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Tour 2018

Sólo el Tourmalet puede cambiar el destino del Tour

  • Thomas es el favorito pero deberá mostrar templanza ante Dumoulin y Froome
  • Quintana y Landa están obligados a atacar desde lejos para tener opciones
  • Etapa 19: Lourdes-Laruns en directo, viernes a las 13:55 en TdP y RTVE.es

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Tour 2018 | Perfil de la 19ª etapa del Tour de Francia 2018: Lourdes-Laruns

El logos -la razón- ha sido culturamente descrito como la facultad sublime del ser humano desterrando al espíritu al abismo de las ‘bajas pasiones’. Ese abismo encierra todos los sentimientos que intentamos traducir en palabras para decir que estamos vivos. Unos lo ubicaban en el hígado, otros en estómago y los provocadores en algún lugar más abajo. La vida no está, entonces, en la cabeza, está en el cuerpo, bajo la piel de los corredores.  Y si ese impulso impregna la ambición de los ciclistas, la última etapa de montaña del presente Tour 2018 puede voltear el pódium o, incluso, erigir un imprevisible nuevo líder. Pongamos que hablo de atacar, de luchar, de resistir, de responder con precisión, de calmarse, de intuir... En definitiva, de ciclismo.

El amarillo de Thomas pasa por la templanza

Un viejo eslogan publicitario rezaba “La potencia, sin control, no sirve de nada”. Si aplicamos esta fórmula al maillot amarillo, la potencia la lleva en las piernas y el control en las de sus compañeros; ergo su plan es que no pase nada, que nadie ataque o que permanezcan sumidos al dominio del Sky.

Un minuto metería a Dumoulin en la pelea por la victoria

1’39’’ separan a Tom Dumoulin del amarillo en París. El holandés tiene a su favor la crono de 34 km en Espelette. A día de hoy es el mejor especialista de la disciplina. Lo demuestra su oro en el último Mundial pero el terreno quebrado y el rival a batir, hacen muy difícil que pueda vestirse de amarillo si no ataca en la montaña. Thomas se ha mostrado más fresco que Dumoulin esprintando en meta, por lo que no le queda otra que jugársela en un uno contra uno sacándolo, lejos de meta, de su zona de confort. Su opción pasa por atacar en los primeros kilómetros del Soulor (son 7 antes del descanso que encara la parte final del Aubisque), aislar a Thomas y hacerle dudar para ampliar diferencias en los falsos llanos que anticipan la cumbre del Aubisque.

Sólo el Tourmalet puede dar el quinto Tour a Froome

Es el corredor más ambicioso, más meticuloso y más versátil. Es el mejor corredor de vueltas por etapas del siglo XXI y se encuentra a 2’31’’ de entrar en la leyenda de la carrera más importante del deporte más duro que existe. Para llegar hasta aquí son demasiados los sufrimientos y esfuerzos como para darse por vencido. Froome ha dado muestras de una combatividad excelsa hasta en los momentos más duros. Su camino hacia la gloria pasa por sorprender en el Tourmalet a Roglic y Dumoulin. Si Chris Froome se marcha no habrá quien organice la persecución, su equipo –aunque perjudique a Thomas- se lavaría las manos y le dibujarían la senda del triunfo hasta París.

¿Qué desea Roglic?

Al esloveno, al tratarse de la primera vez que se encuentra tan arriba en una clasificación general, no se le ha visto lidiar en estas situaciones. No sabemos la medida de su ambición ni de sus nervios. ¿Respondería a un hipotético ataque de Froome a 90 de meta? ¿Dudaría y perdería el tren? ¿Mandará a su compañero Kruijswick delante para que le haga la transición entre Tourmalet y el encadenado Bordères-Soulor-Aaubisque? La jugada sería maestra para ganar el Tour; aunque también para perder el podio que tiene a 16 segundos y fuerzas necesarias para conseguirlo.

Quintana y Landa a 1 y 2 minutos del podio

A río revuelto ganancia de pescadores. El renacido Quintana mostró encontrarse, como mínimo, al mismo nivel que los corredores que le preceden. Venció en el puerto más duro de este Tour y mantuvo la distancia cuando los ataques de los favoritos se sucedieron. Tiene el podio a un minuto con la dificultad añadida de una crono que –aunque dura- no le beneficia. Intentar arrancar al final del col de Bordères (500m a más del 12%) puede ser suficiente para abrir un hueco, a la postre, difícil de cerrar.

En el caso de Landa, sus aspiraciones para hacer algo reseñable en el Tour pasan por responder, sin dudar y con fe de aguantar, a un ataque o hacerlo en primera persona desde lejos. Ya ha avisado de que lo hará; lo que falta por ver es si tendrá la anuencia de los favoritos o provocará un efecto llamada que haga añicos las tácticas previstas por los directores deportivos. Si quiere la etapa le valdría con atacar en el Soulor; si quiere el podio, necesita el Tourmalet. Como Froome, como el ciclismo, como el Tour, como todos. Porque pongamos que hablo, en definitiva, de vivir.