Sagan se hace con su segundo monumento en el "Infierno del Norte"
- El eslovaco se lleva su segunda París-Roubaix en disputa con el suizo Dillier
- La carrera, con 54km sobre pavés, dejó el preocupante accidente de Goolaerts
El eslovaco Peter Sagan hizo buenos los pronósticos y se impuso en su segunda París-Roubaix, conocida como "Infierno del Norte" y la "Clásica de las Clásicas", por su dureza.
Como dato, la última vez que un corredor repitió, también con el 'maillot' arco iris de campeón del mundo, fue el francés Bernard Hinault en 1981.
Sagan empleó un tiempo de cinco horas, 54 minutos y seis segundos, venciendo al sprint al suizo Silvain Dilliers, con el que habían protagonizado la escapa definitiva del día.
La jornada estuvo marcada por el accidente del belga Michael Goolaerts, que fue trasladado en estado grave en helicóptero tras sufrir una parada cardiaca.
En los primeros kilómetros de la prueba se estuvieron probando diferentes intentos de fuga que fueron neutralizados, hasta que varios competidores, entre los que se encontraba el español Marc Soler (Movistar Team), consiguieron una ventaja de hasta 8 minutos con el pelotón.
El recorrido, uno de los más conocidos de todo el calendario, contaba también con la entrada del bosque de Arenberg, recorrido calificado como 'Infierno del norte', en el que hay dos kilómetros solo de adoquines, y en el que muchos corredores, como Soler, se vinieron abajo, perdiendo sus posibilidades de cara a la victoria final.
Las caídas también fueron una constante durante toda la carrera. En una de ellas, algunos de los favoritos a la victoria final, Geraint Thomas, Martin y Kristoff, tuvieron que retirarse a consecuencia de los golpes producidos. El grupo posteriormente se dividió en tres: la cabeza de carrera, los perseguidores, liderados por Stybar, y el pelotón.
Tras casi 100 kilómetros de escapada, finalmente se redució la ventaja entre los escapados y el pelotón, estando a poco más de 20 segundos entre los grupos de cabeza de carrera. Sagan estaba al acecho, esperando cualquier oportunidad que se le presentase y alcanzando a la escapada. A menos de 50 kilómetros para el final, tomó el mando de la prueba y comenzó a tirar del resto.
Van Avermaet lideraba el grupo perseguidor, y era el único que podía discutirle la prueba a Sagan, pero el ritmo del campeón del mundo era imposible de seguir. El corredor del Bora iba avanzando para llegar al velódromo de Roubaix, meta de la carrera, con un ritmo infernal, con la intención de una llegada en solitario al final. Solo el suizo Dillier (AG2R) le aguantaba el paso, aunque con dificultades.
Finalmente, teniendo al grupo perseguidor a más de un kilómetro, la batalla estaba entre Dillier y Sagan. En el velódromo, el eslovaco tiró fuerte y, en su séptima participación, se hizo con una de las pocas clásicas que le faltaban a su extenso palmarés.