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Open de Australia | Rafa Nadal - Stanislas Wawrinka

Stanislas Wawrinka vence a Rafa Nadal y se alza con el Open de Australia

  • El suizo se impone al español por 6-3, 6-2, 3-6 y 6-3
  • El de Lausana consigue su primer Grand Slam en su primera final
  • Rafa sintió molestias en la espalda, pero no restó méritos a la victoria del rival
  • Datos y estadísticas del partido Rafa Nadal - Stanislas Wawrinka

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Wawrinka posa con el trofeo de vencedor del Open de Australia junto a Nadal
Wawrinka posa con el trofeo de vencedor del Open de Australia junto a Nadal

Stanislas Wawrinka es el nuevo campeón del Open de Australia tras derrotar a Rafa Nadal (6-3, 6-2, 3-6 y 6-3). El suizo venga a su compatriota Roger Federer y entra en el selecto club de los ganadores de al menos un Grand Slam en su primera final. Para Rafa era la tercera, la segunda que pierde.

Wawrinka ha impedido a Nadal conseguir una gesta, ser el primer tenista de la era Open en conseguir al menos dos veces los cuatro grandes torneos. El español sigue con 13 ganados y seis finales perdidas, a uno del estadounidense Pete Sampras y cuatro de Federer.

A pesar de la derrota, lo positivo para Rafa, actual número uno del ránking, es que aumentará su ventaja en la clasificación respecto a Novak Djokovic, porque sumará 1.200 y el serbio perderá 1.640 después de caer en cuartos ante el actual campeón, Wawrinka. Este ascenderá al número tres.

Ahora deberá restablecerse de las molestias en la espalda, que quedaron patentes a partir del segundo set y le impidieron jugar con la movilidad que acostumbra. Nada que objetar al primer set de Wawrinka, que demostró su evolución positiva y su madurez tenística.

Ambos comenzaron el partido con agresividad, ganando sus servicios con solvencia. Wawrinka trataba de imponer un ritmo rápido y delante tenía a un Nadal dispuesto a correr en cada resto. Quizá demasiado al fondo de la pista.

Pero fue Rafa el primero en complicarse en el cuarto juego al conceder una doble falta, seguida de una mala volea, que dio al de Lausana las dos primeras bolas de break del partido. Un revés a la red desde el fondo hizo saltar las alarmas en el español. Wawrinka consolidó después gracias a dos saques directos y una volea que no dieron opción a su rival.

Con un peligroso 4-1 en contra, tocaba armarse de moral para remontar el set o darlo por perdido y pensar en los siguientes, ya que el partido era a cinco mangas.

El problema era que Wawrinka se encontraba mucho más confiado y más agresivo en los segundos saques de Nadal, por lo que dispuso de una nueva bola de rotura en el sexto juego, que no obstante remontó el balear.

La estadística hasta ese momento era clara: 11 golpes ganadores del suizo por tres de Rafa, una efectividad del 100% con el primer servicio y del 61% con el segundo. Nadal no ganó un solo punto con su segundo saque.

Como muestra, el juego con el que remató el set. Nadal desaprovechó un 0-40 en un parcial jugado casi enteramente con segundos servicios de Wawrinka, que forzó el deuce de esa manera. Enmendó sus fallos con el saque y cerró con un ace, rompiendo así la estadística de sets ante el número uno.

Nadal, tocado

El de Lausana estaba lanzado y se fue a por su presa. Empezó el siguiente parcial con un break en blanco, con un tenis ofensivo ante el que no era capaz de surgir el mejor Nadal. El de Manacor se batía ante un vendaval y solo pudo maquillar el segundo juego para no perderlo también en blanco.

Las sensaciones no eran buenas, porque los puntos de Rafa eran errores de su rival, forzados o no, más cómodo sobre la pista y con un colchón de confianza como para asumir riesgos en sus golpes. Para colmo, unas inoportunas molestias en la espalda le hicieron abandonar momentáneamente la pista tras el tercer juego.

La interrupción enfadó a Wawrinka, que no había recibido explicaciones y la tomó con el árbitro Carlos Ramos. Siete minutos después Nadal volvió a la pista y se pudo reanudar el partido. El público se lo recrimió al español y se puso de parte del suizo, que ganó su saque en blanco.

