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Rusia convierte Sochi en una fortaleza inexpugnable para los Juegos de Invierno

  • Las autoridades blindan la ciudad con efectivos y medios técnicos
  • La Policía patrullará los transportes de Moscú
  • La principal amenaza es el terrorismo del Cáucaso

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Sochi será la ciudad más vigilada del mundo durante los Juegos Olímpicos de Invierno, que se celebran en la localidad turística rusa entre el 7 y el 23 de febrero.

El presidente del país, Vladímir Putin, quiere que los Juegos sean un escaparate internacional para su país. Para garantizar que nada disturbe su desarrollo, Rusia no ha escatimado en el dispositivo de seguridad, que supera ya al de cualquier otro evento deportivo.

La fortaleza de Sochi

Entre 30.000 y 50.000 policías y agentes del Ministerio de Interior patrullarán Sochi (una ciudad de 343.000 habiantes), así como unos 30.000 militares, todos ellos bajo el mando del Servicio Federal de Seguridad (FSB), el sucesor del KGB. Putin ha movilizado incluso a unos 400 cosacos.

Las autoridades han demarcado dos tipos de zonas, según el nivel de acceso: controladas o restringidas. Las personas y los vehículos podrán ser sometidos a registros y los coches que no tengan matrícula local necesitarán un permiso expreso para circular. Para acceder a los estadios será necesario estar debidamente acreditado.

Miles de cámaras de videovigilancia han sido instaladas en las calles, que serán observadas desde el aire por aviones no tripulados. En la costa del Mar Negro se han puesto en marcha equipos de sónar submarino.

El Ejército controlará las montañas de Krasnaya Polyana, donde tendrán lugar las pruebas de esquí y snowboard, y la frontera con Georgia, al sur.

Pero las medidas especiales no se restringen a la sede olímpica. Aunque Sochi se encuentra 1.600 kilómetros al sur de Moscú, la mayoría de las personas que acudirán a los Juegos deberán pasar por la capital rusa.

Por ello, los servicios de seguridad pondrán una atención especial en los aeropuertos y estaciones de tren de la capital con la ayuda de voluntarios, según indicaba el responsable de seguridad municipal, Alexei Mairorov, en una entrevista en una radio local.

El metro será otro de los objetivos prioritarios del refuerzo de seguridad, tanto con agentes de Policía como con guardias privados. Más complicado será vigilar todo el trazado del tren de alta velocidad entre la capital y Sochi, que se extiende a lo largo de unos 1.500 kilómetros.

El gasto específico en seguridad se desconoce, pero hay que sumarlo a la  factura global de estos juegos, los más caros de la historia,  que  costarán en torno a los 37 mil millones de euros.

La amenaza terrorista

"Los Juegos son únicos en muchos sentidos, pero no en el de la seguridad. Todos los grandes acontecimientos están bajo amenaza.  Tenemos que afrontarlo. Cualquier otra cosa sería rendirse ante los  terroristas", declaró el lunes el presidente del Comité Olímpico  Internacional (COI), el alemán Thomas Bach, desde la ciudad olímpica.

La principal amenaza que las autoridades rusas temen es la del terrorismo yihadista proveniente del Cáucaso, ya sea por parte de un grupo o de individuos que actúan en solitario, como las llamadas "viudas negras".

Sochi se encuentra entre el Mar Negro y el Cáucaso, y a 600 kilómetros alguna de las regiones más inestables de Rusia, como Daguestán, Ingushetia o Chechenia. Prácticamente todas las semanas hay algún ataque o incidente violento en estas regiones.

Los islamistas del denominado Emirato del Cáucaso Norte han amenazado con impedir la cita deportiva. Así lo anunció en julio uno de sus líderes, el checheno Doku Umarov. Incluso algunos comités olímpicos nacionales han recibido cartas de advertencia.

"Estas amenazas no parecen realistas - explica a RTVE.es Rubén Ruiz, profesor e investigador de la UNED, especializado en el área post-soviética y colaborador de la página web Eurasianet. "Si la capacidad de los islamistas fuera real, se habrían producido ya acciones dentro de Sochi".

Otra cosa es lo que pueda ocurrir en otras partes de Rusia. "Las acciones que se han llevado a cabo hasta ahora se han producido en otras ciudadescomo Volgogrado", recuerda Ruiz. Dos atentados con bomba en esta ciudad, a solo 700km de Sochi, costaron la vida a 34 personas en diciembre.

"Es muy difícil de controlar que durante los Juegos no se produzcan atentados, sobre todo si hay personas dispuestas a ser suicidas", añade el profesor de la UNED.

Colaboración de EE.UU.

Rusia no está sola en este esfuerzo de seguridad. En un gesto de colaboración poco habitual, dos navíos de guerra estadounidenses han llegado al Mar Negro para colaborar en el despliegue. Se trata del destructor lanza misiles 'Ramage' y del navío anfibio 'Mount Whitney', con 600 miembros de las fuerzas especiales de la Marina.

"Los medios aéreos y navales, que comprenden dos navíos en el Mar Negro, estarán disponibles en caso de demanda para toda situación de urgencia, a demanda y bajo consulta con el Gobierno ruso", ha declarado el contraalmirante John Kirby.

En enero, el Washington Post anunció también que el FBI iba a enviar varias docenas de agentes para colaborar con la inteligencia rusa.

El propio presidente de EE.UU., Barack Obama, crítico con Putin y las leyes homófobas rusas, ha dado sin embargo un espaldarazo a su homólogo ruso en lo referente a la protección. "Los juegos de Sochi son seguros", dijo Obama el 31 de enero.

Impedir las protestas

Tanta seguridad servirá las autoridades rusas no solo para impedir los atentados terroristas, sino también las expresiones de disidencia.

Rubén Ruiz prevé que las limitaciones de acceso a la sede  olímpica se aplicarán a los activistas rusos contrarios a Putin, pocos y muy vigilados,  que  pretendan desplazarse hasta allí.

"Putin ha querido dar una buena imagen internacional liberando a los miembros de Greenpeace, a las Pussy Riot o a [el magnate ruso Míjail] Jodorkovsky, pero dentro es muy diferente", asegura el investigador.

En previsión de que se produzcan actos de protesta en el mismo Sochi, el Gobierno ruso ha designado zonas de manifestación situadas a unos 11 kilómetros del estadio olímpico. Fuera de este "manifestódromo" estarán prohibidas las reuniones públicas.

También se da por descontado que la inteligencia rusa llevará a cabo labores de cibervigilancia. Según recoge la web de la radiotelevisión pública canadiense, CBC, los periodistas Andrei Soldatov e Irina Borogan han denunciado que una compañía rusa que oferta wi-fi en la ciudad olímpica infecta a la vez los ordenadores con paquetes de programas espía.

"Esto no es diferente a lo que pueda ocurrir en Estados Unidos - concluye Ruiz - Hoy en día cualquier activista tiene asumido que la herramienta más vulnerable es el ordenador".