Vivir los juegos sin asistir a las pruebas: los fanáticos japoneses de Tokyo 2020
- Dos aficionados habituales en cada edición desde hace décadas buscan mantener el espíritu olímpico en su país
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Frente al rechazo generalizado de los japoneses a acoger los Juegos Olímpicos en Tokio en plena pandemia de COVID-19, dos aficionados locales que llevan décadas asistiendo a los juegos, Kyoko Ishikawa y Kazunori Takishima, tratan de superar su frustración por no poder asistir a las pruebas en su propio país predicando el espíritu olímpico como forma de unir a la gente.
"Los Juegos Olímpicos son una ocasión especial y, en cada ocasión especial de la vida, hay que reunir a la gente", asegura Kyoko Ishikawa, de 51 años, que ha estado en todas las ediciones de los juegos desde Barcelona 1992, siempre ataviada con su vestido tradicional japonés y su bandera del país.
Para Tokyo 2020, con los juegos por fin en Japón, se había hecho con entradas para las pruebas de lucha, pero el coronavirus ha dejado al público fuera de los estadios y los pabellones.
Ishikawa, sin embargo, no renuncia a vivir las olimpiadas: animará a los deportistas desde su casa, repleta de recuerdos olímpicos, bailando delante de la televisión y charlando a través de las redes sociales con los aficionados de todo el mundo. "Es igual que otras veces. Sea cuál sea el método, el principio fundamental no cambia", asegura.
Emociones reales
Un entusiasmo similar demuestra Kazunori Takishima, un empresario de 45 años que ha asistido a todos los juegos, tanto de verano como de invierno, desde Turín 2006, donde quedó maravillado por la atmósfera que vivió tras la victoria de la patinadora Shizuka Arakawa: todo el mundo le felicitaba a él por el triunfo de su compatriota.
En Tokyo 2020, esperaba asistir a 28 pruebas y había comprado 197 entradas, gastando unos 30.000 euros, para repartir entre familiares, amigos y empleados. "Me hubiera gustado que vivieran la experiencia. Puedo intentar describirla, pero esa emoción no se puede transmitir por completo. Es necesario ir y verlo por uno mismo", lamenta.
Asegura que le inspira el compromiso y el esfuerzo de los atletas olímpicos, que derraman "lágrimas sinceras" de alegría, frustración o decepción al competir. "En la vida real, no vemos a nadie derramar lágrimas sinceras", subraya.
Y apostilla: "Me encuentro muchos obstáculos en mi trabajo. Pero, en esos momentos, me digo: 'No es nada comparado con las lágrimas vertidas por ese atleta'".