El Atlético de Madrid le pone a Mourinho un puente de plata
- El entrenador portugués se ganó la expulsión en el 78’ por protestar
- Sin él, fueron Xabi Alonso y Casillas los encargados de arengar al equipo
- 'Mou' no subió ni siquiera a recoger la medalla a manos del rey
- Crónica del Real Madrid 1-2 Atlético de Madrid | Estadísticas del partido
Catorce años de complejo liquidados. Ni las victorias por partida doble en la Europa League y en la Supercopa de Europa tienen la importancia de esta victoria del Atlético de Madrid en la final de Copa del Rey frente al Real Madrid en el mismísimo Santiago Bernabéu. [Vídeo completo de la final de la Copa del Rey 2013]
"Sería bueno para la sociedad demostrar que a fuerza de trabajo se puede ganar a los mejores" dijo Simeone en la previa y hay que reconocer después de ver la final que si un país tan necesitado de valores tiene que buscar ejemplo en el fútbol... que se quede con lo que han hecho los rojiblancos antes de imitar la imagen que ha mostrado el Real Madrid.
El equipo blanco ha acabado por rematar una debacle que se llevaba cociendo desde antes de Navidad. De aquellos barros de que si Adán o Casillas llegan los lodos de ver como Mourinho se gana la expulsión en la primera ocasión que asoma la cabeza fuera del banquillo en la segunda parte y provoca el cortocircuito en sus propios jugadores.
Con el portugués se fue Karanka como buen lacayo para dejar al equipo sin nadie al mando durante ocho minutos decisivos (del 78 al 86), si es que ha habido alguien al mando en esa plantilla desde la eliminación de la Champions League.
El Real Madrid se ha mostrado desesperado después de que Clos Gómez mostrara dos tarjetas casi consecutivas y muy rigurosas a Özil y Sergio Ramos. A la expulsión de Mourinho le siguió en la prórroga la de un Cristiano Ronaldo que había sido el jugador referencia blanco hasta que se le cruzó el cable.
Cristiano Ronaldo, capaz de lo mejor y de lo peor
El siete blanco había saltado al campo moviendo la cabeza, afirmando mientras miraba a su afición. Recordaba al gesto con el que enmudeció al Camp Nou en Liga la temporada pasada, ese que se traduce con un "tranquilos que aquí estoy yo".
Y tanto que estaba. Desde el arranque fue el primero en jalear a los suyos y su mejor arenga la ofreció en forma de salto prodigioso. Como el resurgir del ave fénix –aunque nunca se hubiera ido– se elevó por encima de Godin para cabecear a gol y poner por delante a su equipo en el minuto catorce.
Todo pintaba a pedir de boca, incluso el crack portugués miraba al banquillo a escasos cinco metros y apretaba los puños como pidiendo una tregua de ahí hasta el final.
Fue el delantero también el que pedía a sus compañeros que no se metieran atrás ante el empuje del Atlético tras el 1-0. Pero llegó el empate con el gol de Diego Costa.
El árbitro y los palos, los detonadores
En esta final había un equipo que llegaba con mucho que ganar y otro con mucho que perder. Ese miedo a perder en su propia casa fue calándose en los huesos de los jugadores madridistas con el paso de los minutos del segundo tiempo y lo que abrió la caja de los truenos fueron las decisiones de Clos Gómez y los remates de Benzema (60’) y Cristiano (67’) en el poste derecho de la portería de Courtois.
En el último cuarto de hora y la prórroga solo se vio una degeneración impropia de un club de la talla del Real Madrid.
No es la imagen deseada el ver a Cristiano Ronaldo dando patadas a Juanfran y encarándose con Gabi primero y agrediéndole después. Tampoco es ver al portero rival en el suelo porque le han tirado un objeto desde el fondo sur, objeot que un recogepelotas se ha apresurado a meter en el bolsillo antes de que llegara el colegiado. La afición lo que quiere es ver a los suyos entregarse hasta el final y si se pierde, como tantas otras veces ha pasado, se da la mano. Lo dice el himno.
En lugar de eso lo que ha visto la afición merengue es a un equipo que en la conjura tras el tiempo reglamentario eran Xabi Alonso e Iker Casillas los que hacían de cuerpo técnico y daban las instrucciones porque su entrenador había huído. Allí también estaban los no convocados como Pepe o Marcelo mientras Karanka y Rui Faria planeaban a instancias de Mourinho un triple cambio de emergencia.
Este triste colofón lo ha vivido en persona el Santiago Bernabéu y el rey Juan Carlos. Ni Mourinho ni Cristiano Ronaldo se dignaron a salir de nuevo al campo para recoger en el palco la medalla de subcampeón y honrar al campeón. Así no.
El consuelo es que parece que esta traca final que ha desquiciado al equipo y también al club apunta a ser la última de Mourinho y su cuerpo técnico. El enemigo huye y esta noche le han puesto un puente de plata.