El cambio de mentalidad y del nivel de exigencia cimentaron las 22 medallas
- La instauración del programa de las becas ADO resultó decisivo
- Cortés Elvira: "El deporte español necesitaba ese cambio"
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Un cambio de mentalidad y un nivel de exigencia distinto cimentaron la preparación de los deportistas españoles para Barcelona'92, los únicos Juegos organizados en el país y en los que España logró el máximo número de medallas hasta la fecha, 22 y de ellas 13 de oro.
Con la competición concedida desde octubre de 1986 y el pobre bagaje de Seúl'88 -cuatro metales-, quedaron patentes carencias como la capacidad de hacer planes a largo plazo de las federaciones, que habían llegado a pronosticar 20 medallas en la capital surcoreana.
Como la condición de organizador clasificaba a España para competir en todos los deportes, el Consejo Superior de Deportes (CSD) y el Comité Olímpico Español (COE) tuvieron claro que un resultado similar no podía repetirse para España y se afanaron para dar un giro radical junto a las federaciones.
La colaboración de los dos organismos, encabezados por Javier Gómez-Navarro y Carlos Ferrer Salat, respectivamente, fue clave para inventar un instrumento nuevo, el programa ADO, un plan decisivo que permitió destinar más dinero a la preparación de los atletas con aportaciones económicas de empresas.
Aquella iniciativa, innovadora, exportada a otros países y todavía vigente, permitió trabajar de otra manera y lograr un resultado no superado hasta ahora. "Seguramente si en estos tiempos yo intentara hacer aquello a lo mejor me mataban, pero el deporte español necesitaba ese cambio de mentalidad y un nivel de exigencia distinto. Sentía que se necesitaba ese intervencionismo", comentó a EFE Rafael Cortés Elvira, director general de Deportes del CSD durante aquellos Juegos y luego presidente del organismo.
Cortés Elvira: "Trajimos entrenadores de todo el mundo"
La máxima de Cortés Elvira (Madrid, 1953) de que "el éxito requiere que quien dirige te conduzca a él" le llevó a traspasar fronteras en busca de modelos que seguir y nuevas fórmulas que aplicar. "Yo en el año 1989 conocí, en una visita a Polonia. al viceministro de deportes polaco, un metodólogo de los mejores del mundo, que había demostrado numerosos éxitos en la preparación de los deportistas. Y en un encuentro distendido con algún vodka por medio le dije al ministro de deportes, Aleksander Kwasniewski, que luego fue presidente del país (23-dic/95 a 23/dic/2005), que quería fichar a su viceministro", recordó Cortés Elvira.
Aquel momento, además de influir en Barcelona, es parte de las anécdotas de aquellos Juegos porque el ministro polaco puso dos condiciones para dejar que su viceministro trabajase en España. "Me pidió que le pagara mejor que él, lo cual no era difícil ya que ganaría 7 u 8 millones de pesetas al año, porque en Polonia los sueldos de entonces eran de miseria absoluta, y me pidió además doce botellas de brandy Carlos I, que era lo que más le gustaba. Después, en un viaje oficial, vino a traerme a su viceministro y a llevarse las botellas, que era la prima del fichaje. Hoy es mi íntimo amigo", narró con una amplia sonrisa.
Aquel fichaje estrella, que luego fue ministro de Deportes de su país y también presidente del Comité Olímpico de Polonia, se llamaba Stefan Paszcyk y se quedó en españa hasta 1993. "Él fue el gran responsable de la planificación deportiva. Yo discutía mucho con él y era apasionante hacerlo sobre cómo había que preparar a cada deportista de forma diferente. Pero tenía controlada la preparación de todos los equipos y todos los deportistas".
El método Paszcyk incluía detalles como que a veces era conveniente que un equipo jugara contra otros más importantes para perder antes de la competición y otras que lo hiciera frente a otros peores porque necesitaban ganar, detalles ajenos a los de los españoles a los que faltaba "un plus para hacer campeones a sus equipos".
Esa carencia llevó a buscar entrenadores de otros lugares, porque, además de los técnicos de las federaciones, el programa ADO contó con sus propios técnicos, muchos de ellos extranjeros. "Trajimos entrenadores de todo el mundo, cubanos, rusos alemanes de todo tipo y de toda condición, algunos con una oposición tremenda por parte de los españoles. Recuerdo incluso algún caso de dopaje a los deportistas, para luego poder culpar a los entrenadores extranjeros", rememoró el entonces director general de Deportes.
Aquel fue un acto "burdo", porque los españoles tenían recelo de perder su trabajo, "en vez de verlo como una oportunidad", y fue una iniciativa que permitió, en su opinión, que el deporte español se acostumbrara al control y a contar con gente que vino a enseñar.
"Se superó con mucho lo que el ciudadano esperaba"
"Un deportista cuando se enfrenta a una competición se buscará un argumento para justificar su fracaso, es muy frecuente. Yo entiendo la tensión, si un deportista se desvelaba por la noche y decía que estaba acostumbrado a dormir con calzoncillos negros y los llevaba blancos yo decía 'no se pregunta, se le buscan unos negros', porque hay que quitarle cualquier razón de su fracaso, de manera que cuando salga a competir él se enfrente consigo mismo, él decida el resultado, lo afronte y no busque excusas. Hasta eso estaba premeditado y medido", explicó.
La diferencia entre lo que es la selección natural del talento, como pudo ser entonces el equipo estadounidense de baloncesto, y el llamado trabajo de laboratorio, que para Cortés Elvira son los casos en los que hay muy pocos deportistas y hay que trabajar muchísimo con ellos, también se tuvo muy en cuenta en Barcelona'92.
"Con la selección natural del talento no tienes que hacer nada, pero nuestro hockey femenino, con 400 licencias, ganó el oro. Los chicos de baloncesto de Estados Unidos no se concentraron, las chicas de hockey lo estuvieron mucho tiempo", repasó.
Con la perspectiva que dan los 25 años transcurridos desde Barcelona, Cortés Elvira cree que el "éxito del resultado deportivo" se debió a que se "superó con mucho lo que el ciudadano esperaba". "El Mundial del 82 tuvo muy buena organización, pero al ciudadano le quedó que fue un fracaso por el resultado. Después de las cuatro medallas de Seúl hicimos un estudio de los resultados de todos los países y decidimos que nuestro objetivo en Barcelona era multiplicar por tres esa cifra, pero en nuestro último papel nos salían 22 medallas. La única no contemplada fue la de Jordi Arrese porque no había competido, pero al final salió".
Y en su repaso a aquellas dos semanas históricas de Juegos Cortés Elvira tampoco se olvidó de los que fracasaron, que fueron muchos. "Cuando alguien gana no tienes que ir a verle, pero cuando pierde y vas a su vestuario... Hay que vivir esas situaciones".