Ciclismo con palomitas: La primera semana del Tour
- La pelea por los maillots oficiales, más allá del amarillo, pone interés a la habitualmente insulsa primera semana
- Tour de Francia 2020 en directo, jueves 3 de septiembre a partir de las 13:45h. en Teledeporte y +tdp
Han pasado cuatro días y 700 kilómetros de Tour de Francia, todo un Camino de Santiago desde Pamplona hasta la ciudad apostólica. Las ansias de dopamina se digieren plato a plato, piñón a piñón, por unas carreteras de color diferente a las habituales. Será por la pandemia o por la luminosidad, algo melancólica de septiembre, que Francia no tiene ese "color especial".
Las cámaras de la televisión francesa pueden compensar la cantidad de luz y temperatura de color, pero la angulación de la luz, la densidad de la atmósfera, el efecto rayleigh y la inclinación de la Tierra sobre su eje, no hay Superman (ni Superlópez) que lo corrija. Estamos en septiembre, no es verano aunque sí Tour.
Lo que sí tiene esta primera semana es la contienda de sospechosos habituales, esos personajes secundarios que engordan la trama como los copos de maíz tostados que nos llevamos a la boca, fruto de nuestro ansia, cuando estamos en el cine: hablamos de los fugados, los aspirantes al maillot de la montaña y la pugna —a veces a codazos y cabezazos— por el verde de la regularidad.
Regularidad, ese término tan subjetivo. Se puede ser regular sin haber ganado una etapa del Tour y se puede estar fugado con la venia de la sala, es decir, del pelotón. De película de ficción, como el infausto destino que se deba con alguno de nuestros esforzados protagonistas.
Fruto de un bandazo y el siguiente afilador provocado por los lobos de los Deceunink, Rafa Valls Ferri se fue al suelo y se llevó consigo una fractura en el fémur. Podría tratarse de un thriller sobre huesos de cristal pero no, estaba donde tenía que estar —protegiendo a su líder Landa— y el leñazo fue duro. De la misma también saldría malparado un Pinot, eterno candidato al trono de París, quien arropado por unos joviales compañeros juraba en arameo o al viento que nunca más volvería a, pasar hambre no, pero sí tener mal fario. El caso es que el hombre parece haberse recuperado y no se le han notado fisuras en las montañas que agitan esta primera semana de Tour.
"La pugna por la Montaña es un pique tan francés como entretenido"
No nos referimos a que sea un club de la lucha, sino más bien una disputa de pintores de brocha gorda discutiendo al estilo de Goya. A la espera de que Bardet, Alaphilippe o Barguil —últimos tres vencedores del gran premio de la montaña afilen sus cuchillos— Benoit Cosnefroy, la joven promesa del AG2R, y Anthony Perez, un curtido ciclista descendiente de jienenses y que ahora trabaja para una compañía de seguros, se batieron los watios —valga la cacofonía— por el maillot de puntos rojos en cada cota montañosa.
Lo que venía siendo un colaboracionismo simbiótico se convertía en un instante en preciosos estacazos para deleite de los espectadores. Ambos buscaban ese lugar en el podio, visibilidad para la marca, pero siendo conscientes de que su pelea acabaría en los días u horas venideras. O minutos, porque el serio Perez, que conseguía el ansiado jersey de manera virtual al rato se cayó. Costilla y neumotórax, a contener la respieración. Adiós al dinero, la gloria pasajera y parte de la trama: planos generales sin sustancia para los de afuera, dinero para los directores de fotografía. Palomitas.
Por fortuna, aún queda la lucha por el maillot verde. Esas rencillas a alta velocidad en los últimos kilómetros de la etapas llanas (porque también hay 'sprints' en cuesta, pero son mucho más lentos y más aburridos), en las que ya no impera Sagan.
En ellas la pelea por la posición en cabeza del pelotón nos deja escenas propias de una diligencia huyendo de los indios (los directores de equipo que con los pinganillos teledirigen las maniobras del pelotón), a la caza de la pancarta de tres kilómetros —esa en la que la organización para el tiempo por si hay caídas— o a la búsqueda de un destino.
Ganar en la meta a 70km/h es la forma más pura de llevarse el maillot verde. Luego hay otra que es esprintar sin gracia en las metas volantes ('sprints' bonificados). La regularidad es otra cosa, que se lo pregunten a Emilio Alzamora. Si él ganó un mundial de motos sin ganar una carrera, por qué no Mikel Landa puede hacerse con el amarillo sin ganar un sprint en cuesta. Palomitas.