Mónaco y todo lo que rodea a los Laureus se rinden a Roger Federer
- Se cierra en Mónaco una gala en la que el tenista suizo resulta gran triunfador
- Por primera vez en la historia, un deportista alza dos trofeos en la misma edición
- El deporte español no se va de vacío gracias al trofeo del golfista Sergio García
La noche se recordará por ser la gala de los Laureus de Roger Federer, hizo historia al alzarse con dos premios Laureus en una misma edición, pero más allá del suizo se vivieron grandes momentos en la cita monegasca.
Aunque el día amaneció cerrado por las nubes y con algún copo de nieve entusiasta como el lunes, el día fue abriéndose a medida que las horas se descontaban para llegar al The Salle des Etoiles de Monte Carlo. Allí estaba preparada la fiesta de los Laureus 2018.
Ciclistas como Fabian Cancellara pedalearon por la mañana 55 kilómetros en una marcha benéfica, otros como Raúl y el actor Miguel Ángel Muñoz se fueron conocer el circuito de carreras para practicar running, y otros como Puyol, Figo o Desailly atendieron a los diferentes medios de comunicación. Los dos últimos hicieron de padrinos incluso en el bautizo como nuevos miembros de la academia Laureus de Ryan Giggs y Francesco Totti.
Para las cuatro de la tarde teníamos que estar todos preparados para ver cómo iban goteando hasta la alfombra roja los protagonistas del día. Sobre ella aterrizaron centenares de zapatillas deportivas, las llamadas sneakers.
Ya desde el año pasado es una tradición en esta gala reivindicar la moda deportiva combinando este calzado con los trajes de gala. Las calzaban todos, tanto hombres como mujeres, tanto estrellas como invitados.
En esa alfombra roja los deportistas eran ya otros, se notaba que querían pasarlo bien y la barrera con los periodistas no fue tan ancha como suele ser habitual. Así nos confesó Raúl que en su opinión "estas cosas se alargan demasiado luego por la noche", o Figo nos confesó que en su día no pudo acudir a las galas de Barcelona (2006 y 2007) por un compromiso en Lisboa. El portugués parece que sigue regateando igual de bien que cuando competía.
Todo era fiesta y ganas de entrar a la ceremonia hasta que llegaba, cual coche escoba que cierra el pelotón, el rey Alberto II de Mónaco y su equipo de seguridad. Con él se concluía el trasiego de personajes. Era tiempo de gala y de premiados. Era el día de Roger Federer.
En la ceremonia brilló con luz propia y por partida doble, por encima de todos. Tanto los asistentes al acto como los medios de comunicación después se rindieron a los pies del suizo.