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Fútbol | Literatura

Pardeza: "El fútbol también tiene un lado oscuro y atormentado"

  • El que fuera integrante de la 'Quinta del Buitre' publica su primer libro: 'Torneo'
  • Pardeza combina recuerdos y ficción en un repaso a sus inicios futbolísticos
  • "No es un libro de fútbol, es un libro sobre la condición humana a partir del fútbol"

Por
Miguel Pardeza, exfutbolista y autor de 'Torneo'.
Miguel Pardeza, exfutbolista y autor de 'Torneo'.

Ficha técnica

Título: Torneo

Autor: Miguel Pardeza (La Palma del Condado, Huelva, 1965)

Extensión: 285 páginas

Editorial: Malpaso

Fecha de publicación: 20-6-2016

Cual pícaro don Pablos, un tierno Miguel Pardeza lucha por salir adelante y aprender a vivir en un lúgubre hostal de Madrid al que llegó en busca del sueño por el que dejó su Palma del Condado natal: ser futbolista profesional. Dudas, ambiciones, desesperanzas y un gran "cacao mental" atormentan al personaje basado en su homónimo real en una de las etapas más importantes de su vida.

Así es 'Torneo', el primer libro de Miguel Pardeza Pichardo, más conocido por su carrera futbolística que por su incontenible pasión por la literatura. Una obra de marcado carácter autobiográfico en el que la ficción toma partido y acaba por moldear la representación de su historia "desde el punto de vista de la picaresca".

Centrado en un periodo de cuatro años de su vida, desde que dejó su pueblo en 1979 hasta que cumplió la mayoría de edad, 'Torneo' desgrana los anhelos, pasiones y el desarraigo de un chaval que explotó sus cualidades para adentrarse en el difícil y no siempre idílico mundo del fútbol profesional.

Pregunta: 'Torneo', el título que ha elegido para su primer libro, era el nombre de aquel programa de jóvenes promesas de TVE en el que participó, ¿qué supuso para usted?

Respuesta: Fue decisvo, fue donde me di a conocer, reclamé la atención de equipos importantes y me parecía un buen punto de partida para el libro, por lo que pudo simbolizar de aquella época y, además, quería jugar con el doble significado de torneo como lucha por la vida.

P.: Lejos de ser un libro de fútbol, es un libro de sentimientos.

R.: Sí, aunque mi nombre puede llevar a equívoco, lo que me interesaba es hablar sobre la condición humana a partir de una experiencia concreta de la vida humana, que es el fútbol, y me he puesto como protagonista porque uno es el que mejor se conoce. Efectivamente, la gente se puede confundir pensando que el libro habla de mis peripecias futbolísticas, pero me interesa mucho más lo que le pasa a un personaje que, en este caso, juega a fútbol. Pero eso no es lo fundamental, lo fundamental es lo que le pasa al personaje jugando al fútbol.

P.: No deja de ser curioso que para contar la vida de un futbolista, para muchos ya casi irreal, recurra a la ficción.

R.: Yo creo que la ficción sirve para explicar muchas cosas de la realidad. Cuando quieres completar y la memoria no lo abarca todo, tienes que acudir a la imaginación, no hay una verdad histórica absoluta. Cuando me di cuenta que el libro no iba a poder ser todo lo veraz que pretendía, incurrí en esa traición literaria que consiste en decir verdades y mentiras, juntas o separadas. Lo importante es que el libro funcionara, que parezca verosímil.

Portada de 'Torneo', de Miguel Pardeza.

Portada de 'Torneo', de Miguel Pardeza.

P.: ¿Qué idea pretende reflejar en su obra?

R.: Quería plasmar los riesgos de los sueños. Los sueños son muy bonitos, yo estoy muy agradecido porque pude cumplirlos, pero los sueños, como decía Goya, engendran monstruos, y la cosa va un poco por ahí. Es un libro que habla de ilusiones, de ambiciones, pero también de los peligros y los riesgos que conlleva llevar ese proyecto de vida hasta sus últimas consecuencias si no se sabe medir bien.

P.: No es oro todo lo que reluce en la vida de un futbolista.

R.: Quizá quería ser un poco el 'Pepito grillo' del mundo del fútbol, donde lo que más se ve es la épica, la epopeya, que está bien y tiene que existir porque el fútbol es un reducto de felicidad para mucha gente. Pero a la hora de afrontarlo desde la literatura quise buscar los lados oscuros, que los hay. No todo es 'glamour', no todo es dinero, no todos son estrellas... el fútbol también tiene ese lado oscuro y atormentado, que me parecía interesante analizarlo. Yo tuve un final feliz, pero mucha gente pasó por ese camino y se quedó ahí, en el camino.

P.: El libro parte con esa irrepetible ilusión infantil por el fútbol. Dicen que un aficionado al fútbol vuelve a la infancia cada fin de semana, ¿vive el futbolista en una infancia contínua?

R.: Sí, el futbolista arrastra a lo largo de su carrera un cierto complejo de Peter Pan, es un niño que vive en su fantasía permanente. Además, si tiene la suerte de verse refrendado con el éxito social, tiene unas ventajas que el resto de los mortales no tiene. Ahora, luego cuesta renunciar a eso y de ahí el drama que supone bajarse de esa nube y enfrentarte a la realidad, ver que la vida es dura, que tienes que aplicar herramientas intelectuales y habilidades sociales que probablemente no habías usado hasta entonces porque tu propio talento te había permitido seguir adelante sin esa necesidad.

