LeBron James y Miami Heat, el rey y su dinastía
- Con su segundo título consecutivo, los Heat se postulan como nueva "dinastía"
- LeBron James acalló críticas corrigiendo errores y siendo decisivo en el anillo
Así es la competición: una línea tan fina como 48 minutos de partido pueden definir una temporada como fracaso o inicio de una nueva dinastía. Más aún cuando se trata de un deportista tan sometido al escarnio público y la crítica despiadada como es LeBron James, el alero estrella de Miami Heat, cuya contribución en la victoria sobre San Antonio Spurs en el séptimo partido de la final de la NBA le ha servido para lograr un respeto casi unánime, parece que de manera definitiva, .
Tres finales seguidas, con dos títulos en los dos últimos años. Ese es el bagaje de unos Heat que en 2011 reunieron al famoso, aunque cada vez menos real, Big Three para ganar "no uno, ni dos, ni tres, (...), ni seis, ni siete..." títulos de la NBA, como prometió James en el día de la presentación. Sólo vale ganar.
Aquellas palabras quizá queden en más de las habituales fanfarronerías entre las estrellas de la liga. Pero, por el momento, han conseguido el primer objetivo: establecerse como la nueva franquicia dominante en la mejor liga de baloncesto del mundo.
Un paso más hacia el Olimpo de la NBA
2012 fue un año mágico para 'King James', que consiguió algo que sólo Michael Jordan, probablemente el mejor baloncestista de la historia, había logrado antes: MVP de temporada regular, campeón de la NBA, MVP de las finales y oro olímpico (Londres 2012).
¿Cómo afronta una nueva temporada un jugador que ha ganado todo lo posible en un año? Volver a ganarlo todo, y hacerlo aún mejor.
Según un estudio realizado en base a diversos aspectos estadísticos, la temporada 2012 de LeBron fue la más eficaz realizada por un jugador en la historia de la liga. Pero, para James, eso no era suficiente. James se propuso a sí mismo mejorar su acierto en el tiro y su capacidad de "clutch" (ser capaz de cerrar los partidos en los momentos finales y definitivos). Y lo consiguió.
Y tras una temporada regular casi perfecta y su cuarto titulo de MVP (algo que sólo han conseguido Michael Jordan, Bill Russell, Wilt Chamberlain y Kareem Abdul-Jabbar), James se encontró con sus antiguos fantasmas en la final de conferencia contra Indiana Pacers.
Pero en ocasiones complicadas es donde los grandes jugadores agrandan su leyenda, y James terminó siendo decisivo en la clasificación de su equipo, con unos promedios de 29 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias.
Aún así, esos viejos miedos, lejos de irse para siempre, volvieron aún con más fuerza en la final, el momento más importante de la temporada, donde cualquier acción multiplica su importancia hasta límites insospechados.
La defensa de San Antonio Spurs mantuvo a James lejos de sus promedios habituales, pero más importante aún, provocó que su actitud recordase a aquella final contra Dallas Mavericks, algo que volvieron a aprovechar sus "haters" (gente que le odia) para apuntillar al guerrero caído.
Pero le dieron por muerto antes de tiempo y James, el jugador con mejor promedio de anotación (34 puntos) en partidos que pueden suponer la eliminación, volvió a levantarse para reclamar su lugar en la Historia con seis cuartos absolutamente antológicos (último cuarto y prórroga del sexto partido y los cuatro del séptimo)
En el sèptimo y definitivo encuentro, cuando más quemaba el balón en las manos, LeBron James destrozó por completo los límites que, hasta entonces, había mostrado su juego. Liderando de principio a fin a su equipo, James fue el principal artífice de la victoria que dio el anillo a Miami y lo hizo como más le había costado hasta el momento: encestando todos sus tiros libres, con gran acierto en los triples y, sobre todo, anotando la canasta ganadora cuando quedaba menos de un minuto en el luminoso.
Todo parece indicar que, con este segundo anillo, LeBron James habrá apagado ya de forma definitiva las críticas de aquellos que miraban con lupa cada una de sus acciones.
¿El inicio de una nueva era?
Tras la consecución del anillo, Miami Heat afrontó la temporada 2012/2013 con un nuevo desafío: dar el relevo generacional a anteriores dinastías. Tras los Bulls de los años 90, la primera década del siglo XXI se la repartieron entre Los Ángeles Lakers (campeones en 2000, 2001, 2002, 2009 y 2010) y San Antonio Spurs (1999, 2003, 2005, 2007).
Tras un inicio de temporada irregular, Miami fichó a un jugador clave, Chris Andersen, un pívot rocoso y gran defensor, pero también capaz de anotar con cierta facilidad. El puzzle de los Heat encontró la pieza que le faltaba.
James tomó las riendas del equipo y, con una racha de 27 victorias seguidas de por medio (segunda mejor de la historia), Miami logró el mejor balance victorias/derrotas de la liga, llegando a los Playoffs, un año más, como el equipo a batir.
Tras el trámite de Milwaukee Bucks (4-0) en primera ronda, los Heat se toparon en semifinales con unos ultra-resistentes Chicago Bulls, que hicieron frente a las múltiples bajas para poner en serias dificultades a Miami (4-1). Y aún más guerreros se mostraron los Pacers de Indiana en la final de Conferencia Este, llevando a los Heat al séptimo partido en un enfrentamiento de las más duros que se recuerda en las últimas décadas.
En la final, los Heat tendrían que vérselas con San Antonio Spurs, hoy por hoy el equipo más experimentado de la liga y uno de los más competitivos. Como ya ocurriera contra Indiana, Miami se vio forzado a un win-or-go-home (partido de eliminación), pero en ambos casos se rehizo y terminó ganando en dos séptimos partidos espectaculares.
Así, los Heat han constatado el potencial de un proyecto deportivo basado en la defensa, la velocidad, la fuerza y el "factor X" que supònen sus dos estrellas, LeBron James y Dwayne Wade.
Con tres finales y dos títulos consecutivos, los Heat se abren, como mínimo, un hueco en la Historia de la NBA. Quizá sea pronto para hablar de dinastía, pero los Heat buscarán en 2014 el "three-peat" (tres campeonatos consecutivos)