Nadal, abanderado de oro
- Rafael Nadal ha jugado 23 horas sobre las pistas de Río de Janeiro
- Junto a Marc López alcanzó el oro y fue cuarto en solitario
- Ha logrado liderar la delegación con su garra en el campo de juego
Rafa Nadal, medallista en dos Juegos, exprimió 23 horas sobre las pistas de Río después de dos meses sin entrenar. En la víspera de los Juegos la noticia deportiva era desvelar qué disputaría el exnúmero 1 del tenis. Se confirmó que lo jugaría todo, como era de esperar en el mallorquín, que espoleado por haber sido designado abanderado iba a los Juegos con un compromiso de iluminado.
Nadie ha respondido a tantos selfies en la Villa Olímpica. Rodeado de atletas de brillo, el tenista de Manacor era al que todo el mundo quería acompañar. Los tuits sobre sus competiciones no podían aglutinar más admiración.
Lesionado en su muñeca en Roland Garros y después de pelear por alcanzar su nivel en los últimos años, la mejor noticia que podía recibir era encabezar la delegación española en los Juegos. Y cuando se vio elegido por encima de estrellas como Mireia Belmonte, todos especulabamos hasta donde llegaría. ¿Se retiraría después de la ceremonia inaugural, prodía en la superar alguna eliminatoria? De momento, disfrutó de portar la bandera española en la ceremonia inaugural de Río 2016.
Pero Nadal, ya oro en Pekín, se ha ganado ser quien es por la épica, y el papel simbólico que ahora desempeñaba, y que se le escapó por lesión en Londres, debería haber zanjado esa especulación. Y así lo confirmó, un oro en dobles, un cuarto puesto en individual y retirado del mixto con Garbiñe Muguruza, porque no quedaban horas para jugar al tenis.
El primer escollo en los Juegos, el argentino Delbonis, sería de trámite en cualquier situación, si no fuera porque la muñeca de Nadal llegó entre algodones, como mínimo. El tenista y su entorno aseguraron que si no pudiera no hubiera jugado pero también que la muñeca no estaba bien. Pidieron en cualquier caso desviar el foco, no querían dar el parte médico a diario.
Rafa ganaba solo o acompañado, pero hasta la semifinal de dobles contra Del Potro y González no tuvo que tirar de poderío, de apretar los dientes sobre la pista. Junto a su amigo Marc López, Nadal mostraba el camino, era el pilar, con él en la pista hay que ganarles hasta el último punto para mandarles a casa.
Los españoles se clasificaron para la final y los focos se pusieron en Rafa Nadal que exhibía su catálogo de competitividad y gestos. El mallorquín ya había metido a los seguidores de los Juegos en su estela y sus partidos eran citas obligadas. Había que pelear con los rumanos por las medalla de oro y esa noche carioca, el mallorquín ganó individualmente el doble.
Todo lo devolvía, sus bananas crecían sin respuesta, congelaba a los rumanos con los passing y, estaba mentalmente fuerte, sólido, impertubable hasta desesperar. Marc López y Rafael Nadal ganaron el oro, y exnúmero 1, ganador de todos los gran slam y la Davis, celebrabra la medalla como ningún triunfo. Quizá porque venía de la hiel de la lesión y porque ya sabía que era el faro de la delegación además del abanderado.
En semifinales individuales, 20 horas después, le tocó Juan Martín del Potro, que ya había eliminado a Novak Djokovic. Dos viejos conocidos de frente, los dos venían del desierto de las lesiones, pero tres horas de partido dejaron a Nadal fuera de la final. Agotado respondía por automatismos, sufría la percusión del argentino con el saque. Remontó un break en el segundo set épico, pero no puedo con el tercero por poco. Héroe también en la derrota y toda la afición en el bolsillo
Acabo el partido absolutamete fundido y sin la adrenalina que inocula jugar por el oro. Se jugaría la medalla de bronce con el correoso Kei Nishikori.
Pero Nadal salto la pista con ambición, no rechaza un bronce. Nishikori, séptimo jugador de la ATP, le vapuleó inmisericorde en el primer set y ese camino llevaba el segundo, con un Nadal roto. Pero el mallorquín no se iba a ir así, y sacó su kit de la heroica. Le comió los puntos al japonés hasta dar la vuelta al segundo set en un visto y no visto, y sobre todo le comió la moral.
El japonés se quedó 11 minutos en el vestuario hasta deseperar a Nadal, que se quejó agriamente. Seguramente incluso él se descentró, porque el japonés volvío ganando puntos... y al español ya no le quedaban más kit de supervivencias. Superó el tercer set para morir dignamente. Se fue de la pista enfadado pero sobre todo fundido, exhausto, vacío. Eso lo huelen los seguidores y llovieron los mensajes de ánimo. Era el abanderado, de oro.