P.: ¿Se reconoce en aquel chaval de La Palma?

R.: Sí, me reconozco en muchas cosas. En algunas sigo siendo muy parecido, en otras sin duda he cambiado. Todos cambiamos, hay una parte del libro en el que también lo digo, el que jure ser el mismo cada segundo de su vida que lo diga. El cambio es constante, nadie es el mismo de un día para otro. Hay una constante, invariablemente, pero cambiamos muchísimo.

P.: Una gran parte del libro transcurre en el Hostal Ideal, ¿lo considera como su viaje iniciático?

R.: Sí, allí tuvieron lugar todas las vivencias psicológicas y, de hecho, el libro termina cuando salgo de allí. A la residencia no le hago ninguna justicia porque me encajaba más hacer una representación de esa instancia desde de el punto de vista de la picaresca, a la que soy muy aficionado. Me apetecía describir una residencia con dificultades, físicas y materiales, que no se ajusta a la realidad, porque nos trataron muy bien y nos dieron cariño. Pero en el ambiente de dificultades en el que vivía el personaje, añadir la crema de una estancia todavía más llena de obstáculos me parecía que estaba más en consonancia con el sentido del libro.

P.: Para un lector empedernido, la cantidad de 'horas muertas' que vive un futbolista en concentraciones serían una mina, ¿qué libros le marcaron en su carrera?

R.: Leer ha sido una parte fundamental de mi vida, igual que el fútbol. Medio en serio, medio en broma, le digo a mis amigos que yo soy un escritor frustrado que terminó jugando al fútbol, no un futbolista que tuvo cierto éxito que ahora escribe un libro, es paradójico. A mí los libros siempre me han acompañado. Cuando llegué a Madrid en el 79 tenía poco bagaje, había leído a Salgari, un poco de novela negra y cómic, sobre todo Asterix, pero a medida que pasaban los meses, entre el agobio de vivir en Madrid empecé con los existencialistas, a leer a Sartre, a Simone de Beauvoir, a Camus... ocuparon mucho espacio en aquella época para mi desgracia porque me crearon más cacao mental del que ya tenía. Luego fui ampliando, leí a Cortazar, a Vargas Llosa, tuve la etapa de Borges... y luego ya de profesional, por contagio de amigos que les gustaban los libros de viejo, leí a Eugenio Noel o a Vidal y Planas.

P.: Zaragoza fue su segunda casa, e incluso se dijo que renunció al interés de Cruyff por seguir allí. ¿Encontró su lugar Pardeza? ¿Influyó mucho el entorno que le rodeaba?

R.: Zaragoza ha sido importante en mi vida, no solo por el tema deportivo. Yo llegué con veinte años, me gustaba mucho leer y Zaragoza me abrió las puertas de un mundo que desconocía. Conocí a mucha gente relacionada con la cultura aragonesa, a uno de mis mejores amigos, como Javier Barreiro, y a Ignacio Martínez de Pisón, Luis Alegre, Labordeta... tantos y tantos. Todo eso enriqueció y potenció mis aficiones. No me quedo con la espinita de jugar con Cruyff, yo estaba muy contento en Zaragoza y aquello tampoco cuajó. Antes tampoco existía la facilidad de movimiento que hay ahora. Ahora cuesta ver jugadores que se mantienen toda su carrera con la misma camiseta.

P.: ¿Qué futbolistas le han influido por su interés literario?

R.: Un futbolista que empezó a dignificar el lenguaje futbolístico fue Valdano. Nos hizo un gran favor, nos enseñó otra mirada, nos enseñó que el fútbol se podía contar de otra manera, aunque todos caemos en nuestros propios tópicos. Dignificó la forma de ver y explicar el fútbol. Pero no hay muchos más ejemplos... se que Lineker ha escrito alguna novela, y también Venables, o en Argentina, que también ha tratado el fútbol desde ese punto de vista literario.

P.: ¿Qué reacciones espera del mundo de la literatura y del mundo del fútbol a su libro?

R.: Como digo en el prólogo, creo que no le va a gustar a nadie, ni a unos ni a otros, ni a los literarios ni a los jugadores. Como nado en un mundo indeterminado, indeciso... creo que igual es demasiado literario para el mundo del fútbol y demasiado futbolístico para el mundo literario. Pero bueno, es donde he vivido, siempre he estado entre estos dos mundos, entre dos aguas. Lo único que me importa es que el libro funcione y la gente lo lea.

P.: ¿Por qué camino seguirá Pardeza? ¿habrá una segunda parte para 'Torneo'?

R.: Estoy cómodo como estoy, tengo otra idea medio en marcha y voy a ver si soy capaz de terminarlo, porque esto es un ejercicio de respirar muy hondo. Y en cuanto a una continuación a 'Torneo', me gustaría, pero me interesa contar el final. No me veo contando lo de enmedio, porque eso se ve en los periódicos, en las hemerotecas y en lo que jugaste. Desde el punto de vista literario me interesaba lo que le pasa a alguien que comienza y lo que le pasa a alguien que termina, que es más difícil que empezar. Al empezar tienes el sueño pero cuando acabas ya el sueño se terminó, sabes que no va a volver nunca más y te obliga a mirar hacia delante. Si has tenido suerte de retirarte económicamente desahogado todavía, pero hablamos de un porcentaje muy pequeño. Incluso esos, según muchas estadísticas, acaban arruinados a los cinco o seis años. La soledad, el silencio, el tener que administrarte sin nadie, eso es lo que me interesa.