra ruptura tras pase de Ja¡ckson volvió desnudar la media escocesa, pero el primer centro irlandés erró en su descarga hacia el ala Craig Gilroy, quien tenía pista libre en su flanco derecho para llegar hasta la línea de gol. Según las estadísticas, en apenas diez minutos, Marshall había portado el balón en dos ocasiones, había recorrido 43 metros y burlado a dos defensas en un estreno prometedor.
La superioridad de los chicos de verde se acentuó al cuarto de hora tras la expulsión de Ryan Grant, pero Jackson tampoco puedo inaugurar el marcador tras fallar su primer golpe de castigo. Lo haría, por fin, a los 35 minutos, con un penalti centrado y cercano. Hasta el final de la primera mitad, Irlanda continuó presionando desde una posesión abrumadora, que, no obstante, no se tradujo en puntos debido, en parte, a sus fallos en las jugadas a balón parado.
Los visitantes encontraban agujeros en la defensa local y movían con velocidad el oval para después descomponerse en las melés y los saques de banda.
Sea como fuere, la diferencia era enorme entre ambos equipos y la reanudación anunciaba el despegue definitivo de Irlanda. Así fue cuando a los tres minutos del segundo acto Gilroy, en su cuarta aparición internacional, anotó el esperado ensayo verde. Jackson volvería a fallar la transformación y otro golpe poco después, lo que obligó a Kidney a sustituirlo por el veterano Ronan O'Gara.
El empequeñecimiento del medio apertura irlandés coincidió con la aparición gigantesca de Greig Laidlaw, cuyos cuatro penaltis transformados le valieron a Escocia para superar a una Irlanda que se destruyó a sí misma a base de los mismos errores que cometió ante Inglaterra hace dos semanas en Dublín. Y eso que el XV del trébol concluyó el choque con casi un 70 por ciento de posesión, mucha de esta en territorio rival, y la última bola para darle la vuelta al marcador.