Francia arrolla a Dinamarca y se cuelga el oro continental
- Los galos apabullan a la selección local y se imponen 32-41
- Karabatic, Narcisse y Omeyer, líderes del conjunto francés
- Nikola Karabatic, elegido mejor jugador del torneo
Ficha técnica:
32 - Dinamarca: Landin; Lindberg (6), Sondergaard (1), Mikkel Hansen (9), Mensah Larsen (1), Eggert (1) y Toft Hansen (1) -equipo inicial- Green (ps), Mogensen (2), Christiansen (2), Thomsen (-), Spellerberg (2), Knudsen (-), Noddesbo (3), Svan Hansen (-) y Mollgaard (4).
41 - Francia: Omeyer; Abalo (7), Porte (9), Nikola Karabatic (5), Luka Karabatic (-), Sorhaindo (2) y Guigou (10) -equipo inicial- Dumoulin (ps), Fernandez (-), Anic (-), Narcisse (6), Joli (-), Nyokas (2), Honrubia (-), Grebille (-) y Accambray (-)
Marcador cada cinco minutos: 1-3, 4-7, 4-11, 6-15, 10-19 y 16-23 (Descanso) 18-27, 21-29, 24-32, 25-35, 29-39 y 32-41 (Final)
Árbitros: Raluy y Sabroso (ESP). Excluyeron por dos minutos a Toft Hansen (2) y Mollgaard por Dinamarca; y a Anic, Abalo y Porte por Francia.
Incidencias: Final del Campeonato de Europa de Dinamarca 2014 disputado en el Jyske Bank Boxen de Herning ante 14.000 espectadores. Lleno.
La selección francesa de balonmano reivindicó su condición de mejor equipo del mundo y posiblemente de la historia, tras lograr en Dinamarca su tercer título de campeón de Europa al doblegar por un contundente 32-41 al conjunto anfitrión, en una final en el que los daneses no tuvieron ni tan siquiera la opción de pelear.
Algo inimaginable para los 14.000 espectadores que un partido más abarrotaron las gradas del Jyske Bank Boxen de Herning convencidos del triunfo de su equipo, al igual que todos el país, pues nadie en Dinamarca parecía pensar que el oro no tuviera otro destinatario que el conjunto de Ulrik Wilbek. Circunstancia que convirtió en algo todavía más impactante el silencio en que se sumió la habitual bulliciosa hinchada danesa, cuando Luc Abalo con una de sus eléctricas acciones puso apenas superado el ecuador del primer tiempo, un demoledor 4-12 en el marcador.
Una renta que llenó de fantasmas la cabeza de los jugadores locales, que en la despedida del técnico Ulrik Wilbek de la selección, no estaban ante la fiesta esperada, sino ante una pesadilla similar a la que vivieron el pasado año en Barcelona, cuando cayeron por dieciséis goles (35-19) en la final del Mundial. Marcador que no se repitió hoy en Herning por el empeño de un Mikkel Hansen, autor de nueve goles, que pareció el único con intención de revelarse ante un destino, que parecía condenar irremediablemente a Dinamarca a una nueva paliza en una final.
Carácter que no mostró la otra gran superestrella danesa, el portero Niklas Landin, que fue relegado al banquillo apenas cumplidos diecinueve minutos de juego, incapaz de atajar apenas un par de balones a un equipo francés que cerró el primer tiempo con un setenta y siete por ciento de eficacia en el lanzamiento.
Una de las claves para explicar el despegue del equipo galo, el vigente campeón olímpico, aunque no la única, ni seguramente la más importante, ya que el triunfo francés, como todas las victorias que ha logrado en este Europeo se basó en su férrea defensa. Entramado defensivo, ahora bajo la supervisión en el banquillo de Didiert Dinart, en el que volvieron a jugar un papel decisivo la tripleta que conforman los hermanos Nikola y Luka Karabatic y Cedric Sorhaindo.
Karabatic, jugador del torneo
Un auténtico muro con el que no tardó en estrellarse el conjunto danés, que tardó más de cuatro minutos en anotar su primer gol, y que nunca sería capaz de superar, ya que cuando Dinamarca logró encontrar una rendija Omeyer apareció para demostrar a Landin quien sigue siendo el rey.
Circunstancia que permitió a Francia marcharse al descanso con la final ya prácticamente decantada a su favor, gracias a los siete goles de ventaja (16-23) con los que llegó al descanso tras un primer tiempo en el que los de Claude Onesta llegaron a gozaron de una renta de hasta nueve goles (4-13).
Ventaja que la selección francesa manejo con oficio en la segunda mitad, bajo la dirección de un excelente Nikola Karabatic, elegido jugador más valioso del Europeo, que demostró que hoy por hoy es el indiscutible número uno del balonmano mundial. Al igual que la selección francesa, que zanjó las dudas con las que afrontó el torneo, lastrada por el renqueante estado físico de jugadores como Jerome Fernández y Thierry Omeyer y las ausencias de Bertrand Gille o Xavier Baracahet, con un contundente triunfo.
Una victoria que trae además gratas sorpresas para el conjunto galo, como la irrupción del hasta ahora casi desconocido Valentin Porte, que si en la semifinal fue clave en la derrota de España, hoy en la final volvió a demostrar con nueve goles que su actuación no fue una casualidad.