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Baloncesto | NBA

Los Wolves ganan a los Knicks sin los lesionados Rubio y Calderón

  • El base novato LaVine asume la responsabilidad en la prórroga (92-95)
  • Ricky se resiente de su esguince de tobillo y no juega por precaución
  • Calderón sigue recuperándose de un esguince en el tendón de Aquiles

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Zach LaVine, clave en el triunfo de Minnesota contra los Knicks.
Zach LaVine, clave en el triunfo de Minnesota contra los Knicks.

Los problemas de lesiones se han convertido en la constante de los bases José Manuel Calderón y Ricky Rubio, que ninguno de los dos pudo jugar con sus respectivos equipos de los Knicks de Nueva York y Timberwolves de Minnesota cuando ambos se enfrentaron la pasada noche en el Madison Square Garden.

La victoria fue para los Timberwolves, que en tiempo de prórroga se impusieron a domicilio por 92-95, a pesar que Rubio se quedó en el banquillo después que la noche anterior había jugado contra los Raptors de Toronto.

Rubio, que antes del partido frente a los Raptors se había perdido dos por lesión, sufrió un pequeño esguince en el tobillo derecho el pasado viernes cuando su equipo se enfrentó a los Thunder de Oklahoma City. Sin Rubio en el campo, el base-escolta novato Zach LaVine fue el jugador decisivo al anotar los tiros decisivos, incluidos seis en la prórroga, de los 20 con los que concluyó el partido.

El entrenador de los Timberwolves, Flip Saunders, confirmó que Rubio había vuelto a sentir dolores en el tobillo lesionado y por precaución decidió que no saliese a jugar el partido ante los Knicks.

Calderón, entre algodones

Mientras que Calderón siguió de baja con los Knicks y se perdió el duodécimo partido consecutivo al no estar recuperado del esguince que sufre en el tendón de Aquiles del pie izquierdo. Calderón, de 33 años, no juega desde el pasado 25 de febrero cuando los Knicks se enfrentaron a los Celtics de Boston y perdieron de visitantes 115-94.

El jugador extremeño se lesionó en el tercer cuarto de ese partido, y sufre una complicada distensión en el tendón de Aquiles izquierdo, una zona delicada y que puede entrañar, si se rompe, una lesión de gran envergadura, algo que no desea para nada el entrenador de los Knicks, Derek Fisher.

Por eso, su equipo está siendo muy conservador con respecto a la rehabilitación pese a que el jugador está deseoso de volver a las pistas, aunque el equipo ya no se juega nada en la temporada porque tiene la peor marca de la liga (14-54) y están eliminados de la fase final, por segundo año consecutivo.