RB Leipzig: la fórmula que estimula al fútbol alemán y sus efectos secundarios
- En siete temporadas ha subido de quinta a primera división y ahora es segundo
- Red Bull está detrás de un proyecto tan ambicioso y novedoso como polémico
- Los ‘toros rojos' cosechan éxito deportivo y comercial, y también muchas protestas
Un equipo que empezó a competir en 2009 en la quinta división y que ahora tutea al todopoderoso Bayern de Múnich. Una bebida energética que explota inéditas formas de patrocinio deportivo y después de montar cuatro equipos por el mundo da un salto al gran escaparate de la Bundesliga y remueve los cimientos del fútbol alemán. Eso es, simplificando, el RB Leipzig en su vertiente deportiva y comercial. Un club muy particular y un fenómeno que merece muchas más explicaciones.
Para empezar, con el curioso nombre elegido, en el que RB, a efectos estatutarios, significa RasenBallsport, una expresión impropia del alemán que podría traducirse como “deporte de pelota sobre césped”, y que en la práctica enmascara las iniciales de la empresa Red Bull, que es quien puso en marcha el proyecto hace ocho años.
Tras intentarlo en otros lugares (por ejemplo, en Hamburgo a partir del FC Sant Pauli, donde se encontró un rechazo frontal), lo hizo en Leipzig, una ciudad de la Alemania oriental con tradición futbolísitca pero donde sus dos clubes más históricos, el Lokomotive y el Sachsen (en otras épocas conocido como BSG Chimie), vagaban en las categorías regionales.
Eso no fue óbice para que con la vista en el Mundial de 2006, las autoridades locales impulsaran la construcción de estadio sobre los cimientos del viejo Zentralstadion, pero después de aquel campeonato cayó en desuso.
Una ligera renovación del mismo y su gestión a partir de 2010 fue realmente la primera gran inversión de la multinacional en el fútbol alemán. Y ese contrato llevó aparejado otro cambio formal: a partir de entonces el estadio se llamaría Red Bull Arena, una estrategia de mercadotecnia que ya se estaba haciendo en recintos deportivos y culturales de todo el mundo.
Más innovador fue que el escudo del club reprodujera el logotipo de la marca de bebidas, con un toro a cada lado. Y de nuevo repitiendo esquemas de éxito, la plantilla se formó mezclando jugadores muy jóvenes con otros fichados a golpe de talonario, pero siempre muy por encima de lo que era habitual en esa división.
En pocos meses, el número de aficionados al RB superó al de los otros equipos de la ciudad sajona. Y ese crecimiento ha sido imparable hasta la presente temporada, en la que el Red Bull Arena ha colgado el cartel de “no hay billetes” en varias ocasiones y ronda el 98% de ocupación media sobre 43.000 plazas en total.
Sin socios
Una fidelidad que no se traduce sin embargo en el número de socios. Al contrario. El club siempre ha puesto trabas a quienes han querido participar en la institución y controlar la gestión. Para cumplir el requisito legal, la asociación deportiva la constituyó un reducido grupo de empleados de Red Bull, que tomaron el control de un club de la quinta división del fútbol tras comprar su ficha federativa. Hoy siguen siendo muy pocos socios, apenas unas decenas o un centenar, según las fuentes.
La norma alemana prohíbe que una misma persona física o jurírica controle más del 50% del club. Paradójicamente, la propia regla (conocida como 50+1) prevé una excepción para los clubes que, como el Leverkusen o el Wolfsburgo, fueron en origen una asociación deportiva para los trabajadores de una empresa, como es el caso respectivamente de Bayer y Volkswagen.
La ausencia de participación real en el club es una de las recurrentes controversias a las que hace frente el club, tanto con la federación alemana como con una parte de la afición. Más allá de las cuestiones formales, la dirección prefiere hablar de fans.
"¿Para qué necesitas a los socios? Yo estoy más interesado en el número de aficionados que tenemos", comenta Ralf Rangnick, director deportivo del RB, en declaraciones recogidas por la BBC.
En efecto, en la web del club no se ve ninguna llamada a la masa social. Sí aparecen listados 32 clubs de fans oficiales. Pero hay otros que no aparecen ahí, por ejemplo el Rasenballen, un grupo de aficionados crítico con la dirección entre cuyos lemas destacan este: “¡No somos un segundo Salzburgo! ¡Somos de Leipzig!”, en alusión a la sede central en Austria de la compañía de la bebida energética.
Plantilla muy joven
Pero esta polémica en Sajonia no es la primera que provoca Red Bull en el mundo del fútbol. Antes había puesto en marcha clubes en la ciudad donde tiene su cuartel general, el FC Red Bull Salzburg, en 2005; y luego hizo lo propio en Norteamérica, Sudamérica y África con el New York Red Bulls estadounidense (2006), Red Bull Brasil (2007) y Red Bull Ghana (2008).
Y esta inédita estructura intercontinental es también controvertida en el plano deportivo, con jugadores que pasan de una a otra liga en función de factores que, a veces, no son los habituales en el fútbol.
Algunos de los jugadores más destacados del equipo de Leipzig proceden del Red Bull Salzburgo. Es el caso de Gulacsi, el guardameta húngaro que ha parado dos de los tres penaltis que le han tirado esta temporada en la Bundesliga; o el centrocampista guineano Naby Keita.
En sentido inverso, al plantel del equipo austriaco, ahora reconvertido en club satélite del alemán, se incorporan como cedidos algunos jóvenes del Leipzig para foguearse, varios de ellos formados en su cantera.
La juventud, es una de las características de la plantilla de ‘los toros rojos’, con la alineación titular media más joven de la competición (normalmente menos de 25 años). El mayor exponente, el máximo goleador del equipo, es Timo Werner, que con 20 años se convirtió el pasado verano en el fichaje más caro hasta el momento del RB Leipzig (unos diez millones de euros) procedente del Stuttgart.
Suyo ha sido el último gol del equipo este domingo, en la victoria ante el Borussia Monchengladbach por 0-2 que le consolida en la segunda plaza de la clasificación, solo superado por el Bayern, dominador absoluto de la liga alemana en los últimos años.
No es de extrañar entonces que el fenómeno del RB trascienda Leipzig: llenan estadios en otras ciudades y encienden a las gradas de los rivales, como ocurrió en especial en su anterior desplazamiento, a Dortmund, donde fueron recibidos con numerosas pancartas de rechazo.
Y aunque también hubo incidentes fuera, las protestas no alcanzan la intensidad de hace algunos años, cuando algunos clubes llegaron a cancelar partidos amistosos con el Leipzig por las protestas de los aficionados ante esta “mercantilización total” del fútbol.
La Union Berlin en su búsqueda de nuevos accionistas en 2011, llegó a hacer un anuncio contra el Leipzig en que se veía una lata de Red Bull estrujada y este eslogan: “Estamos vendiendo nuestra alma, pero no a cualquiera”.
Con la misma filosofía, en la propia ciudad sajona el colectivo Rasenballen llama también a movilizarse a los futboleros de Leipzig “para quienes es difícil identificarse con un producto”, para quienes seguramente es una contradicción irresoluble el hecho de que un jugador del RB Leipzig se bese el escudo-logotipo del club cuando celebre un gol.
Y es que, como dice la Wikipedia, “la cantidad de bebida energética que puede beber una persona sin perjuicio para su salud, como cualquier producto estimulante, depende de su sensibilidad a sus componentes y varía notablemente de un individuo a otro”.