Kipchoge, Bolt y el Muro de Berlín de los récords
- El maratoniano y el velocista son excepciones en el estancamiento del atletismo cerca de los límites del cuerpo
- Consulta los gráficos interactivos para ver la evolución de las plusmarcas
Berlín ha sido escenario principal de la historia contemporánea. También del atletismo.
En una época donde la capital alemana atraía las miradas del mundo, a finales de los 80, los hombres más fuertes o las mujeres más veloces lograron unos increíbles récords, que ha costado o aún costará mucho batir…
Pero ha sido precisamente en Berlín donde también se han logrado también las dos plusmarcas más espectaculares del atletismo en los últimos tiempos, las penúltimas fronteras del cuerpo humano, como coinciden los expertos en calificar a los récords del velocista Bolt y el fondista Kipchoge.
El pasado 16 de septiembre, fue el keniano quien pasó a la historia con su simbólico paso bajo el arco del triunfo de la puerta de Brandenburgo, junto a la que concluyó la carrera de maratón más rápida de todos los tiempos.
El campeón olímpico corrió los 42 kilómetros y 195 metros en 2h01:39, es decir, un minuto y 18 segundos menos que el anterior récord que estaba en poder de su compatriota Kimetto desde 2014. Una progresión espectacular que, en jerga deportiva, se concreta en este otro dato: desde 1967 nadie le había dado un mordisco tan inmenso al récord.
En un circuito óptimo (plano y sin giros bruscos), a unos 15 grados (un poco por encima de la temperatura ideal), Eliud Kipchoge logró ese registro a los 33 años, fruto obviamente de muchos entrenamientos y cuidados en los que se ha implicado un grupo muy amplio de personas alrededor de un atleta espectacular, que ha ganado 11 de las 12 maratones que ha disputado.
Uno de sus fisioterapeutas, Marc Roig, destaca que uno de los puntos fuertes del nuevo plusmarquista es su “descomunal” fuerza mental. En una entrevista con Efe, este preparador catalán afincado en Kenia destacó que Kipchoge corrió en Berlín “a su máximo nivel”. “No descarto que pueda batir su récord, pero la mejora que se requiere para bajar de las dos horas es demasiado grande como para que ocurra en un tiempo razonable. No creo que sea capaz él ni nadie con proyección similar para que se acerque”.
Algo parecido ocurrió hace una década cuando otro fenómeno de la naturaleza llamado Usain Bolt rebajó el récord de los 100 metros. “Cuando el jamaicano corrió en los Juegos de Pekín 2008 en 9.69, abriendo los brazos antes de llegar, estaba claro que ese crono sería batido por él mismo”, recuerda Karel López en El Diario Vasco.
Justo un año después, el 16 de agosto de 2009, El Relámpago se exprimió hasta la línea de llegada del estadio de Berlín y su registro de 9,58 pasó a los anales del atletismo.
La comparación entre Kipchoge y Bolt es delicada, pero se puede intentar. De hecho, un comité de expertos de la federación internacional, la IAAF, analiza las marcas que se registran en las distintas pruebas y les otorga una puntuación (la suma de las cuales da la clasificación en las pruebas combinadas como el decatlón). Pues bien, en las denominadas tablas húngaras correr el hectómetro en 9,58 equivale a hacer ¡1h59:34 en maratón!
En los extremos
Y desde la perspectiva de los límites del cuerpo humano, la comparación entre estas dos pruebas no es tan azarosa. La carrera de 100 metros es la que más atención mediática genera y quien gana es indiscutiblemente el rey de la velocidad.
Sobre quién merece el título de mejor fondista cabe mayor discusión. “Antes se consideraba al (campeón o plusmarquista) de los 5.000 o los 10.000 metros”, las pruebas más largas que se disputan en pista, recuerda Joaquín Carmona, experto en atletismo. Pero esas pruebas no mueven el dinero del maratón.
Así las cosas, “los kenianos no destacan mucho en pista últimamente y se van al maratón”, añade este estudioso de los récords en declaraciones a RTVE.es, en las que también recuerda que antes de volcarse en el 100, Bolt brilló en los 200 y Kipchoge en el 5.000.
También explica que los patrocinadores han permitido mejorar los métodos de preparación, desde lo más básico como la nutrición, hasta la psicología, pasando por los materiales. En el caso de Kipchoge, “mucho se lo debe a Nike” y no solo por las zapatillas, concluye Carmona.
Mientras, los récords de otras pruebas están estancados. El más viejo de todos, el de los 800 en categoría femenina, que se batió hace 35 años. De finales de los 80 o comienzos de los 90 datan todos los récords masculinos de lanzamientos y saltos, salvo el de pértiga.
Y en los 1.500 también hace dos décadas que ningún atleta se fotografía junto a las siglas “WR” en el marcador (las iniciales inglesas de récord del mundo).
El último fue El Gerrouj, que en 1998 paró el crono en una cifra redonda: 3:26.00. Nada más y nada menos que un segundo y 37 centésimas antes de lo que hizo Morceli, el anterior plusmarquista. En términos relativos, una mejora del 0,66% (frente al 1,06% de Kipchoge o el 1,64% de Bolt).
La evolución en esta prueba, considerada la más prestigiosa del medio fondo, da una idea de lo difícil que es batir los récords y como se ha hecho normalmente mordisquito a mordisquito.
Progresiones asombrosas, como la de Ben Johnson en los Juegos de Seúl ‘88 (de 9.93 a 9,79), fueron anuladas por dopaje. De hecho, ese año marcó un antes y un después en el atletismo, ya que fue cuando se implantaron los controles fuera de competición. De ahí que muchas plusmarcas anteriores estén bajo sospecha, algo que señalan estudios científicos como el que firmaron Geoffroy Berthelot y una docena de compañeros en la revista Plos (2010).
En dicho artículo advierten de que el último pico ("atípico") en los registros atléticos tuvo lugar precisamente en 1988 y desde entonces se ha producido un “estancamiento”. De forma que ese grupo de investigadores reunidos en el Instituto de Investigación Biomédica y Epidemiología del Deporte (Insep) de París publicó hace poco otro artículo con el sugerente título: "¿Estamos llegando a los límites del Homo sapiens?" ('Are we reaching the limits of Homo sapiens', Frontiers in Physiology, 2017).
Sin embargo, otros expertos señalan nuevos desafíos, como las pruebas de ultrarresistencia, cada vez más de moda y donde se están consiguiendo logros hasta hace poco inverosímiles.
También lo parecía el hecho de correr más rápido la segunda media maratón que la primera; y aún más, marcar el mejor ritmo entre los kilómetros 30 al 40, como hizo Kipchoge hace tres semanas. Donde los mortales se enfrentan al conocido como muro del kilómetro 30, el keniano, al revés, parece que levantó uno nuevo. En Berlín.