De Luis a Aragonés: adiós al gran mito rojiblanco
- Sumó numerosos títulos como jugador y técnico del Atlético de Madrid
- En la temporada 74/75 pasó directamente de ser jugador a entrenador
- Luis Aragonés ha muerto en Madrid a los 75 años
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En un principio solo era Luis. Un centrocampista técnico, con una increíble visión de juego y un magnífico golpeo de balón. El líder de un Atlético de Madrid que a finales de los 60 y principios de los 70 desafió la hegemonía del Real Madrid como mejor equipo de España.
Lo de Aragonés vino después, cuando colgó las botas y decidió iniciar una larga carrera como entrenador que le llevó por los banquillos de media España y que culminó en 2008 con la conquista de la Eurocopa, abriendo el camino a los grandes éxitos de la selección.
Aunque esa etapa al frente de La Roja es la que le convirtió en un icono popular, Luis Aragonés, fallecido este sábado en Madrid a los 75 años, es ante todo un símbolo para el Atlético de Madrid. Uno de sus jugadores más importantes y, sin duda, su técnico más influyente. Su fallecimiento no hace sino elevar su ya de por sí venerada figura a lo más alto de los altares rojiblancos.
El Real Madrid quiso ficharle
Su llegada al equipo madrileño se produjo en 1964, tras un breve paso por el Oviedo y tres años en las filas del Betis, donde ya demostró que podía ser un jugador importante, llegando incluso a ser internacional. El Atleti se hizo con sus servicios, aunque el Real Madrid estuvo cerca de ficharle; un movimiento que cambió la historia de los colchoneros.
Aquel conjunto rojiblanco en el que se Luis pronto se hizo un hueco era un auténtico equipazo, con nombres como Collar, Ufarte y Adelardo en los 60 y la nueva generación que se fue incorporado en el cambio de década, los Gárate, Irureta o Ayala, entre otros.
Su carácter ganador, su capacidad de liderazgo e incluso su habilidad goleadora -pese a ser un centrocampista, fue 'pichichi' en la temporada 69/70, trofeo que compartió con Amancio y Gárate- le convirtieron en el referente de un equipo cuya elástica vistió a lo largo de diez temporadas.
De su mano, el Atleti ganó tres Ligas (65/66, 69/70 y 72/73) y dos Copas (64/65 y 71/72). Y tuvo en la punta de los dedos la gloria continental en aquella final de la Copa de Europa de 1974 ante el Bayern de Múnich que ha quedado como uno de los momentos más tristes en la historia del club.
Luis adelantó al Atlético con un magistral golpeo de falta a falta de pocos minutos para el final de la prórroga. Pero con el tiempo casi cumplido un defensa de nombre impronunciable, Schwarzenbeck, se sacó de la manga un disparo lejano que pilló desprevenido a Reina, logrando el empate.
Como entonces no había tandas de penaltis, dos días después se jugó un partido de desempate en el que los rojiblancos, con la moral por los suelos, cayeron por un estrepitoso 4-0.
De futbolista a entrenador
Sin embargo, durante los 70 el Atlético aún viviría momentos de gloria aunque no ya con el Luis futbolista sino con el Aragonés entrenador.
De la noche a la mañana, Vicente Calderón, el mítico presidente rojiblanco, le propuso al centrocampista que colgara las botas y relevara a Juan Carlos Lorenzo en el banquillo. Así fue como, con 36 años, Aragonés inició una fructífera carrera como técnico, dirigiendo a los que días antes eran sus compañeros de vestuario.
Los primeros resultados llegaron casi de inmediato, con la conquista de la Copa Intercontinental –el Bayern había renunciado a disputarla- ante el equipo argentino del Independiente de Avellaneda.
En los años siguientes, otra Copa y una Liga más con un equipo que incorporó figuras como Leivinha, Pereira o Dirceu pero que, poco a poco, según enfilaba el final de década, fue perdiendo la grandeza de antaño y poniendo base a la nefasta leyenda del ‘Pupas’.
Tras su marcha en la temporada 79/80, Luis vivió una relación de amor-odio con los distintos dirigentes del club, con continuas idas y venidas durante los 80 y los primeros 90 que, sin embargo, dejaron tres nuevas Copas del Rey y una Supercopa en las vitrinas.
Sus desencuentros con Jesús Gil le llevaron a marcharse de nuevo, iniciando un largo peregrinaje por los banquillos españoles: FC Barcelona –donde sumó otra Copa más-, Sevilla, Valencia, Oviedo, Betis o Mallorca. En todos ellos, pese a la falta de títulos, cimentando la leyenda del 'Sabio de Hortaleza'.
Pero aún le restaba un servicio al club de toda su vida. En 2001 hizo las paces con Jesús Gil y aceptó dirigir al Atlético en Segunda división, pozo en el que había caído un año antes.
De la mano de Luis y de un jovencísimo Fernando Torres, el club del Manzanares salió 'del infierno', poniendo fin a uno de los episodios más lamentables de su historia.
Ya con el equipo en Primera, Aragonés siguió al frente de la nave una temporada más pero la falta de resultados hizo que el técnico y el equipo de su vida decidieran de nuevo separar sus caminos. Esta vez, aunque quizá ninguno lo sospechaba, de forma definitiva.
Fue el preludio de su etapa como seleccionador nacional, el broche de oro a su exitosa carrera. Pero esa es otra historia "y tal..."