Joaquín Caparrós y el milagro de Armenia camino al Mundial de Catar 2022
- La selección caucásica lidera contra pronóstico y pleno de victorias el Grupo J, por delante de Alemania, Rumanía o Islandia
- Con el técnico andaluz como seleccionador, el país ha sufrido la pandemia mundial COVID-19 y una guerra contra Azebaiyán
El día que Joaquín Caparrós dio junto a su equipo técnico el paso para probar como seleccionador nacional, y recorrer los 4.319,79 kilómetros que separan en avión Utrera y Erevan, no se esperaba que en poco más de un año iba a vivir tal magnitud de emociones. Iba a ir tan rápido y tan frecuentemente de la tristeza a la alegría.
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Después de una dilatada y exitosa carrera como entrenador en los banquios españoles, el técnico andaluz se convirtió en el seleccionador nacional de Armenia, un país que en el mismo año ha sufrido la pandemia mundial COVID-19 y la guerra de Nagorno Karabaj contra la vecina Azerbaiyán.
El castigo que ha padecido la sociedad armenia desde principios de 2020 se está mitigando —si es que se puede— gracias al fútbol y gracias a su selección. Ascendieron a la división B de la Liga de las Naciones tras terminar primeros y lideran actualmente el Grupo J de clasificación para el Mundial de Catar 2022 con pleno de victorias, tres de tres, y por delante de selecciones como Alemania (6 puntos), Macedonia (6 puntos), Rumanía (3 puntos) o Islandia (3 puntos).
“A ilusión nos gana nadie“
"La gente en Armenia ve esa clasificación y para ellos es una alegría, una satisfacción. Devolver esa alegría a un país que estaba muy triste, muy dolido, es lo más importante. Lo que venga luego lo tendremos que manejar, sabiendo que es difícil, pero a ilusión nos gana nadie", confiesa Caparrós después de concluir la última ventana de partidos internacionales.
El técnico está dejando al pueblo armenio con la boca abierta, y eso le llega tanto a él como a su equipo técnico. "Todo un pueblo está agradecido al fútbol, lo notamos en las calles cada vez que vamos", asegura.
Atrás se van quedando poco a poco los peores recuerdos: ese regreso precipitado al poco de firmar —obligados por los cierres de fronteras que provocó el coronavirus—, esas noticias e imágenes de un país en guerra o, por encima de todo, esa tristeza en la que estaba sumida la sociedad armenia.
El ascenso en la Nations League fue el primer paso para insuflar esperanzas a la ciudadanía y quién sabe si el siguiente podría ser una clasificación histórica para un Mundial.