Nadal logra su undécimo Roland Garros y agiganta su leyenda
- El tenista español vence austriaco Dominic Thiem por 6-4, 6-3 y 6-2
- El número uno mundial se sobrepuso a un calambre en su mano izquierda
- Así hemos contado el Rafa Nadal - Dominic Thiem
Rafa Nadal ya es once veces campeón de Roland Garros. El tenista español, número uno del mundo, ha vencido al austriaco Dominic Thiem, número ocho, por 6-4, 6-3 y 6-2 en un espectacular partido con un final inesperado tras dos horas y 42 minutos.
El balear hizo temblar a sus fans en el tercer juego del set definitivo por un calambre en su mano izquierda: "No puedo moverla", dijo a su banquillo para pedir asistencia. Pero la reacción posterior fue de campeón, con una rotura en el séptimo juego -ya llevaba una- para rematar el partido, sobreponiéndose al dolor.
Al dolor y a su último verdugo en arcilla. Dominic Thiem demostró ser un digno rival y sucesor, pero aún no tiene las tablas que mostró Rafa sobre la arcilla de la Philippe Chatrier.
Ya son 17 títulos del Grand Slam, a solo tres del gran dominador de la era Open, Roger Federer. A la espera del retorno del suizo, que será ya en breve terminada la temporada de tierra, Rafa mantiene el número uno del ranking actual.
Empezó muy fuerte, con rotura y consolidación, pero Thiem reaccionó para igualar y mantener esa igualdad hasta el final del primer set.
Al igual que hiciera contra Del Potro en semifinales, Rafa esperó pacientemente para atacar en el último momento: 'break en el último juego y servicio para empezar el siguiente set.
El austriaco demostró ser diferente a 'Delpo'. En la previa aseguró que tenía "un plan" contra Nadal y trató de ponerlo en práctica. Se demostró en las dobles faltas que cometió, siempre buscando la 'T' de la pista para desconcentrar al español.
Sin embargo, Nadal reaccionó siempre bien a ese "plan" y supo defenderse en el segundo set, que comenzó casi igual que el anterior rompiendo a las primeras de cambio el servicio de Thiem.
Calambre y susto de Nadal
Ese revés a una mano del austriaco que se le atragantó en Madrid, lo supo controlar bastante mejor en París. El segundo set lo cerró controlando perfectamente sus juegos con el saque, salvando la única bola de rotura de que dispuso su oponente.
Y en el tercero, lo ya mencionado: un comienzo esperanzador y tras dos horas y 20 minutos de partido llegó la alarma en forma de calambre. Y es que a pesar de la aparente superioridad en el marcador, cada punto era una batalla que se decantaba poco a poco a favor de Nadal (104 puntos a 80 en el global).
A pesar del susto del calambre, o tal vez asociado a ello, la reanudación rompió el ritmo que llevaba el partido y eso perjudió más a Thiem, que perdió por un tiempo el carril y se vio con otra rotura en contra en el séptimo juego.
Con 5-2 y saque para ganar, Nadal se puso 40-0 pero ahí salió el carácter ganador del austriaco para, al menos, regalar un desenlace con algo más de emoción y ganarse la ovación del público de París, de su rival y del australiano Kenny Rosewall, encargado de entregar la Copa de los Mosqueteros a Rafa, la undécima para el rey de París.