Nadal no ocultaba su congoja ni con la toalla y en su bancada la preocupación era más que evidente. Sacaba flojo y mal. Doble falta, segunda rotura y 4-1 en contra. De nuevo tuvo que intervenir el fisioterapeuta, esta vez sobre la pista.

No disputaba los puntos largos. Jugaba rígido y la merma de movilidad supone un lastre para su estilo de juego. De vez en cuando se encontraba con algún punto de mérito que era aplaudido por una grada algo más comprensiva con su estado físico. Querían ver mas tenis y le pedían un esfuerzo, por lo que salvó tres bolas de set con su saque y 5-1 en contra, pero fue un espejismo.

Nadal se recompone

Tercer masaje en la espalda aprovechando el descanso entre sets. Nadal seguía con su particular 'via crucis' y sin dar señales de resurrección. Parecía un boxeador tambaleándose sobre la lona, mientras su rival juguetea con él esperando dar el golpe de gracia.

Wawrinka jugaba tranquilo, pensando que solo tenía que esperar. Por eso no le importó desperdiciar dos nuevas bolas de break nada más comenzar el tercer set. Ya llegaría. Se acomodó tanto que se dejó sorprender con su saque y regaló la rotura. Nadal, no obstante, apenas lo celebró.

¿Remontar dos sets en contra? Ni siquiera el propio Rafa se lo creía, por eso no cambiaba su gesto sombrío ni con 3-0 a favor. La última vez fue en 2007 ante Youzhny en Wimbledon. El peor precedente, la final de 2012 contra Djokovic. Mal ejemplo, porque fue la última final de Grand Slam que perdió.

Pero, mientras tanto, el español trataba de acomodar su juego a las circunstancias y dio efecto. Se apuntó el tercer set ajustando más su saque para compensar la pérdida de potencia y tratando de jugar los puntos haciendo que su rival se moviera más que él.

Contribuyeron los errores de Wawrinka, que volvió a desaprovechar dos bolas de rotura con 5-3 para permitir que Nadal se fuera con su primer parcial a favor.

Wawrinka no cede

Parecía que después de un set de descanso había reaparecido el Wawrinka del primero, pero nuevamente se encontró con un Nadal capaz de remontarle dos ocasiones de rotura.

Parecía esta vez que ninguno estaba dispuesto a ceder su terreno, puesto que el suizo había recuperado su mejor versión al servicio y Rafa continuaba con la rueda de repuesto. Fue en el quinto juego cuando Wawrinka encontró el primer hueco en la pista para restar a Nadal con golpes ganadores y ponerse con ventaja (4-2).

Pero delante tenía un jugador que no sabe rendirse. El contrabreak en blanco provocó la ovación de la Rod Laver Arena. Lo de menos fue la derecha fácil que falló el de Lausana al final del juego. El único pero es que el siguiente juego, con saque para Nadal, fue un calco del anterior (5-3).

Wawrinka tenía el desenlace final en su mano y envió un saque directo para empezar, armándose de moral. Rafa restaba mal después y torcía la boca. Después una bola fuera y tres bolas de partido para el suizo. La grada animaba, no se sabía bien a quién. Acabó con un derechazo y un saludo cortés.

Wawrinka lo celebró con caballerosidad y cierta serenidad, pese a ser su primer Grand Slam. Como si no hubiera sido una sorpresa.

Nadal: "Realmente te lo mereces"

Sacando fuerzas de flaqueza, Nadal felicitó al campeón con un "realmente te lo mereces", para tratar de despejar cualquier excusa sobre su espalda. "Siento haber terminado de esta manera, lo he intentado con todas mis fuerzas", añadió antes de ser interrumpido por las lágrimas y la ovación del público australiano.

"Fue muy duro no haber podido estar aquí el año pasado, gracias por vuestro apoyo", dijo un emocionado finalista. Se quedó sin recibir el trofeo de manos de Sampras, quien aún tiene un grande más que él.

Ese honor lo recibió Wawrinka. "Rafa, eres un gran chico y un increíble campeón. Ha sido un placer jugar contra ti, y enhorabuena por tu recuperación y por ser de nuevo número uno del mundo", concedió caballerosamente el suizo, que no se lo terminaba de creer: "El año pasado perdí y lloré un montón. Aún no sé si estoy soñando". El resto felicidad y agradecimientos del campeón, que seguía sin dejarse llevar por la euforia. La sobriedad de un campeón emergente.