Los árbitros Raluy y Sabroso afrontan sus terceros y últimos Juegos Olímpicos en Tokio
- La pareja de árbitros canarios debutaron en Londres y pitaron la final masculina en Río
Los Juegos Olímpicos de Tokio serán los terceros consecutivos para Óscar Raluy y Ángel Sabroso, la pareja canaria de árbitros de balonmano. Para ellos, como para otros muchos deportistas, va a suponer el final de trayecto a una dilatada carrera deportiva. Y, aunque no lo han anunciado oficialmente, se intuye que, a la conclusión de los mismos, también van a colgar el silbato.
Al menos, por lo que se deduce de las manifestaciones que han realizado, en exclusiva para RTVE, los colegiados de Las Palmas de Gran Canaria, que serán una de las dieciséis parejas que pitarán este verano en el Estadio Nacional de Yoyogi. "Estos Juegos Olímpicos van a ser los últimos y también, a buen seguro, nuestra última gran competición", afirma Óscar Raluy. Por su parte, su compañero Ángel Sabroso reconoce que serán muy especiales porque "supone cerrar un ciclo de sueños y metas conseguidas que jamás habíamos imaginado".
Una dilatada trayectoria
Ángel Sabroso Ramírez tiene 43 años. Es Profesor de Educación Física pero actualmente es Concejal del Ayuntamiento de Las Palmas y lleva 31 en el mundo arbitral. El teldense Óscar Raluy López cumplirá los 45 el 3 de agosto en Tokio y aunque es Diplomado en Relaciones Laborales, actualmente es Funcionario de la Administración Central del Estado. Ambos forman pareja desde 1995 y hace 18 años que lograron la máxima condición de colegiados de élite en España al ascender a la Liga Asobal.
Su carrera en el mundo arbitral ha sido meteórica, pues también son internacionales desde la temporada 2007/08 y han pitado 6 Mundiales y 5 Europeos. Debutaron en el Campeonato del Mundo Femenino de China en 2009 y dos años después ya estaban arbitrando la Final del Mundial masculino de Suecia entre Francia y Dinamarca. "Aquella designación fue toda una sorpresa porque nadie apostaba por nosotros", comenta Raluy. Y ese mismo año pitaron la Final de los Juegos Panamericanos en la población mexicana de Guadalajara entre Argentina y Brasil.
Aquello fue el preludio de su primera aventura olímpica, que llegaría en 2012 en los Juegos de Londres, aunque antes, ese mismo año, ya había debutado en el Campeonato de Europa masculino en Serbia. "Llegar a unos Juegos Olímpicos era un sueño cumplido y pagamos la novatada al dejarnos llevar por el ambiente", dice Sabroso. Por su parte, Raluy admite que no consiguieron los objetivos que se habían marcado porque "éramos muy jóvenes y acusamos la inexperiencia". Aún así, pitaron los cuartos de final femeninos y fueron árbitros reservas en las dos finales disputadas en el Copper Box de la capital británica.
A Río, con la lección aprendida
Su segunda cita olímpica les llegó en Río de Janeiro. En el Future Arena de la ciudad brasileña alcanzaron el cénit cuando fueron elegidos por la IHF para dirigir la final masculina entre Dinamarca y Francia. "Ya no llevábamos los nervios de la primera vez y nos pudimos centrar solamente en la competición", asegura Raluy. Un extremo confirmado por Ángel Sabroso ya que a Río iban "con la lección aprendida" y superaron el ambiente olímpico al estar muy concentrados para poder dominar el escenario y adaptarse a él lo antes posible".
Óscar señala que cuando se pita una final olímpica "es sólo un momento en la trayectoria de un árbitro pero te permite darte cuenta que todo el trabajo previo que has hecho cobra sentido". Ángel, por su parte, asume que "pitar una final es una buena manera de concluir una trayectoria, pero hace tiempo que ya aprendimos que no es lo más importante, aunque hayamos tenido la suerte de dirigir algunas".
Sin miedo al Coronavirus
"En Río había el problema médico del Zika, pero no es nada comparado con esta pandemia" apunta Ángel Sabroso y añade que "con la vacunación estos Juegos de Tokio se van a poder celebrar sin muchas restricciones". Óscar Raluy se muestra muy contundente a la hora de explicar que "nunca nos hemos planteado renunciar a una designación por algún tipo de temor".
En ese sentido cita las palabras de su maestro, el asturiano Ramón Gallego, el Jefe de los árbitros de la Federación Internacional de Balonmano, la IHF: "Triunfa aquel colegiado que se adapta mejor a las adversidades y supera mejor los obstáculos". Y eso lo llevan a rajatabla. "Cuando comience la competición no habrá excusas y saldremos a darlo todo en cada partido. Va a ser duro, como ya lo fue el último Mundial de Egipto, sobre todo mentalmente y deberemos estar muy preparados para afrontarlo y centrarnos en nuestra labor arbitral" sostiene Òscar, mientras que Ángel añade que "la IHF y los organizadores hicieron un esfuerzo enorme para mostrar al mundo unas condiciones de burbuja sanitaria que pudieran ser tomadas de ejemplo para celebrar futuras competiciones internacionales, como estos Juegos tan deseados que llevamos un año esperando, a pesar de estas circunstancias tan especiales".
¿Final de Trayecto?
"El objetivo en Tokio va a ser disfrutar mucho de nuestra responsabilidad y de esa presión tan necesaria que representa", declara Ángel Sabroso y a la vuelta de estos Juegos "tocará tener una conversación para hablar de muchas cosas" porque "habrán sido tres consecutivos y un nuevo ciclo olímpico hacia París en 2024 sería posible por edad, aunque ahora mismo se ve como algo muy lejano".
A este respecto, Óscar Raluy es un poco más preciso cuando recurre a esta aseveración: "La familia más cercana es la que nos ha permitido llegar hasta aquí y sin la comprensión de mis hijos y mi mujer aguantando mi balonmano, esto no habría sido posible".
La pareja canaria se muestra convencida que, si se confirma su retirada tras los Juegos Olímpicos de Tokio, "el balonmano español no se a quedar huérfano porque tiene una muy buena escuela de árbitros y hay muchos que pueden recoger el testigo" y apuntan a duplas ya contrastadas como los catalanes Ignacio García Serradilla y Andreu Marín Lorente, o los vascos Javier Álvarez Mata y Ion Bustamante, así como el binomio que forman el madrileño David Monjo y el valenciano Miguel Soria, entre otros, para asumir ese rol.