Zidane, el ganador tranquilo
- El galo abandona el Real Madrid tras dos temporadas y media como técnico
- El francés es el único entrenador que ha conquistado tres Champions
- Su palmarés asciende a 9 títulos desde que llegó al equipo en 2016
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Si fue estrella madridista como jugador, su papel en el banquillo del Real Madrid a elevado a Zinedine Zidane como leyenda blanca, tanto por su inigualable palmarés como por las sensaciones que siempre transmitió. Su carácter afable y su sonrisa eterna quedará siempre en la memoria de un club en el que ha hecho historia al superar a hitos del madridismo como Luis Molowny y Miguel Muñoz. El francés abandona el club tras tres casi tres temporadas impecables
El 4 de enero de 2016, es nombrado entrenador del primer equipo del Real Madrid, en sustitución de Rafa Benítez. Debuta en el Estadio Santiago Bernabéu con victoria por 5-0 ante el Deportivo. Su primera derrota como técnico, llegó en el «Derbi», tras caer 0-1 ante al Atlético de Madrid. En su primer «Clásico» como entrenador, se impuso al Barcelona en el Camp Nou por 1-2, resultado que permitió al conjunto blanco, disputarle el campeonato de liga al Barcelona hasta la última jornada, concluyendo finalmente a un punto de los azulgranas.
En Liga de Campeones, el equipo logró la «Undécima» Copa de Europa tras imponerse al Atlético de Madrid en la final de Milán del 28 de mayo, logrando así su primer título como entrenador. Se unió de esta forma, al selecto grupo de campeones de Europa de clubes como jugadores y entrenadores, siendo además el primer francés en conseguirlo.
En su segunda temporada como entrenador, logró un histórico «doblete», al proclamarse campeón de Liga y campeón de Europa –por segunda vez consecutiva–,que el club no lograba desde el año 1958. Además, se alzó con los títulos de Supercopa de Europa y Mundial de Clubes.
En esta presente temporada 2017/18, se ha proclamado campeón de Europa por tercera vez consecutiva, campeón del mundo, supercampeón de España y de Europa, y ha sido distinguido por la FIFA como "Mejor Entrenador Mundial".
Icono madridista
“Zidane fue el galáctico que más impactó al Bernabéu”, dijo Jorge Valdano, bajo cuya dirección deportiva el Madrid contrató al francés por 76 millones de euros en 2001. A Florentino Pérez siempre le pareció una cantidad exigua. “Es el Di Stéfano de nuestro tiempo”, proclamó el presidente. Cuando un año más tarde el equipo conquistó La Novena, el éxito que propició el jugador fue solo equiparable a la fascinación que inspiró a su alrededor.
Aquella volea en la final de la Champions ante el Bayer Leverkusen resumió la excelencia de un jugador irrepetible. Fue tan maravilloso que contribuyó a que los dirigentes del Madrid pensaran que habían dado con algo parecido a una fórmula mágica. Una fórmula consiguió una comunión perfecta entre la grada y el césped.
En 2006 se fue el genio con el balón y diez años después comenzó a gestarse su leyenda como entrenador. Nueve títulos en dos años y medio son un balance inigualable en cuanto a las estadísticas pero que se resaltan gracias a su carácter afable. Gran gestor de egos dentro de un vestuario, la defensa de sus jugadores ante las críticas externas en situaciones comprometidas, le ha reforzado de puertas adentro y ha hecho más fuerte a su equipo.
En número total de títulos, Zidane se sitúa a la altura de leyendas blancas como Luis Molowny y Miguel Múñoz. Con 1 Liga, 3 Champions League, 2 Supercopas de Europa, 2 Mundial de Clubes y 1 Supercopa de España.
A la altura de sus estadísticas están Luis Molowny y Miguel Muñoz. Molowny estuvo como técnico durante diferentes etapas (1975, 1977-1979, 1982 y 1985-1986) donde logró 3 Ligas, 2 Copas de la UEFA, 2 Copas de España y 1 Copa de la Liga. Miguel Muñoz (1960-1974) se hizo con unas increíbles 9 Ligas, además de 2 Copas de Europa, 2 Copas de España y 1 Intercontinental.
Fiel a un estilo propio
Zidane esbozó su última sonrisa con el Real Madrid en Kiev. Deja un puñado de títulos en la vitrina de del estadio Bernabéu, un escaparate que se va a reformar porque las 13 Copas de Europa comienzan a apiñarse y no pueden respirar.
Zidane ha sabido aplicar el 'laissez faire' en un vestuario donde es preciso combinar orden y tacto a la hora de dirigir estrellas. El día que anunció en el Madrid su deseo de apuntarse al gremio de entrenador, fue una bomba. Nadie en el fútbol podía imaginar que Zidane algún día fuera a convertirse en entrenador.
Era un tipo frío, poco hablador, algo distante y poco dado al folklore. Sin embargo, Zizou tiró abajo todas las dudas que se presumían con unas primeras comparecencias ante la prensa espectaculares.
Dueño del escenario, Zidane comenzó a exhibir una sonrisa cautivadora, a responder cuestiones comprometidas, sacando dientes, y no dando importancia a asuntos que parecían trascendentes.
Y en el campo, fue tirando prejuicios uno detrás de otro. Decían que la BBC era intocable. Y se cargó el mito. Benzema se fue al banquillo. Y Bale también. El galés incluso ni jugó de titular la última Champions en Kiev. Luego lo puso en el campo y regaló la famosa chilena que tumbó al Liverpool.
Zidane apeló a la meritocracia. No lo hizo con urgencia. Eso es verdad. Entrar en el equipo titular no es fácil y tener contentos a 22 jugadores toda la temporada es un desafío a prueba sólo de los más grandes.
Con Zidane jugó Isco, tiró de Marco Asensio en las grandes citas, confió a ciegas en Keylor Navas, impuso un centro del campo Modric-Casemiro-Kross, que se hizo indiscutible, y manejó con mano izquierda los berrinches de Cristiano Ronaldo.
Después de tres años, Zidane necesita un cambio de aires. Siempre fue dueño de su futuro. Florentino Pérez fue su gran valedor. El confío en él a ciegas. Y acertó de pleno. Lo fichó con una servilleta. Zidane en su día, se fue de jugador, con contrato en vigor. Y se marcha ahora de entrenador, en lo más alto de su carrera, con el Madrid repleto de éxitos.
En los últimos años, Mourinho dejó huella en el vestuario. Sus cercanos cuentan como cambiaba tácticamente con pasión los partidos sentado en el suelo moviendo las botellas de agua de Solán de Cabras.
Zidane es de otro estilo, de otra pasta, sabe cuando el jugador quiere estar solo, cuando necesita la caricia, supo usar el palo y la zanahoria. Los futbolistas respetan su rango. Tres Copas de Europa consecutivas. Y Zidane se va cuando esta plantilla está ya en la línea de mirar a los ojos al de Puskas, Di Stéfano y Gento en la maquinaria de sumar títulos. Hay una ley no escrita que dice que un entrenador no puede estar más de tres temporadas en un club. Zidane ha hecho oficial esta tesis y ha puesto ese listón en los libros de fútbol.