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Eurobasket 2013 | España

El bronce de la 'ÑBA' ilusiona de cara al futuro

  • El tercer puesto puede saber a poco pero es un logro de un equipo renovado
  • España ha jugado sin Pau, Navarro, Reyes e Ibaka
  • El proximo reto de los de Orenga es ganar el Mundial de España 2014

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La 'ÑBA' regresa a casa con el bronce de Eslovenia

La selección española de baloncesto ha conseguido un gran éxito en el Eurobasket de Eslovenia 2013, con una medalla de bronce, que pudo haber cambiado de color en una prórroga, que invita a la ilusión.

Después de dos medallas de oro consecutivas, en los Europeos de Polonia 2009 y Lituania 2011, una de bronce puede saber a poco, cuando la realidad es que hay que celebrarla como lo que es, un rotundo éxito del baloncesto español que no se apea de la elite bajo ninguna circunstancia.

Desde hace 16 años, 8 campeonatos de Europa, la selección española ha jugado siempre las semifinales del torneo continental. Tamaña gesta pasa casi siempre desapercibida por los fastos y agasajos que se organizan para celebrar los éxitos a que nos tiene acostumbrados el mundo de la canasta.

Este año, además, se ha conseguido con un equipo prácticamente nuevo, pues así hay que calificarlo tras las ausencias de cuatro pesos pesados como Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes y Serge Ibaka.

Con la ausencia de uno sólo de estos jugadores cualquier equipo se resentiría y España, que también ha cambiado de entrenador dando entrada a Juan Antonio Orenga, que se ha doctorado con matrícula, no sólo ha superado la prueba sino que ha sentado las bases para el futuro, un futuro lleno de ilusión.

Hay argumentos para afirmar que la selección se quedó a una prórroga de jugar la final,  es un hecho. Como también lo es que pudo haber ganado el partido y la plaza en la final en el tiempo reglamentario si llega a entrar el último tiro.

También es cierto que el equipo español ha perdido cuatro partidos a lo largo del torneo, de once jugados. Que siempre ganó por diferencias abultadas y que perdió siempre que llegó a finales apretados.

Jugar once partidos en diecinueve días es casi una aberración y los equipos que menos han perdido, Francia, el campeón; Lituania, el subcampeón y Croacia, el cuarto clasificado, lo han hecho en tres ocasiones. España sólo perdió un partido más, cuatro, el que le alejó de la final.

Con la renovación de jugadores, la selección española ha demostrado que es algo más, que, efectivamente, es un equipo. Un equipo con orgullo y casta de campeón, que ha sido capaz en su primera cita no perder el paso del podio y apuntar hacia un futuro prometedor.

Los jugadores son importantes, los más importantes, pero el grupo y el equipo lo son más. Auténticas figuras mundiales dejan en el vestuario sus intereses, orgullos y afán de protagonismo para ponerse al servicio de sus compañeros, para ser desprendidos y generosos.

El próximo año España organiza el Mundial 2014 y todos los aficionados esperan la reedición del Mundial de Japón 2006, que fue la eclosión, en cuanto a grandes triunfos del baloncesto nacional. La ilusión es lícita porque el equipo ha demostrado compromiso, calidad, ganas y opciones y seguro que volverá a estar entre los aspirantes.

La medalla de bronce apuntala todos estos sentimientos y es un nuevo motivo se satisfacción para el deporte del baloncesto.